¡Venga doñita, lleve su lumpia! ¡Aproveche
mi doña para que se fume su lumpia!
–Eso gritaba el camionetero Venancio con su acento colombiano por el parlante, que amplificaba su voz, mientras conducía la vieja camioneta cargada de lumpias aristobélicas, las cuales –según- ayudarían ha entender claramente la gira estratégica que hace el presidente, firmando acuerdos “jalados” por los cabellos, con varios países lejanos de Asia, Europa del Este y África; en una especie de shopping presidencial, para adquirir camiones y autobuses a Bielorrusia; armamento de guerra, acuerdos de plantas nucleares y vender refinerías a precio de gallina flaca a Rusia, sin siquiera consultarle al país ni a la Asamblea Nacional del proceso de compra-venta con características de multi-asunto, además de ofrecer petróleo por doscientos años a precios “extraños” a uno de ellos, como si le estuviese vendiendo el alma a Lucifer a cambio de quien sabe qué cosa.
Parece una locura, este proceder que da muestras de una ausencia de planificación nacional de hacia dónde se quiere enrumbar el país en materia energética, defensa y sin calibrar las posibles adquisiciones que se necesitan para enfrentar las necesidades reales de la población y de la Nación, fuera de un control presupuestario y financiero: da miedo porque el comprador parece un mono con una hojilla.
Con cada país visitado habla -el comprador- de acuerdos para construir viviendas, asunto que lo viene haciendo desde hace como un lustro sin llegar a cuajar en la realidad un proceso que responda a la carencia de viviendas en el país y a la necesidad anual de nuevas viviendas para las familias que vienen creciendo naturalmente, de tal manera que nos tiene acostumbrados a una especie de habladuría sin seriedad. Mientras en Venezuela –EL GOBIERNO- no conversa con los constructores nacionales: es una cosa francamente absurda.
Todos mirábamos por TV en cadena nacional, como el presidente inspeccionaba la planta manufacturera de camiones para cerrar el negocio de compra a Bielorrusia de esos vehículos y entonces-el presi- se entera, que ellos también elaboran autobuses y en plena visita, le dice a su canciller que también deberíamos adquirir autobuses que son más prioritarios y decide que debemos comprar los vehículos de pasajeros e instalar la fábrica en Venezuela, sin considerar las objeciones que comenzaron a salir en idioma ruso, que hablaban de que eso no estaba firmado y que no se podían ensamblar en el país.. Lo cierto, es que el hombre fuerte de Barinas andaba “acelerado” como si estuviese en el mercado del cementerio comprando vestimenta para las fiestas decembrinas, emitiendo cheques como si la plata fuera infinita y no tuviese otras obligaciones que requieren estudio y pago.
-¡Baje señor Rapozo!-me gritaba Venancio por su parlante escandaloso, mientras me convidaba a comprar las fulanas lumpias que abren el entendimiento y esas expresiones me dieron como pena cuando el hombre gritaba mi nombre a todo gañote para que le comprara las lumpias. Me dejé de tonterías y bajé con la bolsa bajo el brazo para hacer mi cola, que por cierto era bien larga.
Por: Luis Alfredo Rapozo
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo