Artillería de Oficio
Todo dictador extrema las perversiones para evitar ser derrocado. Los grupos de damnificados estratégicamente ubicados en sedes del poder e instalaciones militares, como el palacio de Miraflores, el Palacio Blanco, Fuerte Tiuna y la base aérea de La Carlota, tienen como objetivo servir de escudos humanos civiles, constituidos por mujeres y niños, en caso de un posible ataque contra objetivos militares. Chávez está más obsesionado que nunca con la posibilidad de ser desalojado por la fuerza del poder.
Sabe que no cuenta sino con una camarilla de militares en la Fuerza Armada y que en la institución hay cada vez más descontento. Eso sí, cuenta con una milicia, que no es sino una fuerza irregular para defenderlo durante una supuesta invasión extranjera. Ahora que “el intrigante de oficio”, José Miguel Insulsa, bautizado así por nuestra Cancillería, “se pasó al enemigo” y parece haber consenso en la OEA para aplicar la Carta Democrática Interamericana, Chávez se siente cercado y amenazado por el imperio, no se cansa de apelar al fantasma de una agresión imperialista que lo tumbará y articula su estrategia con base en esos campamentos poblados de frágiles carpas, para blindarse con la crédula e indefensa población que lo ha perdido todo con las lluvias y está a merced del “todopoderoso” que engañosamente le ofrece “viviendas dignas”, mientras él se apertrecha en los sólidos bunkers que mandó a construir en esas mismas instalaciones militares. Debería avergonzarse al tratar a los damnificados como carne de cañón.
Una batalla sin tregua. Los días de Chávez están contados aunque hay una dirigencia de oposición que intenta conjurar una confrontación que lo desaloje antes de 2012 y se empeña en correr la arruga hasta la elección presidencial, que es improbable que sea limpia, el grado de destrucción que muestra la nación y las reacciones de un pueblo agobiado por múltiples problemas sociales y económicos no se harán esperar. Chávez puede desplomarse antes de concluir su mandato y acabar juzgado por los mismos delitos del dictador panameño Manuel Noriega, o como Fujimori que, al sentirse repudiado y descubierta en el mundo entero su verdadera naturaleza dictatorial o criminal, envió su renuncia desde Japón. A diferencia de Chávez, que en tal caso la mandaría desde Cuba, Fujimori fue un dictador relativamente eficiente en algunos asuntos de Perú, como la seguridad pública y la economía, aspectos en los que ha fracasado estrepitosamente el caudillo venezolano, ambos, con sus abusos de poder y empeño en torcer la voluntad de las mayorías, perpetraron en dos tiempos separados por una década un daño inmenso a la cultura de la libertad y los principios democráticos. El crimen no paga, Chávez es un dictador y tendrá que enfrentarse a la justicia junto con los rufianes y secuaces a su servicio.
Ahora, cuando este régimen impresentable agoniza, es el momento de darle una batalla sin tregua a la dictadura y pelear con coraje a favor de la democracia. La nutrida bancada de oposición en la Asamblea Nacional tiene que estar a la altura del compromiso que significa representar al menos a 52% de la población. Reforma urbana. Chávez se dispone aprobar una ley para regular el precio de la vivienda asesorado por los cubanos, que son quienes menos tienen algo que aportar porque han sido incapaces de resolver su alarmante déficit habitacional. En Cuba la población malvive hacinada en solares, cuarterías, que surgen de la división en muchos cuartos de viejas mansiones con lavanderos y letrinas compartidos. Esa condición tan penosa es la que espera a muchos venezolanos que hoy ocupan pisos en la Cancillería y en organismos públicos.
Por: MARIANELLA SALAZAR
msalazar@cantv.net
Política | Opinión
EL NACIONAL
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