Entre ayer y hoy: Los militares
Alguien escribió ayer lúcidamente en una red social que este 23 de enero se celebraba la caída de la dictadura y se proclamaba el nacimiento de otra dictadura, que funciona y parece distinta pero que, en su esencia, es igual a la de Pérez Jiménez en cuanto a la corrupción generalizada, la ineptitud militar para manejar los asuntos de gobierno, el enriquecimiento descarado de las familias de los jefes castrenses y de la burocracia civil en el poder, el uso y abuso de los poderes públicos para consolidar por medio del terror judicial y policial su hegemonía en esta etapa histórica de Venezuela.
En la época inicial del régimen de Pérez Jiménez, las libertades abruptamente suspendidas en los primeros meses fueron lentamente habilitadas para que quizás se entendiera que los nuevos gobernantes buscaban un entendimiento nacional con algunas fuerzas políticas. Pero todo era absolutamente falso, como lo es también hoy cuando desde la Asamblea Nacional se estira una mano presidencial para proponer un entendimiento hipócrita.
Poco duró esa etapa con Pérez Jiménez por una sencilla razón: desde el poder se hacen concesiones al adversario sólo cuando se está ahogado y se necesita tomar un aire extra. Luego vuelven a las andadas porque lo único que les interesa es conservar el poder total y jamás entregarlo a sus contrarios. De manera que no se debe creer en cuentos de caminos. Si dan un paso atrás es porque están momentáneamente débiles y requieren un respiro.
Cuando Pérez Jiménez decide irse lo hace porque los militares que tiene a su alrededor le quitan el apoyo y anteponen sus vulgares ambiciones de poder a la obediencia al jefe. Mayor torpeza, de lado y lado, es difícil de imaginar ahora: se olvidaron, en su desprecio por los civiles, de la fuerza de la gente en las calles, de los sindicatos y los obreros, de los estudiantes, maestros y profesores, de los periodistas y de los medios de comunicación.
Ese tsunami popular los arrastró y el general Pérez Jiménez, que se creía Presidente para siempre, levantó vuelo y dejó aquí a sus coroneles pichones que quisieron adueñarse del poder integrándose a una Junta Provisional de Gobierno, tan provisional que duró pocos días ante la presión popular. Desde esas jornadas civiles y democráticas, se inició en las Fuerzas Armadas una serie de conspiraciones para acabar con la recién nacida democracia.
Resulta rotundamente falso esto de reivindicar la imagen del pueblo de la mano con las Fuerzas Armadas luchando contra la tiranía, que publicitan los oportunistas rojo rojitos. En verdad, lo que vino después fue una serie de conspiraciones contra la recién nacida democracia y luego contra el nuevo gobierno elegido por el voto popular. Los héroes militares de 23 de Enero, en su inmensa mayoría, se volvieron ambiciosos golpistas. Sólo una minoría se adhirió con valentía al proyecto democrático y así se lo reconoce la historia.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL
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