Cada vez que se acerca el fin de año
nos preguntarnos cuál será el anuncio
Tipo de cambio único a 4,30 bolívares. Durante los últimos tiempos se han producido modificaciones de las políticas cambiarias que afectan la economía familiar, siempre con la excusa de que se trata de simples ajustes que mejorarán el presupuesto nacional, con pequeños sacrificios para los ciudadanos; pero luego terminan por incidir en los niveles de inflación y, sobre todo, en la capacidad adquisitiva de los más necesitados.
Diciembre pasado vino cargado de medidas que proyectan un 2011 de abstinencias particulares. Para no entrar en otros temas igualmente impactantes, nos concretaremos a dos de las medidas anunciadas: eliminación del tipo de cambio de 2,60 bolívares por dólar y la limitación a los créditos al consumo (ley de Instituciones del Sector Bancario).
En cuanto al aumento del IVA, afortunadamente se produjo un retroceso sensato.
La combinación de esas medidas plantea un escenario inflacionario signado de recortes en la capacidad de compra de los venezolanos. El dólar a 2,60 servía para complementar el déficit de producción nacional en rubros imprescindibles, como alimentos, salud, estudios, etc., lo cual se traduce en que esos productos costarán casi el doble, mientras que los tradicionales aumentos salariales, que son decretados anualmente, están muy por debajo de tales niveles; además, las tarjetas de crédito, consideradas como una extensión salarial, tendrán menor alcance ya que la banca deberá reducir su otorgamiento, rechazar aumentos de límites e, inclusive, retirarlas al menor atraso para ajustar ese instrumento hasta 20% de las carteras, como exige la nueva ley.
Ciertamente, los países latinoamericanos tienen economías volátiles y eso los hace propensos al cambio y a la aplicación de medidas, pero lo que no podemos entender es cómo no se implantan políticas de fondo que aprovechen el alto potencial que produce nuestra renta petrolera. Quienes nos administran no han sido capaces de diversificar la economía, dirigir los ingresos de manera adecuada ni de crear el marco de seguridad jurídica necesario para incentivar las inversiones y aceitar el aparato productivo.
Deberíamos aprender de los otros países de la región.
Por: ROBERTO LEÓN PARILLI
PRESIDENTE DE ANAUCO
Política | Economia
EL NACIONAL
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