Riqueza del coltán descansa en el batolito de Parguaza
La riqueza de coltán en Venezuela está asociada a la presencia de una formación geológica que surgió hace más de 1,8 millardos de años. Los técnicos lo llaman el “batolito de Parguaza” y ocupa un área aproximada de 40.000 kilómetros cuadrados en la frontera de Amazonas y Bolívar. Es un nombre singular batolito proviene del griego y significa “piedra profunda” pero hay que familiarizarse con él para entender por qué al sur del Orinoco ha proliferado la explotación ilegal y el contrabando rumbo al exterior de un recurso estratégico en la economía mundial.
Coltán es un término popular, no científico, que abrevia dos minerales que suelen presentarse juntos en la naturaleza: columbita y tantalita.
De ellos pueden obtenerse los metales columbio (o niobio) y tantalio, cuyas aplicaciones son básicas en las industrias electrónica, aeroespacial, médica y metalúrgica, entre otras.
La presencia de esos recursos en las áreas adyacentes al río Parguaza se estudia en el país desde hace más de 35 años, contrariamente a lo señalado por las autoridades: “Hemos descubierto, en 2009, los primeros vestigios de lo que pudiera ser una gigantesca reserva de un mineral estratégico, y es bueno que el país comience a saberlo, que se llama coltán; yo le confieso que no tenía ni la más mínima idea de lo que es y significa esa piedra”, dijo el presidente Hugo Chávez cuando presentó la Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional el 15 de enero pasado.
Pero en el V Congreso Geológico Venezolano, realizado en noviembre de 1977, se presentó un informe sobre el tema realizado por la Dirección de Investigaciones Geoanalíticas y Tecnológicas del extinto Ministerio de Energía y Minas.
El título no podía ser más elocuente: “Minerales de estaño, niobio, tántalo y titanio en la zona del caño Aguamena, estado Bolívar, analizado con microsonda de electrones”. El texto fue incluido en la memoria del Congreso, y puede ser leído en las bibliotecas universitarias de las escuelas de Geología. Su autoría correspondió a dos investigadores canadienses que fueron contratados por el ministerio: H. M. Aarden y M. T. Davison.
No fueron los únicos documentos publicados con patrocinio oficial sobre las investigaciones del asunto. En 1980, una delegación del ministerio hizo una presentación sobre el caso venezolano en Río de Janeiro, Brasil, en un congreso del Centro Internacional de Estudios del Niobio y Tantalio (TIC, por sus siglas en inglés) que agrupaba a los principales productores y procesadores del mundo. De allí que la declaración de Chávez haya sido vista con extrañeza por la comunidad científica dentro y fuera del país.
A pesar de la antigüedad de los hallazgos en Venezuela y de la conciencia de los especialistas sobre su importancia desde entonces se conocían algunas de sus aplicaciones y se sabía que eran relativamente escasas el Estado nunca cuantificó las reservas. Estudios preeliminares mencionados por Chávez indican que podrían ser de 100 millardos de dólares.
Fuentes que trabajaron en el Ministerio de Energía y Minas entre las décadas de los años setenta y ochenta informaron la visión que privó: “Se creía que la inversión para esos estudios debía ser realizadas por el sector privado, pero las concesiones no se entregaron”.
En el camino ocurrió lo que ahora es evidente: prosperó el negocio ilegal.
El Estado ahora trabaja en la constitución de una empresa pública para la explotación de esos minerales. China, país con el cual el país tiene deudas por financiamiento, ha sido mencionado como un posible socio.
DAVID GONZÁLEZ | FABIOLA ZERPA
dgonzalez@el-nacional.com | fzerpa@el-nacional.com
Política | Economia
EL NACIONAL
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