El caudillo anacrónico arremete con
furia contra una conquista civil
DESDE CARACAS.- Nuevamente, la Historia Grande pretende dar al traste con la historia pequeña. Lo vemos claramente cuando asistimos al penoso espectáculo de un caudillo anacrónico que arremete con furia contra aquellas conquistas civiles que hacen ridículas sus incesantes proclamas de guerra. Un caudillo que dice ser el pueblo, pero lidera un gobierno que ayer traficó con comida podrida y hoy destruye los planes de expansión de un centro de atención para la desnutrición infantil.
El Presidente se equivoca cuando, sin investigar adecuadamente, ordena la expropiación de los terrenos de Empresas Polar ubicados en la parroquia caraqueña de Antímano, y haría bien en oír el clamor de los vecinos.
El Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano (Cania) es uno de los muchos teatros donde la venezolanidad desarrolla su positiva y estimulante historia pequeña. En sus espacios se gesta la transformación social tantas veces exigida por una opinión pública, con frecuencia tributaria del pesimismo.
Sin duda sería muy fácil afirmar que Cania es una isla de excelencia en un país asolado por la inconstancia, pero tal aseveración, por falsa, resulta injusta. La circunstancia verdadera es que si el germen del cambio social no se hubiese encontrado previamente en los humildes vecinos de Antímano, no habrían sucedido muchos de los éxitos reconocibles en la gestión de Cania.
Quizás por estar acostumbrados a visualizar titanes y semidioses en páginas de textos escolares, algunos ojos han perdido la facultad de identificar a los pequeños héroes forjados en el crisol de la realidad nacional. Y al no verlos, y al no poder comprender cabalmente la magnitud de sus conquistas, ceden presurosos ante las fuerzas paralizadoras de la desilusión y la depresión.
Sin embargo, hay instituciones dotadas de una sensibilidad especial para advertir la activa presencia de personas comprometidas con el advenimiento de un tiempo más solidario e inclusivo. En 1982, Empresas Polar demostró su naturaleza visionaria al decidir, en medio de los actos conmemorativos de su cincuenta aniversario, patrocinar un proyecto de alto impacto social, centrado en la atención de problemas de salud vinculados con la población infantil de la parroquia Antímano, la modesta comunidad caraqueña que, en 1941, sirvió de sede a la primera de sus plantas cerveceras.
Aprobados los lineamientos generales, la directiva de Fundación Polar se planteó la identificación de los usos filantrópicos más apropiados para los terrenos donados. Para ello organizó un completo programa de visitas a centros pediátricos de México y Chile. La experiencia internacional arrojó luces sobre la conveniencia de orientar todos los esfuerzos hacia las terapias de recuperación integral de niños con malnutrición. Igualmente, allanó el camino para el diseño de una primera metodología de trabajo, basada en determinadas políticas gerenciales: contratación de los mejores profesionales, fomento de líneas de investigación y creación de asesorías psicológicas.
Así arrancó Cania su apasionante andadura. Los objetivos generales quedaron resumidos en tres importantes campos de acción: la atención integral y efectiva de la desnutrición en niños y mujeres embarazadas de Antímano; la producción de conocimiento científico relevante en el área de la pediatría nutricional; y la formación de un recurso humano de primera línea.
Los logros de Cania son mensurables, por ello se pueden expresar en términos estadísticos. Durante estos quince años de exitosa intervención privada en el ámbito de la salud pública se pueden señalar en el área de consulta los siguientes promedios anuales: 1.700 niños y 250 mujeres embarazadas atendidos en ambulatorio; 4.700 parturientas primerizas atendidas en consulta; 8.000 pacientes atendidos en consultas de control individual; 3.000 pacientes atendidos en consultas grupales; 180 niños atendidos en consultas de casos de patologías extremas; y 190 niños atendidos en los espacios de seminternado del Área de Recuperación Nutricional. Esto es lo que el gobierno revolucionario pretende destruir.
Por: Rafael Jiménez Moreno
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