La joven, al escuchar las
detonaciones, empezó a correr
Pero no avanzó mucho, se resbaló en el borde de la acera y se cayó. Cuando intentó pararse para continuar su huida, se topó con uno de los hombres que esa noche disparaba. El hampón la apuntó y le disparó dos veces: una bala atravesó su fémur y la otra su tórax.
Así se los contó la muchacha de 16 años a su papá, Alberto Galindo. Entre jadeos, entubada y recién operada, la adolescente recordó lo que pasó en el sector La Casona, del barrio San Blas de Petare, el domingo a eso de las 9:30 de la noche. Pero su versión se quedó hasta los tiros que recibió. Porque de pronto se desesperó y empezó a pedirle a su papá que la ayudara. “Tengo miedo, papá, por favor, no me quiero morir”, le repetía la joven mientras se le salían las lágrimas. Su papá cuenta que quiso calmarla, y él también quiere creerlo: “Hija tú no te vas a morir”, le repitió. “Pero la verdad es que no sé. Está muy malita. No he podido hablar bien con los médicos, ni siquiera sé quién la trajo… pero la veo malita… Yo también tengo miedo de que se me vaya”, comentó don Alberto.
La adolescente, como la mayoría de los seis caídos y de los otros 14 heridos de ese tiroteo, vive en la zona. Ella, contó su papá, no estaba estudiando, pero sí trabajaba como manicurista, y vive con su mamá.
El domingo en la noche, salió de su casa a compartir con los vecinos en el “cervecero” que en la zona suele hacerse, que no es mas que una reunión en la calle entre todos los de la comunidad, a los que también va gente de sectores aledaños.
Con el terror en la piel:
En el sector La Casona los vecinos tienen miedo. No quieren contar mayor cosa de lo ocurrido el domingo en la noche, porque temen que la banda regrese y le cobren con su vida el “atrevimiento” de hablar. Así están en la zona.
Con las ventanas cerradas y detrás de las rejas algún valiente solo alcanzó a decir que el tiroteo duró unos 20 minutos. “La gente corría y trataba de guarecerse donde fuera. Algunos se caían, se volvían a levantar y se volvían a caer… No podíamos sacar a ninguno de los heridos porque la balacera era muy cerrada. Esto fue un infierno”, dijo una mujer que prefirió no dar su nombre.
Otra vecina recordó que los tiroteos en esos predios son frecuentes. Pero el del domingo ha sido el más intenso, porque ha sido el único que ha durado tanto tiempo corrido y dejó tantos casquillos regados, al punto que los moradores aseguraron haber llenado dos bolsas con esas conchas. “Eso es un barrio bañado en sangre”, dijo mientras esperaba saber algo de alguno de los heridos que estaban recluidos en el Hospital Domingo Luciani de El Llanito.
De acuerdo a lo que han logrado conseguir los efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, durante las investigaciones de la mañana, se trata de una banda, la del sector La Chicharronera que se unió con la del El Encantado y todos bajaron hasta La Casona. Hay dos versiones, que hasta ahora explican por qué llegaron y arremetieron a tiros. La primera cita que el tiroteo comenzó cuando los miembros de La Chicharronera y El Encantado se toparon con un sujeto al que debían cobrarle la muerte de un amigo apodado “El Pran”, a quien mataron hace dos semanas, pero al parecer a ese sujeto no le pasó nada. Y la otra refiere que lo hicieron porque el viernes, en otra fiesta que se hizo en el sector El Encantado llegaron moradores de La Casona, y transgredieron la frontera que, al parecer, no puede ser violentada.
Efectivos de la División contra Homicidios del Cicpc y de la subdelegación de El Llanito trabajan, junto con Polisucre, para dar con los integrantes de los autores de la masacre.
Más muertes en la familia
Otra de las que trató de refugiarse sin conseguirlo fue Marilin Katiuska Peralta, de 23 años. Cuenta su tía Kiw Ibáñez que ella estaba detrás de un carro y su novio, que también había logrado ponerse a resguardo de las balas, le dijo que corriera para así tratar de salvarse, pero una bala la alcanzó en la cabeza.
El papá de la chica fue asesinado hace cuatro años en una balacera que ocurrió dentro de su casa en Turumo. Su primo, de apenas 14 años, también fue asesinado, pero hace siete años. Peralta, la mamá de ese joven, explica que el asesino fue condenado a 15 años y sale todos los días de la cárcel pues tiene una medida alternativa de cumplimiento de condena.
La mamá de Marilin, Mónica Ibáñez, lloraba mientras decía: “Pobrecita mi hija, tan linda, todo el mundo me decía que tenía una hija tan bella, ahora me queda mi nietecita que es igualita a su mamá”.
En medio de la tragedia de unos y otros, las familias dicen que aún no atinan a comprender lo que pasó.
Bandas con prontuario extenso:
Las bandas que el domingo dispararon en el sector La Casona del barrio San Blas de Petare, tienen un amplio prontuario, pero ambas, la del sector La Chicharronera y la de El Encantado, suele unirse.
Entre los dos grupos completaron esa noche unos 18 integrantes armados, dijeron algunos de los testigos. Sin embargo, el comisario Manuel Furelos, director de Polisucre, que trabaja con el Cicpc para dar con los maleantes, aseguró que eran seis los que actuaron y que de esos cinco ya están plenamente identificados, pero no quiso adelantar nada más.
De acuerdo a lo que pudieron explicar de forma extraoficial funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, los dos líderes de la banda de La Chicharronera son apodados “el Niño” y “el Jose”.
Ellos actuaron este domingo en la masacre de La Casona y se les señala como los presuntos asesinos del agente Argenis Herrera, el efectivo de Polibaruta que murió en la zona. También se les sindica de la muerte de un ex-Polichacao que se desempeñaba como escolta privado. Este ex policía se llamaba Deivis Guerrero y fue asesinado en La Casona el pasado 12 de octubre para robarle su arma.
De acuerdo a la versión de algunos moradores la banda tienen un poco más de año y medio operando por los predios de las escaleras La Chicharronera y la esquina Vuelta el Ahorcado. Y pasan por La Casona también.
Al parecer, además de vender droga y de tener rivalidad con otros grupos por las plazas de tráfico, tratan de ganarse el “respeto” de la gente metiéndose en la casa de los vecinos, a la fuerza, los apuntan y les roban todo. El que se niegue se muere.
Por estas dos bandas los moradores de esos predios aseguran sentirse aterrorizados porque no saben cuándo pueden ser los próximos en la lista de estos dos grupos que, según el Cicpc, reúnen más 25 muertos.
LAURA DÁVILA TRUELO /
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