Según Wikileaks espías cubanos despachan con Hugo Chávez
En los cables de WikiLeaks se menciona
696 veces la palabra “Chávez”
La secretaria de Estado Hillary Clinton probablemente se equivocó al denunciar la publicación de los 250,000 cables diplomáticos por WikiLeaks como “un ataque contra Estados Unidos”: a corto plazo, las revelaciones perjudicarán a la diplomacia estadounidense, pero a largo plazo puede que ayuden a mejorar la imagen de Estados Unidos en el mundo.
Si lo que hemos visto durante la primera semana de revelaciones es la parte más jugosa de esta filtración masiva de cables diplomáticos, indudablemente hará más difícil la vida de los diplomáticos estadounidenses en las próximas semanas y meses.
El gobierno del presidente Obama va a recibir golpes de todos lados.
Los aliados de Estados Unidos se van a sentir traicionados. Gobernantes como el rey Abdullah de Arabia Saudita, quien según los cables confidenciales instó reiteradamente a Washington a atacar Irán y destruir su programa nuclear, le van a preguntar a Obama: ¿Cómo podemos confiar en ustedes si nuestras conversaciones secretas terminan en las primeras planas de todos los periódicos del mundo?
Los adversarios de Estados Unidos, a su vez, usarán cualquier crítica en los cables para acusar a Washington de estar metiéndose en sus asuntos internos. El presidente venezolano Hugo Chávez ya está denunciando los cables que aluden a los esfuerzos estadounidenses para contrarrestar la influencia de Venezuela en la región, aun cuando los documentos no respaldan sus acusaciones de que Washington estaría tratando de desestabilizar su gobierno.
Y en Estados Unidos, la derecha embestirá contra Obama por no respaldar a las fuerzas conservadoras en países como Honduras, donde el año pasado los militares depusieron al ex presidente populista Manuel Zelaya.
Así, durante los próximos meses, Estados Unidos recibirá una paliza. Una nueva encuesta realizada por Latinobarómetro en 18 países latinoamericanos revela que Obama –junto con el presidente de Brasil– es el líder extranjero más popular en la región, con un 73 por ciento de aprobación cada uno. No sería raro que las cifras de Obama caigan en la próxima encuesta.
Sin embargo, dentro de uno o dos años, cuando los cables diplomáticos de WikiLeaks desaparezcan de los titulares y pasen al mundo de los historiadores, quizás sirvan para desarmar algunas de las teorías conspirativas que proliferan en el mundo.
Los grandes titulares de hoy, como la pregunta formulada por Clinton a su embajada en Buenos Aires sobre la salud mental de la presidenta Cristina Kirchner, pasarán a la historia como fascinantes pies de página. Pero, como cualquier diplomático de cualquier país puede atestiguar, ese tipo de preguntas especulativas abundan en el tráfico de notas diplomáticas de cualquier embajada.
Pero, hasta el momento en que escribo estas líneas, el cuarto de millón de cables revelados por WikiLeaks no sustentan ninguna de las más extravagantes teorías conspirativas que circulan en el internet, como que el ex presidente George W. Bush –y no Al Qaida– fue responsable de los ataques del 11 de septiembre del 2001, o que el principal objetivo de la desastrosa invasión estadounidense a Irak fue apoderarse de las reservas petroleras de ese país, o que los diplomáticos estadounidenses en Latinoamérica están conspirando en secreto con políticos opositores para deponer a gobiernos izquierdistas.
En los cables de WikiLeaks se menciona 696 veces la palabra “Chávez”. De hecho, los cables demuestran que la diplomacia de Obama ha tomado partido por la democracia, aun cuando eso implicó apoyar a líderes populistas antiestadounidenses como Zelaya.
Contrariamente a los deseos de la comunidad empresaria y los conservadores en Honduras, el embajador estadounidense en Tegugicalpa, Hugo Lloréns, informó a Washington en un cable confidencial del 28 de junio del 2009 que “el golpe militar contra Zelaya fue claramente ilegal, y la asunción de (Roberto) Micheletti como `presidente interino’ fue totalmente ilegítima”.
Mi opinión: Todavía es muy temprano para dar un veredicto final, porque falta examinar miles de cables, y aun podrían surgir evidencias de que Estados Unidos está volviendo a sus prácticas más oscuras del pasado en algún país del mundo. Y también hay que tener en cuenta que hay otros cables de la CIA y otros organismos de inteligencia que no están incluidos en el paquete divulgado por WikiLeaks.
Pero si los próximos cables de WikiLeaks no revelan algo más explosivo, el solo hecho de que un cuarto de millón de notas diplomáticas confidenciales no contengan referencias que respalden las teorías conspirativas más delirantes debería restarles seriedad a estas últimas, al menos entre las personas razonables.
Paradójicamente, los WikiLeaks podrían ayudar a restaurar la imagen de Estados Unidos a largo plazo.
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