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    MOVIMIENTO2D: La tragedia de un Gobierno anarquizado

    No se trata de indagar cifras cuando la
    tragedia difícilmente puede ser medida

     

    Las lluvias torrenciales y persistentes que han azotado al país durante las últimas semanas han agravado nuestros problemas sociales y de infraestructura hasta extremos inimaginables. La carencia de organismos especializados, debidamente dotados, profesionalmente dirigidos, ha desnudado la realidad. Somos un pueblo indefenso, condenado a los avatares de una naturaleza maltratada.

    Ahora, a los desastres del hombre se suman los desastres naturales. Las pérdidas son incalculables, han muerto venezolanos que no debían morir, ninguna región ha quedado exenta de la devastación. La primera observación que debe hacerse es la carencia más absoluta de un sistema confiable de información para conocer las dimensiones de la tragedia. Un ministro da una cifra de damnificados, otro ofrece la que improvisa, o la que se le ocurre o ha recibido a última hora.

    Según las cifras oficiales, los damnificados están alrededor de 70.000. La cifra conservadora da, en todo caso, una pauta.

    No se trata de indagar cifras cuando la tragedia difícilmente puede ser medida. Las implicaciones del desastre se dejarán sentir a la vuelta de los días. Dramáticas demandas de vivienda, salud, trabajo. Los efectos de los aguaceros despiadados caídos sobre todo el país se reflejarán en la ya golpeada productividad agrícola. De modo que estaremos condenados a periodos de escasez, y a la recurrencia de importaciones masivas que es la gran fórmula oficial.

    Esta tragedia nos obligará a reflexionar sobre la irresponsabilidad de haber desechado los planes de desarrollo urbanístico y de haber dejado las cosas al azar. El caos oficial ha sido un aliado de las lluvias torrenciales. Las colinas de la ciudad han sido alteradas sin medir las consecuencias. Baste decir que hasta el cerro Ávila comienza a dar campanazos de alarma. Es preciso protegerlo, no con discursos heroicos o banales sino con técnica y ciencia.

    Un Gobierno que ha destruido las instituciones, que ha malgastado el tiempo y los recursos, que se ha obstinado en discriminar y ensayar teorías disparatadas, que busca en la “radicalización” una vía de escape, debe enfrentar ahora el desastre y más tarde sus consecuencias. Venezuela ya era un país empobrecido antes de esta diluvial temporada de lluvias. Podemos imaginar las implicaciones del drama. La imprevisión y la improvisación con que el Gobierno actúa, constituyen un factor que hace esta crisis mucho más grave y, sin duda, prolongada.

    Los miles y miles de damnificados claman por techo. Once años de demagogia y de retóricas irresponsables, de malversación incuantificable de recursos públicos, patentizan el retrato de una mala gestión. Este es un Gobierno que ha fracasado. El fracaso se puede ocultar con palabras y técnicas comunicacionales, y así lo ha probado el régimen. Pero siempre llega el momento de la verdad y éste es ese momento. La verdad, ahora, sangra.

    El clamor desesperado por viviendas de todos los damnificados de ahora y de antes, debe retumbar en los oídos del Presidente de la República. Él ha asumido públicamente, una y otra vez, la responsabilidad exclusiva del problema de la vivienda. El Presidente viaja a Moscú y desde allá proclama que Rusia construirá 20.000 viviendas. Va a Teherán y desde allá proclama que Irán construirá equis miles de viviendas. Va a Bielorrusia y lo mismo, el “hermano Lukashenko” construirá otras miles. Entretanto promete centenares de miles de viviendas cada vez que recorre las regiones. Todo palabras, promesas electorales que no cesan.

    El Presidente anarquizó el sector vivienda del Gobierno. Quita ministros, destituye ministros porque olvidaron acompañarlo a Aló, Presidente, cambia los nombres de los ministerios. Tanto que ya la gente no sabe dónde ir a protestar. El Gobierno también ha importado viviendas prefabricadas, y también las ha dejado perder en sus containers. Créalo o no lo crea. Da pena. Con las promesas de construcción de viviendas formuladas por el Presidente ya el problema habría quedado resuelto.

    Las promesas son buenas cuando se cumplen, pero cuando no, se convierten en bumerang, y esto es lo que ahora le sucede al jefe del Estado. Es hora de que le diga la verdad al pueblo crédulo y bueno, paciente y generoso. Albergar en el Palacio Blanco a 26 familias es un gesto humanitario. No hay duda. Pero el Presidente está obligado a pensar en los 70.000 o 100.000 damnificados que ahora claman, pero a los cuales se les ha prometido techo desde hace once años.

    ¿Cuántos años hace que el presidente Chávez Frías puso la primera piedra en la “Ciudad del Indio”, en compañía de los infaltables cubanos que son arquitectos, ingenieros, urbanistas, demógrafos, filósofos, guardianes, y todo lo demás que el Presidente necesite? ¿Pensó alguien en los efectos de construir una ciudad (hipotética) en esa montaña?

    La infraestructura de las ciudades está colapsada. Once años de mal gobierno, de discriminación contra las comunidades, sorprenden al régimen con las manos vacías. Sin planes. Sin equipos. Sin dinero. La red vial fue desatendida en todo el territorio. Es un peligro transitar por las antiguas vías debidamente mantenidas en tiempos pasados. ¿Cómo va a enfrentar el Gobierno tan severo problema? ¿O va a dejar que continúe el proceso de ruina o el colapso final?

    En Nicaragua hay un escándalo parlamentario porque el presidente Ortega se niega a rendir cuentas de los millones de dólares que le envía el Presidente de Venezuela. Este es sólo un ejemplo. Explica, en todo caso, por qué aquí la gente del pueblo está y estará pasándola tan mal. Explica por qué Pdvsa se endeuda y por qué la República anda buscando dinero afuera.

    El pueblo venezolano, víctima de estos desastres naturales y no naturales, le pide al Gobierno y al presidente de la República que le diga simplemente la verdad. No más promesas rusas o bielorrusas. No más cuentos iraníes o cubanos. Con manos venezolanas y talento y experiencia venezolana se debe resolver este dilema.


    Caracas 5 de diciembre 2010
    movimiento 2d • democracia y libertad
    www.movimiento2d.org

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