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    MARTA COLOMINA: Los que se nos fueron en 2010 »

    Hoy queremos recordar con tristeza
    a tres figuras nacionales fallecidas

     

    De Venezuela se nos van cada año miles de jóvenes. Miles de talentos y buena parte del futuro del país, buscando nuevos horizontes cerrados en manos de un Gobierno atrasado y violento, en el que no ven oportunidad alguna de prosperar, ni de encontrar trabajo. La persecución oficial contra la propiedad privada también avienta a familias enteras de inmigrantes (ya con hijos y nietos venezolanos) que vieron su fundo invadido o su pequeño edificio de apartamentos “expropiado”, sin recibir justiprecio alguno. Pero no es de quienes huyen del cerco irrespirable del “Socialismo del Siglo XXI” de quienes vamos a hablar hoy. Tampoco de los más de 17 mil asesinados por el hampa en 2010, según cifras del Observatorio de la UCV. Hoy queremos recordar con tristeza y admiración a tres figuras nacionales fallecidas en las postrimerías de 2010 y a quienes la cronista agradece su sabiduría y su amor a Venezuela.

    Como periodista y admiradora de su empeño didáctico en informar con sencillez sobre los enormes peligros que se cernían sobre la economía venezolana, le debía unas palabras de agradecimiento al Dr. Domingo Faustino Maza Zavala, cuya muerte deja un vacío irremplazable en el país. Por ser un hombre de izquierda (la de verdad) y creer en la justicia social (la que pugna por la equidad y el respeto a los derechos de todos los ciudadanos, sobre todo de los trabajadores), nadie con mayor autoridad moral que él para hacerle entender a Chávez la necesidad de dialogar con el sector privado para salir del atolladero en que ha sumergido a Venezuela, único país del continente (junto con el paupérrimo Haití) cuya economía está en recesión, con el barril de petróleo a $80. Insistía en que sin el concurso del sector privado, no era posible la creación de riqueza y empleos. En entrevista reciente que le hiciéramos en Unión Radio, advertía que Chávez perdería las elecciones en 2012 si seguía empeñado en declarar la guerra a los sectores productivos venezolanos. Siendo director del BCV (y a pesar de las “ataduras” del cargo) advirtió sobre la poca claridad de las cuentas de Pdvsa, sus dudosas cifras de producción y los niveles de endeudamiento.

    Fue director del Centro de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCV y decano de la Facultad, además de periodista y poeta, labores estas menos conocidas pero de las que se sentía muy honrado. No era raro que al entrevistarlo nos dijera “colega” con enorme orgullo. Su muerte fue tan inesperada que nunca pude hacerle una entrevista solo en su condición de poeta, tantas veces deseada y otras tantas pospuesta por fuerza de la urgencia cada vez más abrumadora de la crisis económica del país. ¡Cómo necesitamos hoy su palabra orientadora ante la vorágine que deroga la Constitución, aniquila lo poco que nos queda de libertad y deja la economía convertida en escombros!

    Manuel Caballero es otra pérdida enormemente sentida. Muy pocas veces la fuerza creadora viene acompañada de tan férrea disciplina en el trabajo que, unidas, producen incesantemente obras de tanta calidad. Manuel había firmado con su editorial la entrega de dos libros al año y enviaba cuatro. El mismo día de su muerte apareció su último artículo en El Universal. Nos decía su entrañable amigo, el también historiador Pino Iturrieta, que lo escribió en la sala de cuidados intensivos. Nadie como Manuel para definir con su autoridad y cáustico humor el maridaje entre la “peste militar” y el Gobierno del militar golpista. Ese deleznable militarismo que tanto daño le ha hecho a la Venezuela del pasado y del presente. Manuel Caballero muere pero no muere. Su obra y él son imperecederos.

    La cronista conoció a Carmelo Lauría como ministro, como presidente del Banco Central, como diputado y, sobre todo, como experto en finanzas, cuyos conocimientos buscaban no solo los militantes de su partido, sino de otras organizaciones políticas y numerosos empresarios. Profesional brillante, gerente eficacísimo y honrado (virtudes invalorables en quienes ejercen cargos públicos) asumió un bajo perfil ante la fiereza de ataques injustos. De carácter afable, Carmelo brindaba ayuda a quien la solicitaba y por eso tenía tantos amigos. En su biblioteca recibía a numerosos jóvenes y dirigentes de variadas tendencias en busca de consejos. Nunca menguó su preocupación por el destino de Venezuela, respecto al cual siempre fue optimista, a pesar de las apariencias presentes. Los tiempos por venir van a necesitar a Lauría. Una cruel enfermedad le produjo la muerte prematura que sus amigos y miles de venezolanos lamentamos.

    El tiempo suele restañar las heridas y valorar lo que perdimos, sobre todo si lo comparamos con el horror presente. Como está ocurriendo con la muerte de CAP, tema posible de otras entregas.


    Por: MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
    mcolomina@gmail.com
    domingo 2 de enero de 2011

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