La chica iba camino a su casa cuando
dos hombres empezaron a disparar
El hombre, al ver a su rival desde la ventana de la buseta, se levantó de su puesto, desenfundó su arma y comenzó a disparar. El hombre que estaba afuera, contaron los testigos, hizo lo mismo.
En medio del tiroteo, que comenzó a las 10:30 de la noche del domingo pasado, en el sector El Manguito, de Nuevo Horizonte, quedó atrapada Cecil Estefani López Aguilar, de 22 años. Dos tiros de los que disparó el hombre que estaba afuera del colectivo, alcanzaron a Cecil directo al pecho. Al recibir los impactos, Cecil gritó. El sonido le fue familiar a Reinaldo López, hermano de Cecil, que iba en la misma buseta pero sin haberse dado cuenta de cuando ella abordó la unidad.
Al verificar que era Cecil, contaron algunos familiares, Reinaldo corrió desde la parte de atrás de la buseta, hasta el puesto de su hermana y trató de socorrerla. El chofer de la unidad que cumplía con su recorrido desde la Plaza Catia hasta Nuevo Horizonte, colaboró, y desde El Manguito llevó a la malherida hasta el Hospital Periférico de Catia. Pero allí, a los quince minutos de su ingreso, la joven murió.
Ese domingo, Cecil, que estaba de vacaciones, había ido al cumpleaños de un amigo en Bello Monte. A las 10:15 tomó la buseta para llegar a su casa, donde vivía con sus hermanos y sus padres. Era la menor de los tres y la única hembra. Ella no estaba casada ni tenía hijos. Era TSU en Administración Tributaria y trabajaba en el departamento de facturación de la Funeraria Vallés. Su familia no había perdido, hasta el domingo, un familiar a tiros.
Su cuerpo estuvo en la morgue de Bello Monte desde el lunes en la mañana, pero al parecer lo entregaron este martes, porque habían muchos cuerpos, primero que el de Cecil, que debían ser estudiados, y poco el recurso humano para hacerlo. Se pudo conocer, que entre lunes y martes ingresaron 15 cuerpos a la morgue de Bello Monte y el número ingresos cerraba, este martes en la mañana en 483 cuerpos.
También en Nuevo Horizonte:
Luis Eduardo Maldonado, de 23 años, también fue asesinado en Nuevo Horizonte, pero en la calle Orinoco.
Los moradores no supieron darle detalles a la cuñada de Luis Eduardo, Jessica Morales, la única familiar que él tenía en Caracas. Solo la llamaron por teléfono esta mañana y le pidieron que se llegara hasta la zona para que reconociera el cuerpo.
“Cuando llegué, porque yo vivo en otro sector, lo vi ahí tirado. Ya estaba muerto. Lo único que me dijeron que a las tres de la mañana ya estaba ahí… pero nadie dio detalles de nada… por miedo aquí nadie dice nada”, dijo Jessica.
Ella vio por última vez a Luis Eduardo el 25 de diciembre. Pasó desde el 24 con ella y sus dos hijas, luego subió a su habitación. Según recordó Jessica, Luis Eduardo había llegado a Caracas hacía tres meses desde Maracaibo. Desde entonces trabajaba en lunchería como ayudante. También se dedicaba a pulir zapatos en sus ratos libres. “Él era muy trabajador, siempre se rebuscaba”, recordó. Luis Eduardo, según indicaron fuentes del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, murió debido a una herida que sufrió en la cabeza. Las hipótesis son varias. Pero entre ellas figura que lo golpearon con un objeto contundente quizás para robarlo o en medio de alguna riña.
Los moradores dijeron, además, que la calle Orinoco es de las más seguras de la zona, pues ven con frecuencia la presencia de la Policía Nacional Bolivariana haciendo patrullaje, pero advierten que necesitan más presencia para sentirse tranquilos. Ninguno quiso decir qué sabían con relación a la muerte de Luis Eduardo.
MARÍA ISOLIETT IGLESIAS | EL UNIVERSAL
miércoles 29 de diciembre de 2010
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