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Thursday, November 21, 2024
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Una VALKIRIA en el Alto Orinoco

Christina Haverkamp es alemana pero vive tres meses al año entre los
yanomami, luchando junto a ellos. Christina junto a una amiga. (Por cierto, Christina es la de pelo rubio)

 

Es matemática y profesora de educación física, pero
abandonó su estabilidad por su vocación de entrega

 

Se llama Christina Haverkamp, nació en Hamburgo y dejó dos centros de atención en salud construidos por ella en pleno funcionamiento, en comunidades yanomami de Brasil. Aquí, en Venezuela, ha logrado levantar uno pero el segundo no, aun cuando una empresa de Pdvsa le ofreció los materiales para la edificación. ¿Por qué no ha podido construir este segundo ambulatorio? Porque ningún organismo oficial le ha prestado un helicóptero para el transporte de esos materiales. ¿Cuántas vidas indígenas se van a perder en los próximos meses porque en esta tierra bendita nadie ha puesto un helicóptero a la orden de Christina? Tiene los médicos dispuestos más la voluntad propia más los indígenas que harán el trabajo de construcción. Sólo falta, Dios santo, un

Dos mujeres yanomami retratadas por Christina

helicóptero de carga.

MALARIA CUATRO VECES:

El cuento es muy largo (quien desee mayor información puede conectarse a su página www.yanomami- hilfe.de ) pero aquí cabe rese- ñar un libro pendiente, editado en alemán y en vías de traducirse. Lo escribió su compañero Rüdiger Nehberg, con quien viajó en balsa de bambú (sí, de bambú) desde Senegal a Brasil… y luego siguieron hasta la Casa Blanca. Eso fue en 1992, precisamente para protestar por los 500 años de sojuzgamiento de los autóctonos de toda América.

El libro habla de los yanomami, de su cultura y de sus anhelos postergados; de sus ritos y costumbres.

Christina, con su profesora de español y traductora, está buscando editorial para publicarlo en español. Ya el Instituto Goethe se comprometió en parte de su financiación.

En Maracay acaba de comprar tres radiotransmisores y se dispone a llevarlos hacia comunidades yanomami que se hallan, como ella misma dice, en donde el viento se devuelve. El kit consta de radio, paneles solares, batería, una antena y un regulador. Todo eso hay que conectarlo y ella aprendió a hacerlo con el mismo proveedor, así que dejará cada sistema instalado en el lugar que corresponda. Cada uno de los kits cuesta 15 mil bolívares fuertes. El Rotary Club la ha ayudado, y también la gente del Colegio Humboldt. No ha estado sola, pero tampoco lo ha tenido fácil.

Sin embargo, su principal fuente de financiamiento es Alemania. Su vida es tres meses en la selva, sobre todo en el Alto Orinoco, y el resto del año dando conferencias, enseñándole al mundo quiénes son los yanomami. La invitan a universidades, colegios y ONG. “Cuando me invitan a un banco cobro más caro”, dice guiñando un ojo.

Tiene sentido del humor pero no suele reír. Ha pasado por la malaria en cuatro ocasiones diferentes y a pesar de eso hoy, curtida por el sol que le ha marcado su rostro tan National Geographic, está rozagante y vital en esta otra selva que es Caracas. Es fibrosa, te puede taladrar con la mirada y es resuelta como el demonio.

Estoy seguro de que si alguien le dice que es digna de admiración, no parpadeará.

Preguntará quizás cuánto le vas a dar para mejorar la calidad de vida ­o mejor, la esperanza de vida- a los yanomami. Sabe de su cultura, de sus terrores ancestrales y actuales más que cualquier venezolano. Sabe hasta qué punto son ignorados por las autoridades que ni idea tienen de poblaciones como Maiyotherie, Awakau o Pooshi.

Sin embargo, no se le escapa una palabra impropia.

Está en Caracas porque espera respuesta de Miraflores o del Ministerio de Salud. No sólo por el asunto del helicóptero; los yanomami han elevado un pliego de peticiones en materia sanitaria. Pero el encargado de Salud Indígena, ay, está en Cuba. Algunos periódicos capitalinos publicaron, no muy escandalosamente, la mortandad reciente de 53 yanomami. En realidad, Christina calcula que son muchos más. Hay comunidades a las que jamás ha llegado un helicóptero de ninguna especie. Hay otras rodeadas de garimpeiros, que dejan aguas estancadas donde crece el mosquito que produce la malaria.

Este lunes, Christina dará una conferencia en la Universidad Metropolitana. ¿Habrá algún medio venezolano interesado en escucharla?


Por: SEBASTIÁN DE LA NUEZ