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Libia, al borde de la Guerra Civil

Mapa de las principales tribus tradicionales, que tendrán un papel crucial en la resolución de la crisis

Los cuatro puntos clave
para el futuro de Gadafi

 

La capital, Trípoli, la localidad natal del dictador en el desierto, Sirte, y las terminales petroleras en el golfo de Sirte son lugares estratégicos para determinar si el régimen sobrevive o cae. Las fuerzas leales al dictador luchan intensamente con los opositores en las poblaciones de Zauiya y Sabratha.- El régimen intenta blindar la capital, donde concentra a numerosos soldados y mercenarios.

Las principales terminales petrolíferas situadas al este de Trípoli están en manos de rebeldes, según han informado este jueves residentes en la ciudad de Bengasi que están en contacto con personas que habitan en esas zonas. Los residentes han explicado a Reuters que las terminales petrolíferas de Ras Lanuf y Marsa El Brega están siendo protegidas.

Soliman Karim, un residente que ayuda en la administración de la ciudad de Bengasi, ha indicado que las exportaciones, una fuente vital de beneficios para este país miembro de la OPEP, están continuando.

Otro residente ha sugerido que la circulación de petróleo podría haber quedado afectada, extremo que no ha podido ser confirmado por las empresas que operan las terminales. El control que mantiene el dirigente libio Muamar Gadafi sobre su país parece ir en retroceso, después de que este jueves se haya sabido que la zona que está fuera de su control se ha ampliado desde el este e incluye algunas localidades próximas a la capital.

Cuatro puntos estratégicos:

Así las cosas, hay cuatro lugares estratégicos que probablemente tendrán la clave para determinar si el régimen de Gadafi sobrevive o cae: la capital, Trípoli; su localidad natal en el desierto, Sirte, en el este; y las terminales petroleras en el golfo de Sirte de Ras Lanuf y Marsa el Brega.

El alzamiento contra Gadafi en la región Cirenaica en torno a Benghazi, la segunda ciudad del país, la semana pasada ha arrebatado el poder al régimen en esta parte del país y podría llevar a una guerra civil a menos que el dirigente sea derrocado. “Sabemos que Bengasi básicamente ha declarado su independencia de Trípoli”, señala Peter Zeihan, analista del ‘think-tank’ estadounidense Stratfor. “Si Bengasi puede ampliar su control hasta el golfo de Sirte tienen muy buenas opciones para la independencia como mínimo o incluso derrocar a Gadafi como máximo, pero si no pueden lograrlo, Gadafi con el tiempo será capaz de presionarles”, advierte.

 

Trípoli sigue con Gadafi:

Testigos en Trípoli señalan a Reuters que no hay signos de que las fuerzas de Gadafi hayan perdido el control de la capital: policías uniformados están dirigiendo el tráfico como siempre, la televisión estatal sigue emitiendo y partidarios del dirigente han celebrado una concentración en la ciudad. Sin embargo, hay relatos de policías y soldados que desaparecen y de milicias armadas antigubernamentales patrullando las calles en localidades a una hora de coche de la capital.

Trabajadores egipcios que estaban en la localidad de Zuara, 120 kilómetros al oeste de Tripoli, han relatado que milicias antigubernamentales tienen el control. “Las comisarías de Policía han sido quemadas y no vimos a ningún agente o soldados en los últimos días”, relata Ahmed Osman tras abandonar la localidad y cruzar la frontera con Túnez.

En Misrata, 200 kilómetros al este de Trípoli, un residente explicó a Reuters que la localidad está bajo control opositor pero una unidad de una fuerza paramilitar controlada por uno de los hijos de Gadafi ha atacado a los manifestantes antigubernamentales cerca del aeropuerto de la ciudad.

“Tras la revolución que ha tenido lugar en toda Libia, los residentes tomaron el control de la ciudad”, ha explicado el portal de Internet Misurata.com.ly.

Las fuerzas leales al dictador luchan intensamente con los opositores en las poblaciones de Zauiya y Sabratha. El regimen intenta blindar la capital, donde concentra a numerosos soldados y mercenarios.

 

Las banderas marcan las conquistas de la oposición:

Las fotografías difundidas por este medio muestran los edificios oficiales con la bandera de la era anterior a Gadafi. Los combates en esta localidad han comenzado este jueves entre partidarios y detractores de Gadafi cerca del aeropuerto de Misrata. El puerto de esta ciudad, según fuentes de navegación, ha detenido todas sus operaciones.

En la región Cirenaica, reporteros de Reuters que han llegado desde Egipto han asegurado que no hay signos de control del régimen desde la frontera con ese país hasta la ciudad de Bengasi, situada a unos 60 kilómetros de distancia. Las milicias locales están patrullando en las calles y los informes sugieren que el área que controlan los rebeldes se extiende hasta el oeste hasta alcanzar la ciudad de Ajbadiya, a unos 160 kilómetros de la costa mediterránea.

El periódico ‘Quryna’, con sede en Bengasi, ha informado esta semana, basándose en el testimonio de testigos, de que “civiles armados” están controlando las carreteras de entrada y de salida de Ajdabiya.

 

El recién dimitido ministro de Justicia libio, Mustafá Abdul Jalil, advirtió este jueves de que Gadafi dispone de armas químicas y biológicas y no dudará en utilizarlas en caso de necesidad.

Los grandes puertos del petróleo:

Los yacimientos petrolíferos de Libia se encuentran separados a miles de kilómetros de distancia del desierto, pero la mayor parte de la producción de 1,6 millones de barriles de crudo se concentra en los puertos de Ras Lanuf y Marsa el Brega.

En Marsa el Brega, que acoge una terminal y una refinería, no hay información fiable sobre la situación de seguridad, pero la empresa productora de fertilizantes noruega Yara ha decidido cerrar su planta petroquímica por precaución.

El pasado lunes, el diario ‘Quryna’ informó de que los manifestantes irrumpieron en Ras Lanuf, que alberga una terminal petrolífera y una planta petroquímica, y los trabajadores de estas empresas intentaron proteger sus instalaciones. Sirte, que tiene una especial importancia por ser la localidad natal de Gadafi, continúa bajo control de las autoridades, según los últimos informes, que aseguran que la Policía y los militares mantienen puestos de control para garantizar la seguridad.

La ciudad natal de Gadafi:

El líder libio transformó esta ciudad en un centro de cumbres internacionales y levantó el gigantesco centro de convenciones Ouagadougou para celebrar los cónclaves, además de construir un puerto deportivo para alojar impresionantes y potentes yates. Esta localidad acoge a varias empresas de construcción turcas que están levantando hoteles de lujo junto al puerto deportivo.

En la ciudad costera de Sabratha, según el periódico ‘Quryna’, el Ejército mantiene desplegado desde el martes un “gran número” de soldados para acallar las protestas pero, desde ese día, no se ha informado sobre la situación de seguridad. Esta antigua ciudad romana cuenta con ruinas como un anfiteatro y un teatro reconstruido donde el dictador Benito Mussolini veía representaciones durante la época colonial en la que Libia dependía de Italia.

Zawiya, que está situada al este de Sabratha y que acoge una refinería de petróleo, está registrando este jueves una fuerte presencia militar en el centro de la ciudad, según ha relatado un ingeniero eléctrico tunecino a Reuters.

Cuna de la tribu Gadhdhfa:

En el sur del país, en el que la mayor parte del territorio es desértico y en el que residen tribus tradicionales que tendrán un papel crucial en la resolución de la crisis, ha habido informaciones vía Facebook sobre en Garyan, a unos 100 kilómetros al sur de Trípoli, pero aún no han sido verificadas.

Por el momento no hay información sobre la situación actual de la ciudad de Ghadames, próxima a la frontera con Argelia y sede de uno de los mayores yacimientos petrolíferos. La localidad de Sabha, más en el sur, se mantendría leal a Gadafi por el momento. Esta ciudad es la cuna de la tribu del mandatario libio, los Gadhdhfa, el segundo mayor grupo tribal de Libia.

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Trípoli, ciudad fantasma:

La autoridad de Gadafi parece haber quedado reducida al bastión de Trípoli, donde se ha atrincherado junto a las milicias de mercenarios africanos que siembran el pánico entre la población. Los relatos de testigos hablan de que los guerrilleros leales al dictador patrullan las calles fuertemente armados, con el respaldo de tanques y vehículos blindados, para frenar cualquier conato de revuelta. A diferencia de muchos militares que han desertado y se han unido a la rebelión, ellos ejecutan sin contemplaciones la orden de disparar y matar a cualquiera que se interponga en su camino. Su despliegue ha convertido Trípoli en una ciudad fantasma. El clima de terror no ha impedido que los opositores que aún permanecen en la ciudad hayan convocado para este viernes una gran marcha inspirada en las que forzaron la caída de Hosni Mubarak en Egipto.

Lo que sí han conseguido los opositores es el control de las principales terminales petrolíferas situadas al este de Trípoli. Según han informado residentes en la ciudad de Bengasi, en contacto con personas que habitan la zona, las plantas petrolíferas ya están en manos de rebeldes. Los residentes han contado a Reuters que las terminales de Ras Lanuf y Marsa El Brega están siendo protegidas. Soliman Karim, un residente que ayuda en la administración de la ciudad de Bengasi, ha indicado que las exportaciones, una fuente vital de beneficios para este país miembro de la OPEP, siguen su curso más o menos natural, algo que contrasta con la opinión de otro residente, que ha sugerido que la circulación de petróleo sí que ha quedado afectada. Esta información no ha podido confirmarse con las empresas que operan las terminales.

Consciente de que se avecina la batalla final, el dictador ha realizado hoy un llamamiento a la desesperada para que los miles de mercenarios disgregados por el país se unan a la defensa de la capital. Además de contener el avance rebelde, el régimen de Gadafi tiene que hacer frente a la pérdida creciente de apoyos. A las dimisiones de los ministros de Justicia y Emigración, se sumó ayer , la del ministro del Interior y antiguo compañero de armas de Gadafi, el general Abdulá Yunis. No obstante, el régimen de Gadafi intenta mantener a flote la moral de los suyos y ha lanzado un nuevo mensaje a través de la televisión estatal en el que exige a los rebeldes que entreguen las armas y ofrece dinero a aquellos que aporten datos que conduzcan a la captura de los líderes de la revuelta.

La situación de los partidarios de Gadafi es tan desesperada que 17 pilotos de la Fuerza Aérea de Libia fueron ayer ejecutados en Trípoli tras negarse a bombardear barrios en poder de los rebeldes de la ciudad de Zauia, a 44 kilómetros de la capital, según fuentes libias relacionadas con el Ejército, informa Ignacio Cembrero. El diario Quryna -perteneciente a un grupo mediático propiedad de un hijo de Gadafi- informa hoy de que un avión militar se estrelló ayer a las afueras de la ciudad, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, saltaron en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear la ciudad.

Mercenarios encarcelados en Bengasi:

En Bengasi, la segunda ciudad del país y epicentro de la protesta, los manifestantes ya han tomado por completo el poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters. Miles de personas ocupan las calles de esta localidad, situada a 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y festejan el fin del poder de Gadafi. Alrededor de una docena de “mercenarios” han sido encarcelados este jueves después de ser sometidos a juicio. “Han sido interrogados y ahora están en un lugar seguro y bien alimentados”, ha explicado Imam Bugaighis, un profesor libio de 50 años que colabora en la organización de los comités para gestionar la ciudad.

Testigos y periodistas que han logrado entrar en el país por Egipto confirman que la ciudad fronteriza de Musaid está también en manos de los manifestantes. Lo mismo pasa, avanzando 150 kilómetros hacia el oeste, en Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto. Los militares decidieron apoyar allí las protestas y este miércoles, por primera vez, se han podido ver imágenes en directo de una manifestación anti-Gadafi porque han entrado televisiones internacionales.

Trabajadores egipcios que han escapado de Zuara aseguran que los manifestantes antigubernamentales han tomado el control del enclave y, al igual que sus compatriotas del este, han constituido “comités populares” para reestablecer el orden. “Las comisarías han sido quemadas y no queda rastro de policías ni soldados”, han explicado en declaraciones a Reuters. Eso no quiere decir que no pueda haber ataques de Gadafi en las próximas horas.

“Gadafi morirá en Trípoli”

El número de muertos sigue siendo todavía una incógnita y oscila entre los 300 declarados por el régimen, los 1.000 considerados verosímiles por el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, y los 10.000 que señala un miembro libio de la Corte Penal Internacional (CPI), Sayed al Shanuka, en la cadena Al Arabiya.

“Perderá y tendrá que irse o morirá en Trípoli, pero nada podrá evitar que el pueblo acabe con él”, dice en el puesto fronterizo de Ras el Adjir un libio que se envuelve con la antigua bandera tricolor del reino de Libia (1951-1969) en lugar de la actual, de color verde, adoptada en 1977. Esa bandera todavía se divisa desde Túnez al final de la frontera, en la parte libia y todavía inaccesible. El puesto fronterizo es el punto de encuentro de periodistas, ONG y ciudadanos tunecinos que se acercan a ver la llegada de los refugiados, unos 10.000 en los dos últimos días, la mayoría tunecinos o de otras nacionalidades que trabajaban en Libia. A medida que iban pasando, cargados de maletas y bolsas de plástico, los tunecinos les recibían con algunos gritos utilizados en las protestas que acabaron hace más de un mes con la huida del dictador de Túnez, Ben Ali. “Dégage, dégage… [lárgate]. Lo gritamos entonces contra él y lo dijeron también los egipcios con Mubarak. Es el momento de los libios”, comenta un habitante de la ciudad tunecina de Ben Gardan, a 35 kilómetros de la frontera, que se había desplazado hasta la aduana para dar la bienvenida a los refugiados.

Algunos de ellos mostraban pruebas de las medidas que el régimen está aplicando a los extranjeros. Un joven se quitó la camiseta delante de los periodistas y enseñó la espalda llena de marcas de haber recibido palos hasta la extenuación. “Soy tunecino y la policía de allí nos odia porque conseguimos lo que queríamos en Túnez, echar al dictador. Eso nos convierte en objetivo”, explicaba.