Tierra arrasada
Nunca se sabe cuando Chávez amenaza en serio, o sólo quiere asustar. Estos días aseguró que sólo su permanencia en el poder después de 2012 evitará la violencia, implicando su deseo de sacrificarse por la paz del país. Muchos confirmaron así sus temores de que Chávez no abandonará Miraflores, olvidando que no necesariamente el Ejército y los chavistas lo acompañarían en esa aventura.
Ante esos anuncios con mayor razón hay que preservar la unidad, en especial si recordamos que el Presidente cuenta con más de un aliado oculto que apuesta a la derrota de la MUD. Aunque usted no lo crea.
En Argentina, los militares le dejaron el poder a los civiles después de la guerra de las Malvinas. En Chile, la presión internacional obligó al general Pinochet a convocar a elecciones. A continuación, el ejército pinochetista lo obligó a entregar el poder. A regañadientes, los sandinistas permitieron que Violeta Chamorro ocupara la presidencia, uno de los hermanos Ortega siguió de jefe del ejército. En la España de Franco, para lograr la transición democrática se olvidaron los crímenes de la dictadura y los excesos republicanos. En Rusia y en el este de Europa no castigaron a los represores y los antiguos dirigentes marxistas se trastocaron en magnates capitalistas.
Chávez sueña con que la oposición abandone la vía electoral, invoque el artículo 350 de la Constitución. Todo dependerá de si la MUD mantiene una unidad férrea y un compromiso electoral.
Los chavistas de buena fe nada deben temer de un cambio de gobierno, ocuparían un lugar en el mundo político del futuro. Miraflores vende la idea de una persecución contra los chavistas y de una vuelta al pasado.
Puro cuento de camino: no retornarán al poder los que hicieron naufragar la democracia. La corrupción la representa el actual gobierno, en el futuro prevalecerán en Venezuela los que rechacen tanto los males del pasado como los del presente. De algo estemos seguros: frente a la posibilidad de una derrota tratará de no perder el poder. Cualquier maniobra la detendrá una gran unidad nacional.
Chávez apuesta a la táctica de la tierra arrasada, desmantelar el sector privado, aumentar el poder del Gobierno, radicalizar a los suyos. Prefiere como enemigo a los empresarios que a los trabajadores, a los primeros los acusa de manipular a los segundos: nunca aceptará que la clase obrera se opone a la revolución. Le conviene leer a Lenin y a Trotsky para que conozca cómo los marineros del Kromstad y los trabajadores de San Petersburgo obligaron a los bolcheviques a una represión feroz. ¿Llegará tan lejos Chávez? Hasta ahora no ha sido un gobernante sanguinario. No lo ha necesitado. ¿Reconocerá la oposición el peligro de que desmantele a la sociedad y de paso siembre la división, como ocurrió el 26-S? Mucho dependerá de América Latina. Chávez ha perdido prestigio en el continente, pero todavía lo consideran un presidente cuyo poder emana de las consultas democráticas.
Habrá elecciones en 2012.
Los empresarios están atemorizados, algunos quieren salvar su pellejo y olvidar lo que pasa a su alrededor.
¿Habrá suficiente coraje en la oposición para enfrentar la amenaza de tierra arrasada? Más empresas confiscadas, medios cerrados. El Apocalipsis.
Por: Fausto Masó
Fausto.maso@gmail.com
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EL NACIONAL
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