La joven murió a tiros a manos
de azotes de Baruta
Wilmer Rodríguez, pareja de la muchacha desde hacía nueve años, dijo que era “la más bonita del barrio”
Rosana Josefina Rodríguez Márquez residía junto con su pareja y su hija de 7 años de edad en el callejón San Rafael del barrio Las Minas de Baruta.
Trabajaba con su madre en un abasto y era querida por todos los que la conocían.
El domingo pasado, a las 6:00 am, la joven de 24 años de edad esperaba fuera de su casa a unas amigas para ir al litoral a pasar un día de playa, como acostumbraba a hacer los fines de semana. De pronto fue sorprendida por el alboroto de un grupo de azotes de la zona que se acercaban al lugar.
Rosana Rodríguez corrió para acercarse a su pareja, Wilmer Rodríguez, y advertirle de la presencia de los extraños. Sin embargo, no pudo llegar hasta él, pues fue alcanzada por tres proyectiles. Minutos después falleció; no le dio tiempo de llegar a un centro asistencial.
Su madre, Mérida Márquez, escuchó los disparos cuando estaba en la cocina preparando un café para su hija. “Entré a montar el café y escuché los tiros. Cuando salí, la vi agachada detrás de la camioneta mientras una amiga intentaba levantarla. Cuando llegué ella abrió los ojos, como tratando de decirle algo o de despedirse de mí, pero era tarde”, expresó desconsolada.
Alegre, bailadora y bonita son las palabras con las que Oscarina Márquez, tía de Rosana, describe a la muchacha: “Ella era lo más bello que yo tenía, era mi amiga, era una madre espectacular, adoraba a su hija, nunca se separaba de ella”.
Una de las mejores amigas de la joven asesinada era Diana César. Estudió con ella en la infancia y el bachillerato, siempre andaban juntas, era su comadre. Julia César, madre de Diana, consideraba a la víctima una mujer abnegada por su hija, amorosa con toda la familia, responsable y trabajadora, que luchaba por mudarse de aquel barrio y brindarle un mejor futuro a su niña: “Yo la vi crecer, era una muchacha espectacular, estudió con mi hija desde que eran unas niñas”.
Sana y coqueta:
Rosana Rodríguez siempre ayudaba a su madre, vendía rifas junto con su mamá y acababa de comprar un vehículo para hacer transporte escolar y estar más cerca de su hija.
“A ella le gustaba lo sano, era una muchacha seria”, dijo la tía de la víctima.
También estaba pendiente de su apariencia personal.
La vistieron con la ropa que más le gustaba para sepultarla; alrededor del ataúd había fotos que reflejaban su personalidad.
“Ella era supercoqueta, todas las semanas se compraba una pinta nueva”, dijo Albert Rodríguez, hermano de Rosana, que conmovido recordaba la lealtad que caracterizó a su hermana menor: “Ella prefería morir por uno, siempre estaba pendiente de todos, era de carácter fuerte, dominante, pero siempre nos llevamos bien”.
La hija de 7 años de edad de Rosana Rodríguez quedará a cargo de su padre, Wilmer Rodríguez, que la educará con ayuda de ambas abuelas. Él quiere mantener vivo el recuerdo de quien lo acompañó durante nueve años: “Ella era la más bonita de todo el barrio, cuando salía con ella siempre le echaban los perros y los hombres se le quedaban viendo”.
La sala donde fue velada la joven estaba abarrotada de coronas. Entre conversaciones con familiares, Rosana siempre decía que cuando muriera quería muchas flores y música para ser recordada como siempre había sido. Por ello sus familiares cumplieron su deseo y le llevaron mariachis que la acompañaron en el último momento.
Resignados a la injusticia. bert Rodríguez aseguró que la delincuencia no tiene freno y que no tienen posibilidades de hacer justicia: “El Cicpc está corrompido, poner la denuncia es una pérdida de tiempo”.
A su juicio, deben incrementarse los controles contra la distribución de estupefacientes. “Esos chamos hacen eso porque están drogados, esas pepas los ponen agresivos y no le tienen miedo a nada”, aseguró.
Rosana Rodríguez no es la primera víctima de la violencia en la familia Márquez. Primos y tíos han sido ultimados. Hace un año asesinaron a Alfredo Pérez, de 20 años de edad, en la misma calle donde murió Rosana. Era primo de la víctima e hijo de Oscarina Márquez.
Por: PAULA DE SOUSA DORTA
pdesousa@el-nacional.com
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