Malos negocios: Gira fracasada
Por fin, el Presidente de la República terminó su gira internacional y con ello el país respira aliviado porque finaliza así un viaje lleno de disparates y de locuras que le causará gravísimos daños a Venezuela. Gracias a Dios que sus días están contados electoralmente y que muchos de esos acuerdos se pueden revertir, o encausar, de una forma que sea más o menos útil a los venezolanos y no sólo a los gobiernos extranjeros, como ocurre hoy.
Esta es la cuestión básica que se debe someter al análisis y la discusión política y económica. ¿Por qué el Presidente cada vez que viaja se convierte en un exitoso agente comercial de los capitales privados extranjeros y ningunea a los inversionistas de aquí? ¿Por qué tiene esa doble cara que lo lleva a volverse cariñoso y dócil con los empresarios rusos, iraníes, bielorrusos y ucranianos y, por otra, parte le enseña los dientes como un perro rabioso a los empresarios de Venezuela? ¿A qué obedece ese doble rasero, que clasifica como buenos compañeros de ruta a los empresarios extranjeros y los convierte en honorables socios de la revolución bolivariana por el simple hecho de firmar contratos con Venezuela? Acaso la actividad comercial, industrial y financiera no son iguales en ambos casos y tienden y buscan los mismos objetivos? Valdría la pena preguntarse si entre los sectores privados de los países que el Presidente visitó y los de aquí no fluirían de una manera más eficaz, conveniente y acertada las relaciones, si se entendieran entre pares que conocen sus campos de acción.
Pues, no, vea usted: el Presidente viaja para destruir a ultranza la iniciativa privada venezolana y traicioneramente fortalecer la industria privada de Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Irán, Siria y Libia. Muy pocos de los acuerdos firmados por Venezuela tienen que ver exclusivamente con explotaciones, comercios o servicios prestados o suministrados estrictamente por sectores públicos.
Al contrario, quienes se supone vienen ahora a invertir aquí desde los países visitados son producto fructífero y creciente de la alianza de los gobiernos con productores privados. Es una buena lección que los rojos rojitos deberían aprender en vez de querer cerrar Polar y Cargill.
Pero, además, esos acuerdos son tan irracionales que lesionan seriamente a los tradicionales proveedores de los mercados venezolanos. Observemos, por ejemplo, cómo el gobierno bolivariano le abre las puertas al aceite sirio (de baja calidad, por lo demás) en contra del olio elaborado en Portugal, que es campeón en abastecimiento de ese producto en toda Europa: es una puñalada en la espalda que pretende curarse con la compra de computadoras al gobierno portugués del primer ministro José Sócrates.
¿Por qué no se balancearon las dos cosas con Portugal, un país tradicionalmente amigo y tan querido por los venezolanos? Ojalá los aceites portugueses sigan llegando porque son de buena calidad.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL
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