Venezuela debe pagar por préstamos tasas de interés más altas que el resto
de los países. El mundo ve con preocupación cómo el Gobierno está
manejando la economía nacional.
El mayor riesgo país de Latinoamérica
La tasa riesgo país de Venezuela cerró en el mes de octubre del presente año con un nivel de 1.127 puntos. Eso significa que la tasa de interés a la cual Venezuela puede contratar créditos en el mercado financiero internacional es 11.27 puntos más elevada que la tasa de los bonos del tesoro norteamericano, que se supone que son los papeles de más bajo riesgo existentes en el mundo. En otras palabras, eso significa que Venezuela tiene que ofrecer tasas de interés muy elevadas para poder colocar sus bonos en los mercados externos.
El riesgo de que Venezuela no honre los compromisos externos que asume es percibido en el mundo como muy elevado y frente a ese riesgo exigen una tasa de beneficios mayor.
A fines de octubre la tasa riesgo país para Ecuador era de 1.004. Ese es el país que presenta ese indicador en niveles más cercanos a Venezuela. Después sigue Argentina, que viene presentando un descenso continuado en su nivel de riesgo país: después de haber tenido un nivel de 1.563 puntos en enero del año 2009, su nivel en octubre del presente año llega sólo a 539 puntos. Brasil tiene un riesgo país de 170, Colombia 136 y México 164. Los dos países que tienen el nivel de riesgo país más bajo en América Latina son Perú y Chile, con un nivel de 133 para cada uno.
VENEZUELA COLOCADOR RIESGOSO:
Es probable que Venezuela no deje jamás de cumplir con sus compromisos en materia de amortización y pago de intereses de deuda externa. Pero igual el mundo ve al país como un colocador riesgoso de bonos. Se trata de la imagen que el resto del mundo tiene del país, o de los temores que se existen en los mercados financieros respecto a la posibilidad de no pago. Es indudable que se trata de una cuestión que tiene un ingrediente subjetivo, aunque no necesariamente tendencioso o mal intencionado como suele suponer el Gobierno. Se trata de un temor que puede ser infundado, pero que tiene de todos modos una incidencia muy concreta y objetiva sobre las tasas de interés que Venezuela debe pagar para poder acceder al mercado internacional de créditos.
El indicador de riesgo país más reconocido y utilizado internacionalmente es el llamado EMBI que corresponde a Emerging Markets Bond Indexy que es elaborado diariamente por la firma internacional JP Morgan.
En ese indicador, de donde se han tomado las cifras mencionadas anteriormente, se ponderan tanto factores políticos como económicos: tasa de crecimiento, tasa de inflación, tensiones políticas, corrupción, etc.
NO HAY CONFIANZA EN VENEZUELA:
El estar mal rankeado en materia de riesgo país tiene graves consecuencias para Venezuela. En primer lugar, es un reconocimiento de que el mundo ve con preocupación lo que está sucediendo en la economía nacional. Los principales agentes económicos mundiales no comulgan para nada con los optimismos que pregonan el Presidente de la República o sus ministros del área económica. Todo aquello tiene indudablemente consecuencias no sólo económicas sino también diplomáticas y políticas. En segundo lugar eso significa que Venezuela debe pagar tasas de interés más altas que el resto de los países latinoamericanos para poder conseguir un millón de dólares en el mercado crediticio internacional. Mientras a Colombia, por poner un ejemplo, el mundo está dispuesto a prestarle a una tasa de 1,4% a Venezuela sólo está dispuesto a prestarle a una tasa de 11,3% o más.
Diez puntos más de tasa de interés es mucha plata en ese mercado donde se transan papeles que valen varios miles de millones de dólares. En tercer lugar, esa mala imagen internacional afecta no sólo a los eventuales acreedores financieros, sino que impacta también los eventuales inversionistas extranjeros. Un país que sobre el cual se teme que no pague sus compromisos de deuda externa es un país que también puede caer en la tentación o en la obligación de no permitir la salida de las utilidades que se obtengan como consecuencia de las inversiones que se hagan en la economía nacional.
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