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El Editorial// Un Chávez cordial: Adversarios, no enemigos

Adversarios, no enemigos:
Un Chávez cordial

 

Al parecer, no tenía otra alternativa. El Presidente de la República inauguró el sábado 15, al presentar su mensaje a la Asamblea Nacional, un nuevo lenguaje.

Para decir verdad, el país respiró con tranquilidad al comprobar que sus aprensiones y temores no se cumplirían, y que no predominaría en la Asamblea Nacional un clima de guerra.

Con indudable sentido de la realidad, desde su entrada al hemiciclo, el jefe de Estado dio muestras de civilidad. Saludó a los embajadores y al Nuncio de Su Santidad, desplazados en esta ocasión del balcón protocolar para llenarlo con las barras de sus invitados personales. Hizo una escala en el sector donde se ubicaban los diputados de oposición; les dio la mano, les dijo unas palabras, y se comportó como el anti-Chávez. A su turno, los diputados le devolvieron el gesto con cortesía y respeto.

“No somos enemigos, somos adversarios”, proclamó el Presidente. Y pidió que no se perdiera esta ocasión de hacer política y no guerra. La conducta del Presidente le dio una tónica a la reunión que pocos imaginaban. No era ese clima el que los diputados del PSUV tenían en mente. Quizás fueron los primeros sorprendidos, sin excluir entre ellos a aquellos ya habituados a la negación sistemática.

El ambiente de distensión caracterizó la fatigante reunión que se prolongó por casi ocho horas. Esta circunstancia sirvió de alivio a una jornada que se prolongó más de lo humanamente aceptable. El mensaje se apartó otra vez de lo que antes se entendía como Memoria y Cuenta. Hubo, en efecto, mucha memoria y poca cuenta. El Presidente se paseó por innumerables aspectos de la administración y, contra su modo de ser, llegó incluso a aceptar cierta responsabilidad en asuntos como la delincuencia y el fracaso de las políticas de vivienda. Abordó la situación económica sin ahondar ni referirse a los problemas financieros que afronta la nación.

El optimismo presidencial es desmentido por economistas y especialistas nacionales y extranjeros. No escatimó elogios para su Gobierno. Como para validar su nuevo estilo de distensión y diálogo anunció que reduciría a 5 meses las facultades de la Ley Habilitante que le otorgó por 18 la antigua Asamblea. La verdad es que se trata de una concesión conveniente, pero efectista. Al mencionar la Ley de Universidades felicitó a la nueva ministra porque se inauguró llamando al diálogo. Lo cual hace pensar que no habrá una ley unilateral. El Presidente condenó la demonización que se le hace a él y la que los revolucionarios rojos practican a su turno contra los “apátridas”.

El mensaje, más disertación que análisis sistemático de los problemas de la nación, eludió aspectos sustanciales como la deuda de Pdvsa. Aseguró que la exportación de petróleo superaba los 3 millones de barriles diarios. Si no estamos equivocados, nunca mencionó la palabra presupuesto. En una palabra, el clima cordial opacó todo lo demás.


Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL

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