“Llegó el Airbus, llegó el Airbus”
Cuando el hermoso Airbus blanco con su banda tricolor de extremo a extremo aterrizó en el aeropuerto de Maiquetía, ya todos sabíamos que traía a bordo 39 pasajeros y 12 tripulantes y lo más valioso según el presidente: 69 acuerdos importantes con 7 naciones de mayor interés mundial como son Rusia (20), Bielorrusia (12), Ucrania (1), Irán (12), Siria (7), Libia (10) y Portugal (7)
Esa noche del domingo, tan pronto el presidente tomó la palabra, cayó un furioso aguacero que mojó las intimidades del tren ministerial y demás invitados, razón por la cual la palabrería oficial se hizo corta, pero luego amenazó con hablar largamente en cadena nacional sobre el éxito de su gira, para el día siguiente.
Y efectivamente, lo hizo el lunes 25 de Octubre. Una larga exposición de incongruencias que privaron de distracción a la gente con sus novelas de costumbre, deportes, noticias variadas y programas entretenidos por la tele y llenó de un fastidio soñoliento a la población en una especie de castigo sin sentido como si él fuera la vedette del espectáculo nocturno, inundando el espectro de gamelote y una profunda sensación de fracaso administrativo y de inversión.
Lo cierto, es que el presidente hizo compras por mas 20 mil millones de dólares en su shopping presidencial. Da la impresión que botó dinero a “carretilla” limpia, fuera de los millones de dólares que costó el viajecito y de otros cinco millones en efectivo que se perdieron antes del viaje – según relata Nelson Bocaranda -, para una especie de caja chica, en manos de unos cubanos que fueron a retirarlos del Banco Central y luego no aparecieron por ningún lado, es decir, que se esfumaron como el vivo que no pierde oportunidad para meter mano ante la riqueza o robo fácil.
En Rusia gastó como 10 mil millones de dólares en una planta nuclear que no lo deja dormir, fuera de la compra de artefactos militares y viviendas; En Bielorrusia gastó mil millones de dólares en autobuses y camiones de discutida calidad; 600 millones en dos barcos portugueses; no sabemos cuánto en 37.500 viviendas armables de distinta procedencia, entre otras menudencias del mercado como aceite de oliva sirio y sabrá Dios en qué otra extravagancia, la cual no ha difundido aún, en su locura incontrolable para soltar la lana.
Cabe decir, que comprar afuera casas es arruinar la industria de la construcción nacional. Uno se pregunta ¿Para qué adquirió las cementeras y la industria metalúrgica si no hace nada y mas bien tiene que importar casas, en desmedro del desarrollo productivo nacional?
Mientras, ofreció vender plátanos, bananos, chocolate, café, petróleo (a precio fuera de mercado) con una importante pérdida por el flete. Y no se sabe de los vicios ocultos que tienen esas negociaciones propias de una política exterior independiente, “que permite a Venezuela jugar un papel importante en el nuevo mapa geopolítico del mundo nuevo” –según el presidente-. Sabrá Dios de dónde va a sacar esos alimentos de exportación.
El presidente defiende la venta de las acciones que tiene Venezuela en la refinería Alemana diciendo que nadie la quería comprar, hasta que se las vendió a los rusos en 1600 millones de dólares. Ahora, la mayoría de los expertos consultados dicen que la vendió a precio de gallina flaca, pero como el presidente no consulta a nadie para disponer de los recursos ni comprar artefactos bélicos y “pichache”, pues, el riesgo de que haga negocios chucutos y ª a perdida” es muy grande, porque la ignorancia ensucia las decisiones cuando la soberbia impide mirar el bosque.
LUIS ALFREDO RAPOZO
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo
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