“Una cámara no es un revólver. Una foto no es una bala”, decía una protesta que se había convocado para febrero de 2007 en la estación “Héroes” del Transmilenio de Bogotá.…”.
Así de sencillo: “lleve su cámara
y tome fotos”, era la invitación
Caracas.- A ese tipo de acciones civiles, pacíficas, traviesas y con la intención de activar y medir movilizaciones ciudadanas, le llaman FlashMob y son cada día más populares porque pueden ser activadas desde espacios digitales no convencionales.
Se trata de convertir la información en acción. En uso y recuperación de espacios públicos. Es la parte mágica y poco explorada de las ciberdemocracias donde la virtualidad deja de ser superficial y se convierte en presencia y rostros, en colectivos capaces de hacerse sentir. Esta clase de fenómenos tiene métodos comunes cuando hay imitaciones globales, como los congelamientos en centros comerciales, los desmayos masivos en calles o los bailes para honrar a Michael Jackson. Por lo general son grupos coordinados que se confunden en la multitud, realizan una acción y luego se dispersan.
Sin embargo, hay además particularidades regionales, como cuando en mayo miles de estudiantes argentinos decidieron faltar a clases. Se jubilaron. Hicieron una ratada, en lengua porteña. Porque sí. Hay de todo.
En Venezuela, con nuestras urgencias, algunas plataformas digitales son útiles para alertarnos sobre cómo está la vida allá afuera.
Casi todas las ciudades grandes del país tienen ya un canal de reporte de tráfico en twitter, que se alimenta de reportes ciudadanos. Y también se creó hace meses el @CaracasMetro, que cuenta con 25 mil seguidores de los reportes sobre el servicio de transporte masivo caído en desgracia. En principio la idea parecía extraña por la poca cobertura que hay bajo tierra y la inseguridad con los teléfonos celulares, pero puede más el valor y la indignación de quienes necesitan denunciar lo que ocurre más seguido: la solución para Caracas tiene fallos. No es un delito decirlo.
Del poder infociudadano a una errática política comunicacional del sistema Metro ha habido poco, y esa debilidad quiso suplirse con represión esta semana cuando tres policías nacionales se acercaron a Cristian Fuentes (@bombiro) y lo abordaron por tomarle fotos al colapso en Plaza Venezuela. Los PNB, a pesar de sus cursos de buenas prácticas policiales, intentaron quitarle el teléfono a Fuentes, lo obligaron a borrar fotografías (cosa que no es su atribución) y de paso lo amenazaron con sembrarle drogas. Triple combo contra la contraloría ciudadana.
El asunto es que no es uno sino miles de ojos. No es la foto sino la realidad. En la era de la comunicación ciudadana la información es indetenible, moviliza gente y exige acciones concretas a los políticos. Los twitteros son la multitud.
Por: LUIS CARLOS DÍAZ
& RENIER OTTO
@LUISCARLOS
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