De las cinco personas halladas culpables en Miami por su participación en el
caso del maletín, dos venezolanos y un uruguayo ya están en libertad.
A tres años del maletinazo
En 2007 estalló un escándalo que puso bajo sospecha las relaciones entre Venezuela y Argentina. Aunque en un juicio en Estados Unidos se reveló que los casi 800.000 dólares de la valija de Guido Antonini salieron de Pdvsa para Cristina Fernández de Kirchner, el entramado de negocios turbios continúa sin aclararse.
A bordo del vuelo que salió de Maiquetía a Buenos Aires, la noche del 3 de agosto de 2007, iban ocho personas.
A los argentinos Exequiel Espinosa, presidente de la petrolera estatal Enarsa; Claudio Uberti, director del órgano de concesiones viales y su asistente, Victoria Bereziuk, se le sumaron tres empleados de Pdvsa, la avanzada de la comitiva del presidente Hugo Chávez que llegaría dos días después en una visita oficial a Argentina: Wilfredo Ávila Driet, asesor de asuntos energéticos para el país sureño; Ruth Behrends, con el mismo cargo en Uruguay; y Nelly Cardozo, la asesora jurídica que revisaría los acuerdos.
Los otros dos no eran funcionarios, pero tuvieron cabida en el avión: Daniel Uzcátegui Specht, hijo del presidente de Pdvsa Argentina y Guido Alejandro Antonini Wilson, un empresario interesado en hacer negocios en el sur.
Bautizado con el mote del “hombre del maletín”, Antonini se convirtió en protagonista de un caso de corrupción que sólo era la punta del iceberg de los negocios turbios entre Venezuela y Argentina. Los 790.550 dólares que se incautaron en el aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires salieron de Pdvsa presuntamente para el financiamiento de la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, según se reveló más tarde en el juicio que se inició en Miami el de 2 septiembre de 2008.
De acuerdo con el testimonio del venezolano Moisés Maiónica en la corte, el ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, participó junto con el ex director de la Disip, Henry Rangel Silva, en las reuniones para planificar las coartadas para ocultar el origen y destino del dinero de la maleta. Según la reconstrucción que hizo el periodista argentino Hugo Alconada en su libro Los secretos de la valija, el asistente del ministro, Rafael Reiter, fue quien llevó la maleta con los dólares al aeropuerto. En el encuentro oficial en la Casa Rosada, 72 horas después del decomiso, Ramírez le dijo a Antonini sobre el escándalo que comenzaba a cercarlo: “Cuenta con nosotros”.
Sin embargo, en Venezuela no hubo sancionados por el caso el maletín. Por el contrario, Ramírez recibió el espaldarazo del presidente Hugo Chávez y algunos de los pasajeros de aquel vuelo charter rentado por Enarsa continúan en la petrolera.
La incautación de la maleta podría haber sido una de las primeras noticias sobre la existencia de una embajada paralela de Argentina en Venezuela, que es investigada en los últimos meses por el Congreso y la justicia del país sureño. El ex embajador en Caracas, Eduardo Sadous, aseguró que, con Uberti a la cabeza (mano derecha del ministro de Planificación, Julio de Vido), operaba una diplomacia alterna que cobraba sobornos a las empresas argentinas para poder exportar a Venezuela.
En la industria:
En Pdvsa, algunos dudan antes de pasarles la llamada telefónica a los compañeros de vuelo de Antonini.
Otros niegan que trabajen en la empresa, pero igual preguntan con interés los datos de quién los llamó.
Fuentes de la petrolera señalan que el único Wilfredo Ávila que aparece hoy en el directorio de la compañía trabaja en el departamento de Planificación Estratégica de Intevep, la filial de investigación de Pdvsa.
La persona que atiende la llamada en ese despacho asegura que es sólo una coincidencia de nombres, que él no fue el pasajero de ese avión, el Wilfredo Ávila que en 2007 era asesor de asuntos energéticos de Pdvsa para Argentina.
Días después de la incautación del maletín, Enarsa difundió un comunicado en el que indicaba que Ávila trabajaba en el área de protocolo de Pdvsa. De acuerdo con la reconstrucción que hizo Alconada en su libro, Ávila de 42 años de edad fue uno de los miembros de la comitiva venezolana que cenó en el restaurante Rosa Negra de Buenos Aires, para celebrar el éxito del encuentro de los presidentes Chávez y Néstor Kirchner en la Casa Rosada.
De allí, Ávila partió a Uruguay para continuar con los preparativos de la gira de Chávez por el sur del continente. En ese país estuvo con Nelly Cardozo, otra de las pasajeras, asesora jurídica de Pdvsa. La mujer participó en reuniones con Antonini y autoridades de Pdvsa en Argentina, horas después del incidente en el aeropuerto. Actualmente su nombre no aparece en los registros de empleados o contratados de Pdvsa. Fuentes indican que, como el resto de sus compañeros de vuelo, fue cambiada a otra dependencia de la petrolera, con la “sugerencia” de no revelar detalles de lo ocurrido en 2007.
A principios de 2010, en Pdvsa aseguraban que Ruth Behrends, la asesora de asuntos energéticos para Uruguay, había sido transferida a la sede de Pdvsa en Paraguay. En su despacho en Asunción, la Ruth que atendió el teléfono en abril de este año- aseguró que su apellido era otro y que Behrends iba poco a esa oficina. En todo caso, no escapó de los problemas, pues en Paraguay pusieron en la mira a Pdvsa por la posible sobrefacturación del combustible e irregularidades en los contratos.
Después de sus misiones en países del sur, Behrends parece haber vuelto a Venezuela: desde la sede de Pdvsa en Las Mercedes, Caracas, señalan que actualmente está de vacaciones.
Los “invitados”:
Antonini trata de pasar la página en su exclusivo condominio en Key Biscayne. El empresario venezolano-estadounidense, de 48 años de edad, no logró hacer los negocios para el proyecto del gasoducto que atravesaría Suramérica, razón por la cual tomó el vuelo. Alconada contó que Uberti, el “embajador comercial” de Argentina en Venezuela, le pidió ayuda para pasar las maletas por el control aduanero del aeropuerto, la madrugada del 4 de agosto de 2007.
Lo ayudó, claro, porque quería que el argentino le devolviera la mano con la concreción de los negocios. Dijo que la maleta con casi 800.000 dólares era suya y se metió en problemas legales en Argentina y Venezuela, donde tiene órdenes de captura.
A su regreso a Estados Unidos, Antonini fue contactado por funcionarios de Argentina y Venezuela para buscar coartadas que les permitieran sortear el escándalo a ambos gobiernos. Finalmente, optó por cooperar con el FBI y
grabó las conversaciones que tuvo con autoridades venezolanas y con sus socios y amigos Moisés Maiónica, Carlos Kauffmann y Franklin Durán, que intentaron convencerlo de asumir la responsabilidad del dinero que se incautó a cambio de 2 millones de dólares o de la posibilidad de negocios preferenciales con el Estado venezolano.
Pero era tarde. Antonini fue el testigo estrella de la Fiscalía estadounidense en el juicio que se le abrió a los tres venezolanos y al uruguayo Rodolfo Wanseele Paccielo por actuar como agentes del Gobierno venezolano sin autorización.
Ahora no puede salir de Estados Unidos. El domingo pasado dijo a La Nación (no ha respondido las solicitudes de entrevista de periodistas venezolanos) que ir a Argentina o a Venezuela significaría caer preso o arriesgar su vida: “Si voy para allá, estoy muerto”. “Se acabó el escándalo de la maleta y la fiesta siguió. Con otros nombres, pero continúa”, señaló, en alusión a las relaciones bilaterales que, según él, sigue manejando De Vido.
El hijo del gerente de Pdvsa Argentina, Daniel Uzcátegui Specht, aseguró en el libro de Alconada que Uberti y Bereziuk, así como la asistente de su padre, Maryory Gutiérrez, lo invitaron a subir al avión, que su padre no sabía que viajaría. Ni siquiera el presidente de Enarsa, el argentino Exequiel Espinosa, sabía que el vuelo estaría tan lleno.
Daniel, de 21 años de edad, fue empleado del abogado venezolano Moisés Maiónica y después de los empresarios Carlos Kauffmann y Franklin Durán. Era amigo de Antonini y estaba a su lado cuando la policía aeroportuaria argentina lo interrogó sobre el contenido de la maleta.
El joven continúa con sus gustos caros. Fue famosa en 2008 la fotografía en la que aparece frente a un lujoso Porsche. Ahora se le ve en Facebook en fotos tomadas a bordo de un yate y en casas de playa. Los testimonios de Daniel y su padre fueron solicitados por la justicia argentina, pero no comparecieron ante los juzgados.
“Dejé de emitir opiniones sobre ese tema, pero cualquier tipo de ayuda o asesoría que pueda darte sobre otro asunto sociopolítico, con gusto lo haré”, señala el muchacho en un correo electrónico.
Su padre, Diego Uzcátegui, quedó en medio de la tormenta que desencadenó la maleta de Antonini. Perdió su puesto en Pdvsa Argentina, pero ése no era su único cargo: también era gerente de la Oficina de la Presidencia de la sección encargada de las Empresas de Producción Social y de PDV Marina (puesto que ocupó hasta 2009).
Uzcátegui padre hizo carrera en Intevep y, según fuentes de la empresa, mantiene influencia en ese instituto. Luego del paro de 2002 escaló en el organigrama de Pdvsa.
Sobre el destino de su asistente Maryory Gutiérrez, algunos señalan que trabaja en la presidencia de Intevep, en Los Teques. La funcionaria atendió a la comitiva argentina ese 3 de agosto de 2007 en Caracas y luego sirvió de enlace con Antonini. En esa oficina aseguran que Gutiérrez renunció, aunque preguntan con avidez los datos de quienes la solicitan.
Antonini y otros testigos del vuelo identificaron a otro empleado de Pdvsa como el hombre que llevó al aeropuerto de Maiquetía no una, sino dos maletas con dinero, que juntas sumarían casi 5 millones de dólares: Rafael Ernesto Reiter. El funcionario habría consultado a Uberti antes de subir el particular equipaje. “Estoy trayendo unas cosas que me pidió el ministro (Rafael Ramírez)”, le habría dicho a Behrends en la sala de espera del aeropuerto.
Reiter, de 31 años de edad, fue escolta de Ramírez y se desempeña como gerente de Prevención y Control de Pérdidas de Pdvsa en la capital.
Reiter ha permanecido en su puesto pese al escándalo. Desde su despacho, vía telefónica, aseguró la semana pasada que no estuvo ese 3 de agosto en el aeropuerto: “No entiendo por qué me mencionan. Me gustaría ver elementos que probaran que estuve ahí. Acá no hay dinero en maletas, eso no se estila. Es una historia tirada de los cabellos”. Una historia que las autoridades venezolanas no terminan de aclarar.
ADRIANA RIVERA
arivera@el-nacional.com
Internacional ¦ Política
EL NACIONAL ¦ Aug 8 2010