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Thursday, November 21, 2024
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INSEGURIDAD: Divertirse en la noche está prohibido en la ciudad

Amanecer en las discotecas y salir en grupos son medidas para esquivar la delincuencia.

Por el hampa, bajan las ventas
en los locales nocturnos

 
La requisa es minuciosa. En la entrada, oscura, dos vigilantes corpulentos ­un hombre y una mujer­ ordenan abrir los bolsos. Sin notificar, cachean cuidadosamente a los clientes. “Son las reglas: unos deben pasar y otros no”, advierten.

La entrada a una discoteca, en Caracas, recuerda la de una cárcel. Los clientes lucen despreocupados, están acostumbrados a revisiones exhaustivas en sus salidas grupales.

 
“Yo nací viendo esto. Mis papás se alarman cuando digo que rumbearé. Pero es que ellos vivieron otra época“, afirma Ronaldo Hernández.

La época que refiere el muchacho terminó cuando Caracas pasó a ser la ciudad más violenta del mundo. “¡19.000 homicidios! Eso es una atrocidad, Venezuela nunca había tenido tantos asesinatos en un año. Por eso, intento salir menos”, dice José Manuel Rodríguez, un profesional que cenaba en Las Mercedes Ingeniero, 45 años de edad, canoso, tiene un curioso hábito: mirar insistentemente el reloj. El jueves salió a medianoche con su pareja, aunque evita estar en la calle al anochecer. Opta por restaurantes o la arepera donde se le entrevista. Hace una semana, ese sitio fue asaltado. Dos muchachos entraron para arrebatar carteras. “Eso indignó a los clientes, que los capturaron. Prácticamente fueron linchados”, cuenta José Manuel D’Aponte, el encargado de la arepera Caracas.

El comerciante ha presenciado secuestros, hurtos y golpizas. D’Aponte nota un declive en las ventas por la inseguridad.


No es el único perjudicado:

El hampa deambula en los puestos de perros calientes, taxis y discotecas. “Hay lugares escogidos por los delincuentes. En los barrios se ven más asesinatos y en el este de la ciudad, secuestros y robos”, dicen unos jóvenes en plaza Altamira.

El sitio, junto a Chacao y Las Mercedes, atrae a quienes quieren divertirse. Además de ser zonas comerciales, las personas que las frecuentan indican que allí hay menos delitos.

“Venimos porque estamos seguros. Hay zonas horribles, como el centro, que ya no pueden frecuentarse”, dicen unos muchachos en Teatro Bar, otro local en Las Mercedes.

Detrás le siguen una pareja de novios, Jean Paul Zune y Ruth Rivas, que convirtieron sus salidas nocturnas en operaciones comando. “Ella trabaja en la noche, la recojo y llegamos a su casa. Ahí, en Terrazas del Club Hípico, la dejo rápido porque la última vez me robaron el carro. Ni siquiera nos damos un beso”, señala Zune.

Encerrados es mejor:

Probablemente, algunas familias que iban a cenar en la arepera de D’Aponte decidieron escoger otros lugares. “Encerrados es mejor. Vengo con mis niños a pasear al Sambil, pero me recojo temprano”, relata Carmen Torres, ama de casa. Camina de prisa a la puerta del centro comercial. Son las 10:00 pm, reside a 4 cuadras pero prefiere pagarle 40 bolívares a un taxi para llegar a casa.

Hace dos viernes, 15 personas fueron asaltadas en la cola para comprar boletos en el cine de Centro Plaza. “Eran dos hombres, bien vestidos, con pistolas. Robaron a todo el mundo y salieron del centro comercial voladísimos”, cuenta Nelson Rojas. A él la escena le pareció una película de terror.

Película de terror:

En los cines de los centros comerciales de Chacao, el desfile de personas comienza a partir de las 6:00 pm. “Somos de Ciudad Bolívar, tenemos dos semanas en Caracas y salimos por primera vez en la noche al cine”, dice Salvador Azrak.

Las advertencias sobre la delincuencia en la ciudad han impedido los paseos nocturnos con sus hijos. Sólo tienen una recomendación: ir a centros comerciales. A pesar de que son lugares de recreación favoritos por brindar seguridad, no se salvan de la ola delictiva.

Pagar por la seguridad:

El patrullaje en las noches es circunstancial en el este de Caracas. Arnaldo Rodríguez, encargado de la discoteca B52 en Las Mercedes, indica que tienen resguardo. “La mayoría de los problemas se dan en la puerta. Nos caen a botellazos cuando impedimos que entren malandros. Por eso, tenemos que buscar más refuerzos”.

Él recibe con palmadas a los agentes policiales y ofrece algo de dinero para afianzar la protección. “Hay que darles un regalito, aunque siempre están pendientes”.

Para los comerciantes informales, la tarifa es menor.

“Mi jefe me dice que no dejemos de regalarle perros calientes a los policías”, explica el encargado de un puesto ambulante.

En algunos restaurantes disponen de un botón en la entrada, los policías de Baruta lo oprimen para dejar constancia de su paso y de su control.


MAOLIS CASTRO
macastro@el-nacional.com
Judicial | Sucesos
EL NACIONAL

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