No es la primera vez que trasciende el interés de las FARC por el uranio.
Brasil tiene vastos recursos naturales
en madera, oro y uranio en el Amazonas
A la hora de analizar las amenazas del terrorismo, el secuestro y las zonas de alto riesgo para la seguridad de América Latina, las siglas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) figuran en forma reiterada en un buen número de los miles de cables de la diplomacia secreta estadounidense que se han filtrado a WikiLeaks y a varios medios internacionales.
El más reciente es un despacho de noviembre del año pasado en el que una diplomática de Estados Unidos expresa la sospecha de que la guerrilla colombiana podría estar explotando yacimientos de uranio, oro y madera en el norte selvático de Brasil.
Kathleen Allegrone, ministra consejera para asuntos políticos de la embajada de Estados Unidos en París, citó la presunta incursión minera de las FARC en un análisis sobre el acercamiento comercial y político de Brasil y Francia.
“El país [Brasil] también tiene vastos recursos naturales en madera, oro y uranio en el Amazonas, supuestamente explotados ilegalmente por grupos que se dice que incluyen a las FARC”, escribió Allegrone, en una análisis titulado Francia y Brasil: el comienzo de un romance. El cable está fechado el 19 de noviembre del 2009.
Allegrone no ofreció mayores detalles de la supuesta explotación ni indicios de su fuente de información, pero esta no es la primera vez que trasciende el interés de las FARC por el uranio.
En marzo del 2008, autoridades colombianas que confiscaron el computador portátil del abatido jefe guerrillero Raúl Reyes informaron que algunos correos electrónicos sugerían que las FARC estaban interesadas en adquirir 110 libras de uranio para vendérselo a un tercero.
A finales de ese mes el Ministerio de Defensa informó que habían sido incautadas 66 libras del mineral lo que, según el gobierno, agregaba credibilidad a la versión sobre las conexiones de las FARC con el material. Pero el uranio hallado no tenía propiedades para fabricación de explosivos radiactivos.
Las FARC negaron la versión argumentando que sólo los países desarrollados tienen la tecnología para enriquecer uranio “no una guerrilla que todavía lucha por la dignidad de los pobres con rifles y hasta con palos”.
El análisis de Allegrone se concentra en registrar, sin ocultar sus celos con el ‘‘romance” internacional entre Brasil y Francia, el proceso de integración de ambos países como una alternativa regional a las relaciones con Estados Unidos, tal y como lo planteó el presidente francés Nicolás Sarkozy.
“Sarkozy presentó el mito de que Francia es el socio perfecto de estados que no quieren confiar en Estados Unidos”, afirmó la diplomática.
Las FARC han sido también tema de la agenda entre Estados Unidos y Rusia.
Diplomáticos estadounidenses mencionaron la organización en una reunión con el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, en septiembre del año pasado, según otro documento filtrado.
Ellen Tauscher, la subsecretaria de control de armas del Departamento de Estado, expresó su preocupación a Ryabkov por la posibilidad de que los misiles portátiles aire-tierra que Rusia vendió a Venezuela terminen en manos de las FARC.
Ryabkov se comprometió, según el documento, a que los certificados de uso final sean legítimos y recordó su facultad para llevar a cabo inspecciones.
Brasil no considera a las FARC una organización terrorista, posición que ha resentido el gobierno de Estados Unidos, que las designó como tal desde junio del 2002.
Pero esta discrepancia es sólo parte de un más amplio historial de frustraciones de Washington en su afán porque el poderoso país suramericano se alinee con las políticas y estrategias de Washington en la guerra contra el terrorismo.
La molestia está continuamente reflejada en varios despachos de las sedes diplomáticas estadounidenses en Brasil y Francia que se filtraron a WikiLeaks.
Quizás el análisis más amplio y crudo sobre la preocupación diplomática lo hizo en forma confidencial en el 2008 el jefe de misión de la embajada de Brasilia, Phil Chicola.
En el documento, Chicola, acepta que Brasil coopera con la lucha antiterrorista, pero se queja de la reticencia del país de designar a las FARC como organización terrorista.
“El gobierno de Brasil se rehusa a calificar legalmente o aún retóricamente como terroristas a los grupos designados por Estados Unidos como tales”, señaló Chicola. Además de las FARC, el funcionario cita al movimiento palestino de resistencia islámica Hamas y el grupo paramilitar chiita, Hezbolá.
Chicola parece particularmente preocupado con la negativa de Brasil a prestar más atención a las transferencias de dineros hacia Líbano desde la llamada Triple Frontera, un triángulo fronterizo formado por poblaciones de Brasil, Argentina y Paraguay donde se sospecha que operan financistas de células islámicas extremistas.
El funcionario diplomático se quejó de que a nivel diplomático, Brasil se ha negado dos veces a respaldar los alegatos de Argentina de que los autores del ataque terrorista a la mutual judía de Buenos Aires en 1994 podrían haber recibido financiacion de la Triple Frontera “Ni la legislación antiterrorista ni la de antilavado de dinero, han sido presentadas al Congreso [de Brasil], a pesar de que ambas están listas desde hace un año”, indicó Chicola.
Esa actitud de Brasil, explicó, se debe a que los más altos niveles del gobierno y del Ministerio de Relaciones Exteriores, ‘‘son extremadamente sensibles a cualquier denuncia pública de que el terrorismo tiene una presencia” en ese país.
“Esta sensibilidad es resultado, en parte, de su temor a la estigmatización de una amplia comunidad musulmana en Brasil, estimada –pero no confirmada– por algunas fuentes en más de un millón”, y porque el turismo del país se podría ver afectado, señaló Chicola.
En las conversaciones y análisis confidenciales de la sede diplomática estadounidense en París, las FARC ocuparon un lugar predominante por cuenta del secuestro de la candidata presidencial franco-colombiana Ingrid Betancourt y tres contratistas de Estados Unidos.
Los cables describen cómo Sarkozy no tuvo mayores escrúpulos políticos ni diplomáticos en sus esfuerzos por lograr la liberación de Betancourt.
Estaba dispuesto a “lidiar con el diablo”, afirma el embajador de Estados Unidos en París, Craig R. Stapleton, en uno de los cables revelados por WikiLeaks.
En este caso el diablo, según la expresión utilizada entre comillas por el embajador, era el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
“Los franceses admiten que Chávez es un actor político difícil pero aceptan ‘negociar con el diablo’ para avanzar en las posibilidades de la liberación de la emblemática prisionera”, escribió Craig en su informe al Departamento de Estado.
Como parte del cortejo a Chávez, Sarkozy invitó al mandatario a París, agregó el cable.
Fue una opción que buscó Sarkozy tras “presionar” al mandatario colombiano Alvaro Uribe para que liberara a unos 200 guerrilleros de las FARC presos, indicó el embajador.
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