El terreno comprendía una de las zonas
ambientales importantes del estado Apure
”Una buena parte debe pasar a control del Gobierno a través del Ministerio del Ambiente, es una zona ecológicamente frágil que hay que conservar…”.
El terreno comprendía una de las zonas ambientales importantes del estado Apure y los llanos venezolanos. Se engalanaba de ser un recurso natural rico en vegetación y desarrollar proyectos de conservación.
Las reseñas patrimoniales detallaban que era “el lugar de cría para el caimán del Orinoco”. Un escenario original que entrañaba áreas de selva, dando hogar a animales poco comunes.
Al día siguiente del mandato, el Instituto Nacional de Tierras atendió la orden del “comandante Presidente”, inmediatamente las autoridades nacionales tomaron las tierras; se le prometió al personal que serían reconocidos y garantizados sus derechos laborales.
Las negociaciones sucedidas después quedaron chapuzadas con la inseguridad jurídica que acusan continuamente los productores y gremios críticos a la gestión del Ejecutivo.
El otrora hato El Frío vació su nombre.
La política revolucionaria bolivariana decidió llamarlo Marisela, se conformó como una empresa socialista más, con metas para el cultivo de arroz. Sus riendas quedaron a cargo de Aníbal Espejo.
El mismo a quien hoy acusan de tenerla hundida en la “desidia”. Los testigos, los trabajadores que escucharon las promesas de cambio, ya saben las mieles de su gestión.
Los ofrecimientos laborales se los llevó el viento.
En apenas cinco meses de haber ingresado nuevamente al trabajo, Valentín Blanco conoció el fenómeno que azotó las tierras de reserva del chigüire.
“Conseguimos las firmas de los trabajadores, en reclamo porque no se había cumplido con lo que en principio se comprometieron, como el seguro de HCM, los cestatiques”.
La resolución de Espejo brilló: “Tomó la decisión de despedirnos habiendo un decreto de inamovilidad laboral”.
Quien preparaba la comida de los trabajadores también salió del suelo que la albergó en dos años. Ana Rosa Rivera se sorprendió con Espejo. “Nos llamó a una reunión a mí, a mi esposo y otros trabajadores. Cuando llegamos nos informó que estábamos despedidos sin darnos ninguna explicación”.
El Gobierno aseguró que las tierras serían destinadas a la producción de cereal. Pero uno de los mandatos centrales apuntó a tumbar el rastro de la historia colonial. Trabajadores en el anonimato comentaron que en las nuevas entrañas crece la “anarquía y corrupción”.
Manuel Cipriano Heredia, presidente de Fedenaga, dijo que al hato lo “están acabando. El problema que a nadie de los que ahora están ahí les duele”. Aseguró que el trabajo que se desarrollaba desapareció.
De El Frío a Marisela
Más de 63 mil hectáreas comprenden la tierra de hato El Frío, propiedad en la que además de reservas naturales vivió el general José Antonio Páez.
Los representantes legales informaron que la ganadería estaba presente con 40 mil cabezas de ganado.
Un año después de la intervención, 24 hectáreas eran sembradas con arroz, 85 días se dio para ver los resultados.
En diciembre de 2009 se cumplieron los 90 días de la meta del cultivo. El Ministerio de Agricultura y Tierras aún guarda las cifras reales de los resultados.
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