La rutina en un refugio:
comer, dormir y esperar
Ancianos y enfermos sufren incomodidades en los refugios. El presidente designó a Francisco Sesto como ministro para la Reconstrucción Urbana de Caracas y ordenó desalojar La Ciudadela.
Cruz María Vera tiene 75 años de edad y vivía en Las Cumbres. Su casa se agrietó por causa de las lluvias y ahora debe dormir en un colchón sobre el piso, en la escuela Andrés Bello de Antímano. Su nieta, Gleisis Calderón, dice que han recibido buen trato, pero no sabe cuándo saldrán del refugio.
Vera tiene dificultades para mover las piernas porque hace dos meses la operaron de la columna. Tampoco puede usar el brazo izquierdo con normalidad. Su casa no se ha caído, pero Protección Civil ordenó el desalojo. Para sacarla de allí tuvieron que cargarla entre tres personas.
César Negrín es uno de los coordinadores de ese refugio y miembro del Consejo Comunal Guaicaipuro. Dice que hay 500 personas alojadas en los 14 salones. El sitio está lleno. Se oye mucha bulla, sobre todo en la cancha, repleta de niños y jóvenes.
El dirigente dice que brindan todas las atenciones, pero admite que la escuela no está en condiciones para albergar a los refugiados. “Hay que tratar de ubicarlos en otros lugares más seguros”, afirmó.
Asegura que los implementos de la cocina llegaron ayer.
Hasta ese momento, la escuela José Antonio Villavicencio, vecina de la Andrés Bello, se encargaba de preparar los alimentos para ambas instituciones.
La comunidad se ha organizado. Mujeres damnificadas cocinan. La despensa cuenta con paquetes de alimentos llevados por la Alcaldía de Libertador, Fundaproal, Unefa, UCAB, la Iglesia y otras instituciones.
La vecina María Alberta Mejías, de 61 años de edad, se refugia en la escuela de Antímano. Para ella, la comida que le dan es suficiente y la atención ha sido muy buena; dice que lo único que necesita es una casa. Extraña su vivienda, de la que queda sólo una pared. Los hijos acostumbraban a tomar café en su casa. Ese recuerdo la hace llorar. Al desalojarla, el 30 de noviembre, la llevaron a la Escuela Nacional Las Cumbres y luego la trasladaron a la Andrés Bello. Además de la casa, pide una ayuda económica porque no trabaja.
El peso de la enfermedad:
A Noris Pérez las lluvias le han traído muchos problemas. En septiembre, el agua se metió en su casa por primera vez.
Su esposo se asustó porque el terreno era inestable y decidió llevarlos a Yaracuy. En el camino tuvo un accidente de tránsito y su pierna impactó con el parabrisas. Su casa está a punto de caerse. Bajó por el cerro, saltando, apoyada en las muletas. Debe tomar medicinas y hacerse una cura diaria. El médico dijo que no era recomendable limpiar la herida en el refugio porque podían presentarse infecciones. El jueves tuvo que trasladarse a un CDI para hacer el procedimiento. El resto de los días su esposo incumple las indicaciones del especialista y hace una limpieza rápida.
Pérez fue una de las que agradeció que llegara la cocina al refugio. Dijo que ahora el suministro de alimentos es más frecuente y ya no debe comer enlatados, que le producen alergia.
A una carpa:
El presidente Hugo Chávez recibió ayer una avalancha de quejas durante la visita que realizara al refugio La Ciudadela, en el 23 de Enero. La respuesta del jefe del Estado fue circunstancial. “Me mudo para la carpa que me regaló Gaddafi.
(Francisco) Ameliach, instálamela en el jardín de Miraflores para gobernar desde allí”, dijo. Ordenó el desalojo del sitio porque está repleto de damnificados.
Chávez exhortó a su tren ministerial a que pusieran a la disposición de los damnificados las instalaciones de los organismos públicos.
Nombró como ministro para la Reconstrucción Urbana de Caracas a Francisco “Farruco” Sesto, pero no especificó cuáles serán sus funciones.
Chávez preguntó al ministro de la Secretaría de la Presidencia sobre el número de personas que podían ser acogidas en Miraflores, a lo que el funcionario respondió que tienen capacidad para acoger el lunes a 40 familias más.
“¿Cómo para el día lunes?”, preguntó. “No, una lentitud asombrosa es lo que tienen ustedes”, dijo. Acto seguido ordenó a sus ministros que durmieran en el refugio y que las personas allí alojadas ocuparan sus habitaciones.
Una de las mujeres que encaró al Presidente, que no fue identificada, le dijo: “Tengo tres años durmiendo en el suelo y eso no lo ve porque yo no lo digo (…) y trabajo, he trabajado por la revolución”.
Chávez pidió militar que le consiguiese una casa para el día siguiente o que la alojaran en un hotel gubernamental.
“Yo he creído en esta revolución, yo he creído en este proceso”, dijo la afectada, que al reparar en la presencia del alcalde Jorge Rodríguez afirmó: “A él yo nunca lo he visto por aquí”.
El mandatario reconoció que es responsable de la suerte de las 120.000 familias que están en los refugios, y destinó 36,5 millones de bolívares para atender la emergencia: “Te juro que lo estamos consiguiendo. Del refugio van para casas. Te lo juro. Lo que les pido es que me tengan paciencia”.
ARIANA GUEVARA GÓMEZ
LAURA WEFFER CIFUENTES
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EL NACIONAL
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