Aún no solucionan el problema a los que quedaron sin hogar hace meses,
y llegan más a los albergues.

Damnificados se suman en los refugios
a los que dejaron desastres anteriores

En la última semana, las precipitaciones han dejado a numerosas familias sin casa o con el riesgo de perderla, que van a sumarse a los damnificados de las lluvias de septiembre cuyo destino aún es incierto.

A principios de octubre se contabilizaban 6.128 damnificados en Libertador, y con las lluvias que cayeron entre el viernes y el sábado pasado se sumaron cerca de 1.400 personas que requirieron reubicación temporal.

En el municipio Sucre habían 350 damnificados al cerrar septiembre, y en la actual contingencia se sumaron 9 familias.

En Vargas se habían contabilizado 200 viviendas afectadas, a las que ahora se suman 580 familias damnificadas.

Guarenas y Guatire presentaron en ese momento 25 casas afectadas, y con las lluvias de los últimos días han llegado a 57.

Estos informes preliminares de daños en las zonas que conforman la Gran Caracas dan como resultado que hay más de 8.500 afectados en refugios, en términos conservadores.

Esto ha hecho que en los refugios coincidan viejos y nuevos damnificados. Es por ello que los organismos que coordinan el refugio El Fortín, en La Urbina, están acondicionando un piso adicional a los 3 en los que albergan a 900 personas del municipio Sucre y de otras partes de Miranda Luis Fernández está allí con su esposa y su hija desde los primeros días de octubre, cuando su vivienda en La Cascada, cerca del Terminal de Oriente, fue declarada en alto riesgo. “Yo fui posteriormente a ver mi casa y ya estaba perdida completamente”, expresó.

Fernández aseguró que algunas familias del lugar han recibido casas en el interior del país, pero mientras son reubicados, los damnificados se han organizado para garantizar el orden y la higiene del lugar.

Gabriel D’Andrea, director de Protección Civil del municipio Sucre, indicó que la persistencia de las precipitaciones ha hecho que la situación sea cada vez más complicada: “Aquellas zonas que no estaban declaradas en alto riesgo cuando empezaron estas lluvias fuertes hace dos meses, ahora se han convertido en zonas de peligro porque ha llovido tanto que han debilitado los terrenos y taludes”.

Un ejemplo de ello son las vecinas de la Zona 5 del barrio Julián Blanco de Petare. Ellas acudieron ayer a la sede de Protección Civil de Sucre, para solicitar que hicieran una revisión a sus hogares.

“Yo no pude salir con las lluvias del sábado porque el barro me bloqueó las puertas. Hoy, para poder hacerlo, tuve que brincar. Estamos muy preocupados en la comunidad porque hay muchos niños”, dijo Yesenia Boada.

Tragedia compartida:

En la localidad de Catamare, parroquia Catia La Mar en el estado Vargas, 137 familias damnificadas fueron albergadas en carpas, localizadas en el bulevar La Zorra.

Las viviendas fueron demarcadas por los Bomberos de Vargas como inhabitables, y ahora deben buscar un techo seguro, pero juntos como comunidad.

“Vamos a compartir esta tragedia unidos hasta que seamos reubicados en viviendas dignas y seguros, pero todos juntos, dentro del estado Vargas”, dijo Mirna Escalona, una de las líderes del grupo que permanece en condiciones infrahumanas en tarantines hechos con bolsas y plásticos.

Las 14 familias cuyas residencias colapsaron totalmente fueron llevadas a la urbanización Cacique de Maiquetía en las adyacencias del aeropuerto, pero el otro grupo de personas cuyas casas están amenazadas por la inestabilidad de los terrenos o a medio caer, tienen que ser pacientes y soportar sol y lluvia a la intemperie mientras el Gobierno les encuentra un lugar seguro donde llevarlos.

Miguel Carrasquel es uno de los fundadores del barrio. Hasta el viernes vivía con su esposa, su hija y su yerno en una buena casa, con todas las comodidades necesarias. Los aguaceros del viernes 26 por la noche socavaron las bases de su vivienda y no ha podido ni siquiera ir a sacar sus pertenencias.

“El sábado, los vecinos empezaron a notar que los terrenos cedían. Así es que nos vinimos al paseo La Marina y vimos cómo se desplomaban una a una las casas”, relatan Miguel y su esposa, Celsa Cordero, bajo un fuerte aguacero que se colaba por las bolsas negras que le sirven de techo a un porche improvisado, al lado de una de las 73 carpas.

Ilusión de alojarse en Miraflores:

Yasmairy Quijano, Nancy Gámez y José Pastrán vivían en Los Frailes de Catia, en una casa que se desplomó el viernes en la madrugada. Ayer se acercaron a Miraflores a buscar una solución, después de escuchar el anuncio que hizo el presidente Hugo Chávez el domingo: cerca de 20 familias damnificadas podrán vivir temporalmente en el palacio, mientras les construyen sus viviendas. Ahora ellos duermen en casa de una vecina. “Vinimos a buscar ayuda económica o un refugio”, dijo Quijano. Los tres presentaron su caso, pero les dijeron que el traslado a Miraflores no se haría ayer.

Que podían volver el viernes. Uno de los militares que custodia el estacionamiento en la plaza Bicentenario, les informó que estaban acondicionando las áreas para instalar a las personas. “Si quieren, vengan otro día”, les recomendó. En las otras entradas del Palacio de Miraflores, los militares estaban al tanto de la llegada de los damnificados, pero no sabían en qué momento se haría el traslado. El presidente Hugo Chávez afirmó el domingo que las familias que podrán vivir en Miraflores se seleccionarán de los refugios que se encuentran en Fuerte Tiuna. Los militares que vigilaban ayer en la tarde la entrada del Batallón Simón Bolívar, en el que se habilitó un área para los afectados, dijeron que ningún damnificado había salido de allí hasta ese momento. Informaron que los damnificados deben conseguir primero la inspección de Protección Civil, para que los censen. Después, pueden acceder a Fuerte Tiuna. Uno de los militares relató que una mujer llegó al refugio con sus hijos y sus maletas, pero no la dejaron entrar porque no había seguido el procedimiento. “Así les permitamos dormir aquí, si no se censan, no pueden ser ubicados en nuevas viviendas”, dijo.

SIMÓN GONZÁLEZ KAREM RACINES AREVALO
sgonzalez@el-nacional.com
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