Libia está compuesta de tribus
y no de partidos políticos
Aunque Muamar Gadafi no tiene el cargo oficial de presidente o jefe de gobierno, sino el de “líder y guía de la revolución”, todo lo que ocurre en Libia ha de tener el visto bueno de él o de su familia.
Sus hijos Al- Saadi –jefe de las Fuerzas Armadas-, Mutassim y Khamis, en los que el gobernante se apoya en los momentos de necesidad, tienen cargos clave en las fuerzas de seguridad.
Y su segundo hijo, Saif al-Islam Gadafi, (“la espada del Islam”, en árabe), desempeña un papel destacado en el panorama político y suele representarlo en actos oficiales.
Precisamente la pregunta latente tras su alocución del domingo es ¿por qué fue él, y no su padre, quien apareció en televisión advirtiendo que correrán “ríos de sangre” si no se detienen las protestas?
Para Kristian Coates Ulrichsen, investigador de la London School of Economics, puede ser que lo hayan obligado a hablar, dado que el estilo que mostró, duro y amenazante, no es fiel a su impronta reformista.
“Una posibilidad es que el hijo diga lo que el padre no quiere decir. O que represente una opción política que, al menos en la forma –más directa, de otra generación- sea diferente a la de su padre”, agrega Pedro Martínez Montávez, arabista y catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, en diálogo con BBC Mundo.
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Traje y corbata:
Aunque en 2008 anunció que se retiraba de la política y ha negado que vaya a suceder a su padre, todos los ojos están puestos en Saif al-Islam como el futuro reemplazante.
En cualquier caso, apunta Coates Ulrichsen, el fuerte poder que ostentan los Gadafi se está desmoronando con los últimos acontecimientos y con la ausencia del jefe de Estado en el discurso televisado
“Saif puede ser candidato de su padre y el sucesor preferido, sí, pero yo estaría muy sorprendido si los libios toleran la transferencia pacífica del poder a otro Gadafi”, le dice a BBC Mundo el especialista.
El profesor explica que en la dinámica de poder de Libia -donde no existen los partidos políticos- el padre maneja los hilos, inclinando la balanza a su antojo entre la rama reformista y política -Saif- o el lado más militar y duro, representado por Al-Saadi, Mutassim y Khamis.
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Influyente:
Es que mientras que el líder libio lleva vestimentas excéntricas y recibe a sus interlocutores en una carpa beduina, su hijo usa traje y corbata. Mientras que el jefe de Estado ha lanzado un plan para “destruir ideologías importadas”, su hijo –que estudió en Viena y Londres y habla fluido alemán e inglés- tiene una mayor apertura a Occidente.
Se cree que ayudó a negociar la liberación por parte del gobierno escocés del único acusado por el atentado del avión de Pan Am, el libio Abdelbaset Al-Megrahi, por razones humanitarias.
Además ha jugado un papel en la apertura de petróleo y de los yacimientos de gas libios al mercado internacional.
También posee un grupo de medios informativos que incluye canales de televisión por satélite y periódicos privados.
Como explica el analista de la BBC Abdallah al-Salmi, “todos los medios de comunicación son propiedad del Estado. Sólo hay dos o tres periódicos en manos privadas que han surgido recientemente y cuyos dueños están afiliados al hijo del líder libio”.
Poder tribal:
Pero si bien Gadafi y su familia disfrutan de un enorme poder y privilegios en Libia, también lo hacen muchas de las personas vinculadas al régimen, incluyendo un complejo entramado de líderes tribales.
Bengasi, epicentro de las protestas, es la segunda ciudad de Libia y queda muy lejos, tanto geográfica como políticamente, de las bases de poder de Gadafi en sus bastiones de Trípoli y Sirte.
Es que, como el mismo Saif al-Islam dijo por televisión en la noche del domingo, “Libia está compuesta de tribus y no de partidos políticos”. Y dos importantes tribus -incluyendo la más grande del país, la Warfalla– acaban de pasarse al lado de los manifestantes.
El líder de la tribu Al-Zuwayya en el este del país, el jeque Faraj al Zuway, amenazó con cortar las exportaciones de petróleo a los países occidentales en 24 horas a menos que las autoridades detengan lo que ha llamado la “opresión de los manifestantes”, informa la agencia Reuters.
Y Akram Al-Warfalli, una figura destacada en la tribu de la Warfalla le dijo a la cadena Al Jazeera: “Le decimos al hermano (Gadafi) que ya no es un hermano, le decimos que se vaya del país”.
Como explica el profesor Coates Ulrichsen, los vertiginosos cambios de los últimos días cambian el panorama de poder en el país árabe y terminan con un creciente centralismo iniciado por Muamar Gadafi en la revolución de 1969.
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