Sólo un 8% denuncia
el robo de celulares
Arnoldo Morillo, un taxista de 27 años, estaba sentado la noche del lunes en un restaurante de comida rápida en la ciudad venezolana de Maracaibo cuando varios sujetos armados irrumpieron súbitamente y uno de ellos le apuntó con una pistola.
Visiblemente asustado, Morillo balbuceó: “¿Qué queréis? ¿Las llaves del carro? Tomá”, y extendiendo su mano derecha ofreció las llaves del Toyota Corolla azul que conducía, relataron los testigos en declaraciones publicadas por el diario La Verdad, de Maracaibo.
“Yo no quiero las llaves del carro”, respondió el asaltante y sin más reparos abrió fuego repetidas veces contra Morillo, para luego extraer del agonizante taxista su teléfono celular.
El incidente es el último de una serie de homicidios reportados con cada vez mayor frecuencia por la prensa de Venezuela en la que la víctima muere mientras le roban su BlackBerry, marca de celular que ha trascendido los parámetros normales de la popularidad para convertirse en un codiciado símbolo de estatus en las mentes de muchos venezolanos.
Pero la alta demanda de los aparatos también los ha convertido en un lucrativo y relativamente poco arriesgado negocio para los miles de delincuentes que operan en Venezuela.
“Es sorprendente lo que está sucediendo en el país”, dijo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia. “El robo de celulares no es un fenómeno particularmente nuevo; lo que sí es dramático es el componente violento que acompaña el robo”.
Según cálculos del Observatorio, unos 53,000 BlackBerry son robados anualmente en Venezuela, lo que representa un promedio de casi 150 teléfonos al día, el 90 por ciento de ellos mediante violencia.
Estas cifras, sin embargo, son descritas por el propio Observatorio como conservadoras, al tiempo que informes de prensa duplican la cantidad. Venezuela representa el 70 por ciento del mercado latinoamericano de BlackBerry y se estima que más de un millón y medio son usados en el país.
Y como ya se ha vuelto común en Venezuela, país con una de las mayores tasas de homicidios de América Latina, el menor gesto de resistencia por parte de la víctima es suficiente para que salga gravemente lesionada, comentó Fermín Mármol García, profesor de Criminalística en la Universidad Santa María de Caracas.
Trágicamente, el alto valor que los venezolanos le otorgan a este tipo de celulares está llevando a muchos de ellos a resistirse.
Mayling Adriana Valderrama, una alegre estudiante de periodismo, fue una de ellas. Iba con su novio a un McDonald’s en la urbanización de La Urbina, en el este de Caracas, cuando al llegar al estacionamiento, el auto fue interceptado por un delincuente.
El ladrón trató de arrebatarle el teléfono a través de la ventana, y Valderrama, quizás porque no quería perderlo o quizás por los nervios, trató de resistirse.
El delincuente le disparó en la frente, informó la prensa local.
Según Briceño, un número significativo de los casos de resistencia se debe a que los aparatos, que nuevos cuestan entre $600 y $1,200, son adquiridos a través de grandes sacrificios por personas que en realidad no cuentan con los ingresos discrecionales que permitirían ese tipo de compra.
“Lo que sucede es que se ha dado una democratización de las expectativas en Venezuela”, dijo Briceño, quien explicó que, pese a la gran desigualdad de los ingresos, la mayoría de los venezolanos cuentan con las mismas aspiraciones.
“Y el BlackBerry es el teléfono de mayor prestigio en Venezuela, que al igual que los zapatos y camisas de mejor marca pasa a formar parte de la identidad de los jóvenes”, sin importar el estrato social al que pertenecen, añadió Briceño.
“Los jóvenes dicen, que si no tienes un BlackBerry no estás en nada”, añadió.
Es esa combinación de alto valor por el dispositivo y su elevado costo, lo cual significa que no es de fácil reposición en caso de ser robado, lo que está motivando a muchas víctimas a resistirse.
Pero la tendencia también está siendo exacerbada por la aparición de un nuevo género de delincuente venezolano que proviniendo de un ambiente altamente violento, tiene cada vez menos reparos en quitarle la vida a sus víctimas, incluso en ocasiones cuando ésta no se resiste al robo, como sucedió con Morillo.
Mármol señaló que los delincuentes que se dedican a este tipo de actividad por lo general son jóvenes de muy baja capacidad intelectual que previamente se dedicaban al microtráfico de drogas y al sicariato.
Muchos de ellos ahora se han volcado al secuestro express y al robo de BlackBerry porque estas actividades han demostrado ser de bajo riesgo.
“Esta es gente menor a los 25 años de edad, sin educación, sin trabajo, que no valora la vida”, dijo Mármol.
Pero el fenómeno también es explicable por la facilidad con que el aparato celular robado puede ser revendido en Venezuela. En los diarios venezolanos aparecen avisos publicitarios ofreciendo comprar BlackBerry por montos que van entre los $120 y los $500.
Una vez robados, este tipo de aparatos pueden ser fácilmente adecuados para otro usuario, lo que ha dado origen a un robusto mercado secundario.
Y también está el grave deterioro por el que está atravesando el sistema judicial de Venezuela, país que tiene un inadecuado número de policías, jueces, fiscales y cárceles.
Según estudios elaborados por Mármol, el país sólo cuenta con 4,000 de los 25,000 agentes especializados en investigaciones que debería tener, y sólo 70,000 de los 125,000 agentes que deberían patrullar las calles.
Además, cada fiscal está a cargo como promedio de unos 3,000 casos al año, equivalentes a más de ocho por día, y los jueces penales tienen asignados unos 500 casos. El resultado final de esta carencia es que sólo un 8 por ciento de las denuncias formuladas llegan a resolución judicial.
Ante el creciente número de homicidios vinculados al robo de BlackBerry, cada vez son más frecuentes los llamados dirigidos a los padres para que dejen de regalárselos a sus hijos.
Uno de ellos fue emitido en diciembre por los padres de un joven de 19 años que fue asesinado, pese a que había entregado su teléfono a los maleantes.
Los padres, que pidieron el anonimato cuando fueron entrevistado por un periodista del diario El Universal, relataron que habían comprado el BlackBerry con mucho esfuerzo para regalárselo a su hijo.
“Le compramos el celular que quería y quince días después nos tocó comprar el ataúd. Esto no se le desea a nadie”, dijo uno de ellos al diario en las afueras de la morgue mientras esperaban que le entregaran el cadáver.
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