Vuelve al tapete el tema de los
militares situados en la palestra
“Se quiere dar una sensación de control sobre la Fuerza Armada”, afirma Carratú Molina. “Si Mata Figueroa quiere ser político, que pida la baja”, fustiga el ex ministro Salazar.
Las posibilidades de un golpe de Estado no existen. ¿Quién va a dar un golpe de Estado sin Fuerza Armada? Es bien difícil”, afirmó el pasado nueve de febrero el ministro de Defensa venezolano, general en jefe Carlos Mata Figueroa.
En entrevista concedida a Venezolana de Televisión (VTV) un día después de la primera ronda de interpelaciones en la Asamblea Nacional (AN), el militar expresó:
“Me imagino que deben estar ellos (la oposición) inventando mil cosas, pero pierden su tiempo. No hay en la Fuerza Armada cabida para eso”.
El vicealmirante (r) Mario Iván Carratú Molina, ex director del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional y jefe de Casa Militar en tiempos de Carlos Andrés Pérez, analiza el discurso del ministro de Defensa.
“Desde 1958 (con la caída del general Marcos Pérez Jiménez) en Venezuela cada cierto tiempo se hacen circular voces de alzamiento. Por ejemplo, en tiempos de Pérez corrieron rumores de ‘ruido de sables’, pero él los negaba, igual como está pasando ahora”, afirma el militar retirado.
Según el experto, cuando alguien habla públicamente de golpe de Estado, generalmente se buscan dos cosas: “Cuando viene de sectores políticos opuestos al Gobierno, la idea es provocar inestabilidad. Pero, si el que habla de golpe es el ministro de Defensa, lo que se busca es dar la sensación
de que se tiene el control de las Fuerzas Armadas”.
Asegura que si un alto funcionario de Gobierno declara aludiendo posibles golpes de Estado “es porque se teme que haya una reacción civil o militar”. Agrega: “Si se sospecha de algo así, un ministro de Defensa no sale a declarar, sino que inicia una investigación.
Además, Carratú aclara que teóricamente no existe golpe sin la confluencia del factor militar y el civil, puesto que el movimiento castrense por sí solo hace simple “rebelión”, y el movimiento popular sin militares conduciría al “derrocamiento”.
El vicealmirante considera que en un inminente escenario de estallido social, la Fuerza Armada tiene dos opciones: reprimir al pueblo por orden del Gobierno, lo cual violaría la Constitución, o negarse a la orden, con lo cual el Gobierno perdería sustentación, “como ocurrió el 11 de abril (de 2002) cuando el Presidente se vio obligado a renunciar”, señala.
De nuevo en el tema, Carratú califica de “ilógica” y “fuera de lugar” la conducta de Mata Figueroa, y reflexiona: “Me asalta una sospecha al oírlo hablar así, alguna situación grave quiere tapar”.
Asimismo, asevera que sus últimas declaraciones, incluyendo las del caso del arsenal de Cavim, fueron “desafortunadas”.
Por su parte, el ex ministro de la Defensa, general retirado (Ej) Raúl Salazar, afirma que “Mata Figueroa solamente está siguiendo los lineamientos del Presidente”, Salazar fustiga: “Mata Figueroa dice que es revolucionario, entonces que pida la baja. La Constitución establece los lineamientos
para los militares que deseen hacer carrera política; es muy clara al respecto”, indica Salazar, para luego citar el artículo 328 de la Carta Magna.
Éste deja claro que la Fuerza Armada “en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.
Igualmente recuerda lo establecido en el artículo 330: “Los o las integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen derecho al sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”.
Salazar exhorta a todo miembro de la Fuerza Armada a consultar estos apartados de la Constitución, en los momentos que se les presenten dudas acerca de las órdenes de sus superiores.
Diarrea de generales:
En otro orden de ideas, el analista político y geólogo petrolero Gustavo Coronel, administrador del blog “Las Armas de Coronel”, observa con interés cómo se ha desvirtuado la naturaleza de la Fuerza Armada, tanto que los ascensos perdieron todo vínculo con los méritos.
Coronel señala que en sus primeros 192 años de vida republicana, Venezuela tuvo 11 generales en jefe. “Pero desde 2003 se han agregado, si llevé bien la cuenta, otros once. Estos son: Lucas Rincón, Jorge Luis García Carneiro, Raúl Isaías Baduel, Gustavo Rangel Briceño, Carlos Mata Figueroa,
Jesús González González y Henry Rangel Silva”.
Continúa: “Además Luis Alfonso Acevedo Quintero, Almidien Moreno Acosta y Alberto Müller Rojas, de las filas del Ejército, recibieron la distinción postmortem. A esta lista se le suma Ramón Oswaldo Maniglia Ferreira, ascendido a almirante en julio de 2005, cuando ese grado era equivalente
al de general en jefe”.
Es decir, en los últimos diez años se han investido tantos generales en jefe como en los casi dos siglos anteriores. El analista señala que Mata Figueroa simplemente es el operador político de turno entre el grupo de los mentados personajes.
Afirma que el ministro de Defensa ostenta el título de general en jefe “con doble indignidad”, porque, a su juicio, además de no poseer los méritos, ostenta una indecorosa conducta frente al país.
Por: Hiram Aguilar Espina
haguilar@versionfinal.com.ve
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