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Thursday, November 21, 2024
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Hampa roba en el transporte público, dicen que se trata de una colaboración

Planes impulsados por  el MIJ se quedaron en promesas y acciones
inconclusas que no acabaron con el hampa.

Choferes contratan empresas de
seguridad con detectores de metal

 

“A veces suben en parejas, o de a tres. Se sientan y en algún punto del trayecto uno se para y dice: ‘Bueno señores venimos en paz pero necesitamos que colaboren. Nosotros acabamos de salir de la cárcel y tenemos una familia que mantener, pero no conseguimos trabajo en ninguna parte, así que si nos pueden ayudar con algo, mi compañero pasará recogiendo su colaboración’. Mientras el delincuente da el discurso, otro pasa puesto por puesto con un bolso para que la gente entregue sus pertenencias”, relató Misael Mora, presidente de la línea Totumo-El Cementerio.

El conductor explicó que a las personas que se niegan a dar la “colaboración”, los emplazan a hacerlo violentamente, aunque en general los usuarios prefieren colaborar, porque la actitud de los atracadores es suficiente para infundir temor a las víctimas. Esto ocurre generalmente en el recorrido que va desde la estación del Metro La Hoyada y la iglesia de Santa Teresa, hacia El Cementerio.

Otra de las modalidades empleadas por los delincuentes de la ruta hacia El Junquito, es abordar los autobuses en las paradas y persuadir a los pasajeros a colaborar con dinero para entierros de sus amigos.

“Se montan con una foto o con un papel y dicen que necesitan enterrar a un amigo o un familiar y que necesitan una colaboración. Luego, si la gente no les da dinero se ponen violentos y dicen: ‘¡Ah! como no quieren ayudar, entonces esto es un atraco’ y cargan con bolsos, celulares y todo lo que lleven los pasajeros y, de paso, le quitan el dinero a los conductores”, dijo José Ochoa, presidente de la línea El Junquito.

Ochoa comentó que también se han conseguido con mujeres que participan en los atracos: un hombre saca un arma y amenaza, la mujer pasa puesto por puesto recogiendo el botín dentro de un bolso, que luego lanzan por una ventana y se lo entregan a otra pareja que pasa en una moto.

En la parroquia La Vega, los atracadores, incluso, han dejado a los transportistas sin pantalones, según el relato de Luis Guillén, presidente de la línea Cacique-La Vega. Aseguró que por el sector hay una banda que después de atracar a los pasajeros obliga a los conductores a quitarse parte de la ropa para evitar que puedan bajarse de las unidades a denunciarlos.

Cualquier hora es crítica:

Quienes se ganan la vida detrás de un volante conduciendo unidades de transporte público en Caracas y las zonas de la periferia han adoptado diversas medidas de seguridad para salvaguardar sus vidas y la de los pasajeros.

En la línea Unión de Conductores Guarenas-Guatire, que parte desde la estación del Metro Petare, contrataron a una compañía privada de seguridad que cobra tres bolívares a cada unidad que inspeccione.

En la entrada de cada autobús se ubica una chica con un detector de metales que pasa por los bolsos y por el cuerpo de cada persona que abordará la camioneta; posteriormente otra persona graba las imágenes del interior del autobús y registra cara por cara con una cámara de video para que en caso de que algún delincuente cometa un atraco, se pueda identificar.

“Tenemos una semana utilizando el servicio y no ha habido robos. Antes, eran dos o tres atracos diarios”, dijo Edilberto Meléndez, fiscal de la línea.

Para los choferes la situación suele ser crítica a toda hora, pues aseguran que la presencia policial en las rutas es nula.

“Diariamente pueden atracar hasta cinco compañeros. Ya estamos como resignados y sólo agradecemos que no nos maten. Son tan descarados que nos conocen y saben cuántas veces nos han robado y se ríen”, contó Luis Reyes, conductor de la línea Expresos Estrella, que cubre la ruta hacia Filas de Mariche.

Desprotegidos:

Aquel plan de seguridad emprendido en 2008 por el Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia llamado Ruta Segura ­que consistía en colocar a un funcionario de la Policía Metropolitana o la Guardia Nacional en las unidades de transporte público, para evitar que los atracadores actuaran­ quedó en el olvido, al igual que la supuesta dotación de radios portátiles que se materializó en octubre de ese mismo año.

En la primera y única entrega de radios se repartieron 30 unidades que serían sintonizadas con la frecuencia de la PM, con la intención de que los transportistas tuvieran comunicación directa con la policía y pudieran notificarles en tiempo real si ocurría algún hecho de violencia.

“El Ministerio recogió las radios hace un mes. La última la entregamos hace una semana, supuestamente para codificarlos de nuevo pero con la frecuencia de la Policía Nacional, porque la PM va a desaparecer”, explicó Montoya.

El conductor señaló que en relación con el uso de esas radios, el gremio tuvo diversas opiniones. Algunos opinaban que era una herramienta útil para mantener a raya a los atracadores, a otros les parecía un arma de doble filo, porque los delincuentes tomaban represalias contra los choferes a quienes les detectaban la radio.

“Tal vez es mejor que las recogieran, porque era complicado cargar con esas radios. Además, la policía nunca atendió ninguno de los llamados que le hicimos ni llegó a tiempo a ningún reporte, entonces tampoco fue que ayudaron mucho”, destacó Montoya.


Por Thabata Molina
Sucesos | Política
EL NACIONAL