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    Caracas: “Borraron a Nueva Tacagua del mapa”

    De acuerdo con el último censo, aún quedan 1.502 familias en la zona

    Los vecinos han reconstruido
    apartamentos demolidos

     

    Mientras esperan la reubicación en Caracas. En Nueva Tacagua, la espera tiene un significado elástico. Por ejemplo, Jesús Alberto Carpio vivió la época en que la zona estaba llena de barracas para alojar temporalmente a los damnificados, casi 30 años atrás. En esas estructuras estuvo 2 años, luego de que perdió su casa en el barrio Niño Jesús.

    Después, le asignaron un apartamento en el bloque 12 de la terraza KK de la urbanización, donde vivió 27 años. El inmueble, que pagó al Inavi, empezó a agrietarse y lo declararon inhabitable. Se mudó a un bloque vecino, que luce abandonado porque está parcialmente demolido, donde viven 8 familias y el monte y los escombros son las áreas comunes. La promesa era estar allí 2 meses, pero han pasado 6 años.

    Esta semana, Carpio pidió permiso en el trabajo para esperar al ministro de Vivienda, Ricardo Molina, que visitaría el lugar ayer. El albañil interrumpirá su jornada hasta mañana, por si el funcionario se retrasa: “La viceministra nos dijo que vendría hoy (ayer), pero lo más seguro es que sea mañana, por eso pedí permiso hasta el miércoles”.

    La gente que aún queda en Nueva Tacagua está a la espera de una respuesta definitiva sobre su reubicación. El viernes, un enorme deslizamiento cubrió la vía de acceso a las terrazas KK, L y M y los obliga a subir y bajar por un empinado camino que abrieron el fin de semana. La tierra tapió hasta el segundo piso de uno de los edificios y obligó a los bomberos a instalarse en el lugar y propiciar el desalojo. Pero los que viven allí no quieren ir a refugios.

    Johana Arana es la vocera de quienes, desde el viernes, volvieron a vivir el desalojo, aunque muchos prefieren seguir en los apartamentos a pesar del peligro. Son 132 personas que ahora se refugian en una escuela, que ya no funciona como tal, y en las plantas bajas de los edificios. A ellos también los llevaron provisionalmente a esos bloques y ahí han permanecido 11 años.

    En el tiempo que ha tardado el Gobierno en construir las viviendas necesarias las familias crecieron. Los apartamentos desalojados, porque los que allí vivían fueron beneficiados con otra vivienda, fueron demolidos por las cuadrillas del ministerio como una forma de evitar invasiones. Sin embargo, muchos han sido reconstruidos.

    “Nosotros no somos invasores. Cuando a mí me metieron aquí, mi hijo estaba pequeño; pero 11 años después él tiene su familia y por eso fabricó en los huequitos que quedaron libres”, dijo Arana.

    La misma historia. La situación se repite en casi todas las terrazas. En la entrada de la urbanización, los vecinos de los sectores A y B llegaron a “convenios de solidaridad”, para permitir que residentes de las áreas más inestables ocuparan los apartamentos desocupados.

    Dalia Belimonte llegó a la zona por esa vía hace dos años.

    La cambiaron de la terraza L al apartamento que hoy ocupa. Tuvo que colocarle instalaciones eléctricas y rejas porque, después del desalojo, el inmueble fue saqueado. Aunque el edificio está en pie, empezaron a observar los problemas que vivieron en las terrazas más inestables, también construidas en laderas sobre relleno de tierra suelta: las puertas se trancan, se abren grietas en las columnas y las cerámicas de los baños se despegan. Prefiere estar allí a que la reubiquen fuera de Caracas, donde toda su familia tiene empleo.

    A los vecinos les preocupa que se hayan olvidado de las 1.502 familias que quedan en el sector, de acuerdo con el censo de 2009. “Nosotros siempre hemos sido desechados, y ahora parece que nos borraron del mapa”, afirmó Víctor Jaimes.

    La espera por el desalojo durante más de una década contribuye al deterioro. El sector tiene 15 días sin recibir agua por la rotura de un tubo. El aseo no llega y el transporte público redujo su oferta.

    Quienes viven allí también están preocupados por el crecimiento de un botadero de basura y escombros, que genera una nube de polvo cuando hace viento. “Parece que tenemos un Ojo de Agua 2”.


    FLORANTONIA SINGER
    fsinger@el-nacional.com
    Sucesos | Caracas
    EL NACIONAL

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