Sangre en el malecón de La Habana
Juan de los Muertos, la primera película de muertos vivientes rodada en La Habana, es una metáfora de la reacción del país hacia la crisis.
El enemigo de Cuba ya no es el imperio de EE UU. Ni el capitalismo occidental. Son los zombis, los muertos vivientes que van a llenar el malecón de La Habana de litros de sangre. Pese a la saturación de zombis en cine, televisión, cómics e incluso en versiones de clásicos de la literatura, el director Alejandro Brugués se atreve con una nueva historia, “bien cubana”, de este subgénero en Juan de los Muertos.
El planteamiento inicial es el de siempre. Un lugar -La Habana- se empieza a llenar de zombis: saltan las alarmas y el desconcierto. No se sabe cuál es el origen de la plaga. El Gobierno dice que son disidentes pagados por EE UU. Juan (Alexis Díaz de Villegas), cubano sin nada que hacer, monta el negocio de su vida: mata, con un remo como arma, “a los seres queridos” de otros que se han convertido en muertos vivientes. Aquellos que de otra forma te costaría acabar con ellos. Son zombis, pero también familiares y amigos.
“Es un poco jugar con películas de zombis y con cómo somos los cubanos y nuestra reacción frente a las crisis”, dice Brugués desde la sala de la productora La Zanfoña, en Sevilla, donde está con la posproducción. “En tiempos de crisis hacemos siempre lo mismo. Primero, seguir como si no pasara nada. Después, montar un negocio en el que podamos sacar algo de dinero. Y por último, tratar de irnos del país, como sea”.
Y del cine cubano ¿qué hay en todo esto? La película de animación Vampiros en La Habana, de Juan Padrón, es el referente cercano. “De hecho, es el único que hay en el cine cubano que tuve en mente a la hora de trabajar. Todo lo que hacemos son dramas y comedias, pero bueno, comedias de otro tipo”, dice Brugués. “Daba gusto verlos [a los actores] jugando. Pedían más sangre todo el tiempo. No nos estamos cortando con nada, no sabes lo que va a ser”.
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