HomeVenezuelaEDUARDO SEMTEI: ¡Mira que te expropio!

EDUARDO SEMTEI: ¡Mira que te expropio!

¡Tas’ `adquerío’!

 

” Carrizo, Nicolás, estos españoles me tienen harto. Primero, con la vaina aquella de `¿por qué no te callas?’ que me colocó como el hazmerreír. Hasta una franela fabricaron los imperialistas esos. Luego, con el asunto de los etarras, que si la extradición, que si no”. Nicolás, como siempre, atento al metalenguaje del máximo líder, se queda pensativo.

En ese momento anuncian que doña Petra del Consejo Comunal Viva el Héroe de Sabaneta viene con una queja/chisme/cuento/denuncia.

“Hágala pasar, ministro Ameliach”. Entra la señora y dice: Señor Presidente, mi comandante, quiero decirle en esta oportunidad que me da la historia, que los desgraciados del Banco Provincial, que como usted sabe son unos españoles colonialistas/imperialistas/ burgueses no me quieren dar un crédito para comprar capellás de alpargatas y así fundar la primera fábrica bolivariana de alpargatas.

“Carajo”, dice el hombre aquel. “¿Y cómo puede ser eso posible? ¿Es que acaso esos ibéricos no saben cómo se bate el cobre? A mí no me importa que en la campaña presidencial de 1998 me hayan arrimado la canoa. Esas fueron vainas de Miquilena. A mí se me olvidó. Ahora yo soy otro”. “Mire, mi ídolo infinito ­agrega la doña­, y en ese bendito banco piden no sé cuantos documentos, y eso mi comandante, eso es discriminación”.

“Sí señor, así es, eso es racismo puro ­encaja el CP­, el mismito de los desgraciados Colón, Pizarro y Hernán Cortés, por sólo nombrar unos cuantos. Y los abominables nos quieren seguir mandando.

¡Pues, no!”, afirma el mandatario epónimo dando un manotazo en el escritorio que fue del general Marcos Pérez Jiménez; de seguida alza la voz, truena como un poseído y ordena: Ministro, llame de inmediato al tipo aquel. Ameliach sorprendido pregunta: “¿A quién mi comandante eterno?”. “Al español, al tal Francisco González”.

El ministro indaga un rato y le comunica al CP: Mi comandante, arquetipo del poder y la sabiduría, ese señor vive en España, es el presidente del BBVA. “Pues, entonces ­repica el premier impoluto­ llame en su lugar a Vicente Rodero, y me lo llama ya”.

Ameliach sale de nuevo y en la guía telefónica de los enemigos del régimen encuentra que el tal Rodero es vicepresidente para América Latina del banco y que también vive en España.

Como puede se lo comunica al paradigma de la justicia y el saber, quien detona de la arrechera y exclama: Entonces llame al pendejo ese de Venezuela, al Pedro Rodríguez. En ese momento Rodríguez está en una junta directiva oyendo la exposición del gerente de Tarjetas de Crédito y viéndole de reojo las piernas a la consultora jurídica, cuando lo sorprende la llamada. Se pone la bocina al oído y escucha: Mire señor Pedro cómo es eso que no le quieres dar crédito a doña Petra. Esa vaina sí que no.

No me la calo contigo. Conmigo se han metido un billete histórico, sólo con los bonos se forraron. Recuperaron su inversión en apenas 2 años. Así que si en 24 horas no aprueban el bendito crédito les compro el piazo e’banco ese.

Pedro contesta: No está en venta. “Pero desgraciao ­se oye el trueno en toda Miraflores­.

¿Cómo te atreves a hablarme así? ¿Acaso yo jugué metras contigo? Tas’ `adquerío’. Tengo una boloña pa’ comprarte el mocho e’banco ese”. Insiste: No está en venta. “Vas a seguí con eso, no te compro un ceviche, te lo expropio y a ti pa’ la recluta como soldado raso”. Pedro, ya un poco molesto, contesta: No soy venezolano. “¡Que no eres venezolano, me importa un pito! Te nacionalizo a ti y a tu familia, te expropio a ti y al banco y luego les aplico todo el peso de la ley que, como usted sabe, es ejemplar”. “Señor Presidente le ruego que toda esta conversación sea trasmitida y no sólo lo que usted dice, es injusto”. “Ay, Pedrito, en la cadena hablo sólo yo. ¿Se te olvida lo que Alonso de Ojeda, Lope de Aguirre y Francisco Fajardo le hicieron a Guaicaipuro? Nojile”.

Y diciendo esto, el cacique del siglo XXI colgó el teléfono.


Por: EDUARDO SEMTEI ALVARADO
esalvarado1000@yahoo.com
Política | Opinión
EL NACIONAL

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