Gadafi pide que se reúna el Congreso
del Pueblo para presentar su renuncia
■ Miles de personas tratan de refugiarse en Túnez por los disturbios y el caos institucional en Libia.
■ La OTAN ha puesto en marcha vigilancia aérea sobre Libia durante las 24 horas del día.
■ Al Jazeera ha informado que Gadafi quiere garantías para él y su familia de que no serán llevados a juicio.
■ La propuesta transmitida por Gadafi a los rebeldes supondría ceder el poder a un comité formado por el Congreso General del Pueblo, el órgano legislativo libio.
■ Los rebeldes carecen de organización y disciplina. Solo les sobra moral.
■ Gadafi lanza una potente contraofensiva contra Zauia, Misrata y Ras Lanuf. La oposición se repliega.
El este de Libia ya no es solo escenario de revueltas callejeras pidiendo más libertad y la caída de Muamar Gadafi. A diferencia de lo ocurrido en Túnez o en Egipto, la revolución libia se ha convertido en una guerra civil generalizada que puede ser larga. La línea del frente cambia por horas y la plazas ganadas pueden volver a ser perdidas en cuestión de horas. Es, a buen seguro, un conflicto que tardará más en resolverse que los de los países vecinos.
Bin Yawad, a unos 150 kilómetros al este de Sirte, ciudad natal de Gadafi y una de sus plazas fuertes, fue ayer escenario de duros combates. Los rebeldes habían tomado la localidad en la tarde del sábado. Habían izado incluso su bandera y avanzado algunos kilómetros más allá, pero sin afianzar sus posiciones.
Todo apunta a que se confiaron ante la falta de resistencia encontrada, pues hasta la mañana del sábado Bin Yawad, como comprobó este enviado especial, no estaba en manos de ninguno de los dos bandos, era una especie de tierra de nadie en la que entraron los opositores en una caravana casi festiva que les llevó desde Ras Lanuf, unos 50 kilómetros más atrás.
La madrugada del domingo le esperaba sin embargo una sorpresa en forma de emboscada al primer convoy de unas cuantas decenas de vehículos de la insurgencia que cruzó la carretera principal de Bin Yawad en dirección a Sirte. Las tropas oficialistas habían avanzado durante la noche con carros de combate que fueron apoyados a lo largo del día por aviones y helicópteros y forzaron un choque que tomó por sorpresa a los rebeldes.
Bin Yawad había sido tomada en falso. La caravana de revolucionarios, que tan alegremente había avanzado el sábado, reculaba ayer con cara de pocos amigos. A las afueras de la población este enviado especial fue testigo de los intensos combates con el empleo de artillería pesada desde tierra y bombardeos desde el aire.
Los jóvenes y adultos que retrocedían describían una potente ofensiva de las fuerzas de Gadafi, respaldada con aviación y carros de combate, a la que no podían hacer frente. Algunos de ellos buscaban hueco para salir de allí en el coche de los periodistas. Mientras un vehículo trataba de alentarlos a través de su altavoz: «Tomaremos de nuevo esa ciudad con la ayuda de Alá. Marchad hacia adelante».
«Me llamo Sadam Husein»
Un jovencísimo guerrillero de la avanzadilla de vanguardia, sorprendido por la emboscada, reconocía después en el hospital de Ras Lanuf que les «llovió» de todo y que fueron cuatro los vehículos más afectados en ese primer ataque al alba. No sabe precisar cuántos murieron. El chaval —caprichos de la historia— se llama Sadam Husein Naj en honor al ex presidente iraquí.
Primero dice que tiene 15 años, después 18. Da lo mismo, reconoce que no tiene ninguna experiencia y que el lanzagranadas que cuelga de su cuello lo ha aprendido a utilizar estos días de revolución en su ciudad natal, Al Baida. Es el prototipo de miliciano —como él hay miles— que avanza a pecho descubierto y con Alá como único casco. Este periodista observa incluso a un hombre armado con un fusil de pesca submarina encasquillado. Parecía más bien una lanza, pero allá iba él.
«En estos momentos nos han derrotado porque somos menos y nuestro armamento no es el adecuado para luchar contra ellos, que está mucho mejor equipados», explica en medio de la carretera entre Ras Lanuf y Bin Yawad un civil insurgente de 26 años llamado Hairi Fossi. «No tenemos demasiada idea de cuál es la situación». «Nuestras Fuerzas Especiales no nos han apoyado en esta batalla», dice en referencia a los militares libios que apoyan la revolución. «Los de Gadafi han disparado contra mujeres y niños, desde el aire y empleando armas pesadas. Incluso dispararon contra una ambulancia», añade. Este periodista comprobó que un vehículo médico salía de Bin Yawad con los cristales reventados a balazos. En el hospital de Ras Lanuf, a pesar de las noticias que llegan desde el frente, solo confirman tres muertos y treinta heridos.
¿Cómo tomar Sirte, como pretenden, sin ser capaces de mantenerse en Bin Yawad? Complicado. «Ellos eran muchos, con gente de las fuerzas especiales… También hemos visto gente de raza negra, pero no estamos seguros de si son “asesinos” (mercenarios) o miembros de la tribu Al Hossoun», negros del sur de Libia. No obstante, los rebeldes mantienen su determinación de tomar Sirte, donde han comenzado conversaciones para una eventual entrada pacífica.
La contraofensiva de Gadafi también se dirigió contra la ciudad de Zauia, a apenas cuarenta kilómetros al oeste de Trípoli, que resiste un largo y sangriento asedio. Y contra Misrata, situada entre Sirte y Trípoli, que también aguantó el ataque. El líder libio se apresuró ayer a celebrar su supuesta victoria en todos esos frentes con un jovial tiroteo al aire de sus partidarios. Pero las plazas de los rebeldes, aunque debilitadas, se mantienen e incluso en Trípoli continúan las protestas contra la dictadura.