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    Mazuco narra su historia como el preso político más emblemático del Zulia (V)

    El diputado José Sanchez, recuerda cada una de sus vivencias
    en Ramo Verde como si las hubiera tenido ayer.

    “Un televisor le cambia
    la vida a cualquier preso”

     

    En capítulos anteriores el diputado José Sánchez Montiel describió su drama al llegar a la cárcel de Ramos Verde. Hoy nos trae el viraje que le dio un aparato a su amarga existencia de tres años y 23 días. Vio paso a paso lo ocurrido con Manuel Rosales. Mañana amplía sus padeceres sobre las audiencias y nos dará algunas sorpresas.

    La primera vez que ví televisión en Ramo Verde fue durante la misa de La Chinita el 18 de noviembre de 2007.Un compañero había sido autorizado para tener radio y tele-isión, y fue así como logré ver aquello tan hermoso y significativo para un devoto como yo. Es decir, pasé mi primer mes aislado del acontecer informativo.

    Varios compañeros me recomendaron que hablara con el director para que me permitiera traer un aparato.Y se me autorizó a comienzos de enero. Mi esposa me lo trajo. Lo retuvieron cuatro días en la oficina de inteligencia para una revisión a fondo.

    Entonces solo podía sintonizar Venezolana de Televisión, lo cual me generaba cierta incredulidad. Yo viendo ese montón de propaganda socialista con cadenas presidenciales incluidas.

    Una tarde le solicité una audiencia al director para que me autorizara una antena de Directv. Él asumió ese riesgo y fue asi como mi esposa me trajo el aparato.

    Eso me cambió la rutina por completo.

    Comencé a seguir los principales programas de opinión, los deportivos y los culturales. Seguí todo el recorrido político rumbo a las elecciones de Gobernadores y alcaldes.

    Cuando escogieron a Di Martino me alegré porque teniamos gente para derrotarlo. No olvidemos que ese señor como alcalde lo que hizo fue pegar propaganda. Abandonó las barriadas populares y no sembró cariño.

    II

    Me llené de felicidad cuando ví que Manuel Rosales se las jugó con Pablo Pérez. Yo lo sospechaba, porque ví como Manuel siempre colocaba a Pablo a su lado en las inauguraciones. No lo decía pero mandaba señales claras. Mucho más me emocionó cuando Manuel se lanzó para la alcaldía. Imagínate, cómo perdía esa llave de Pablo y Manuel.Pero, lo que son las cosas.

    Hubo gente nuestra que apareció en televisión criticando a Manuel por haberse lanzado a la alcaldía. De todos modos, ocurrieron otros hechos que borraron esas críticas. Por ejemplo, aquellas visitas del Presidente Chávez al Zulia en plena campaña.

    Recuerdo aquel 12 de octubre del 2008 cuando la niña le solicitó a Chávez una escuela como las que hace el gobernador Manuel Rosales. Varios presos quedamos asombrados. Y me dolió lo que ocurrió más tarde.  Tremendos insultos lanzó el señor Presidente desde la Plaza de Toros, calificándolo de desgraciado infinidad de veces.

    Ví cuando apodó a Pablo como ´Bernardo´el del Zorro. ¡Qué triste esa política!. Los zulianos no somos así. Los insultos no dan votos en el Zulia.

    Pero sí hay algo que me estremeció. Y fue la amenaza de meter preso a Manuel. Quizás por lo que yo estaba pasando, pensé que esas amenazas se podrían concretar por aquello de los poderes. ¡Manuel preso!. Imaginarlo me daba escalofríos.

    III

    Ese televisor fue mágico. Más tarde mi esposa me trajo un DVD, películas, videos y mucha literatura. Con el tiempo varios compañeros de prisión también pudieron contar con televisores y Directv.

    Así mejoraban las cosas y aumentaban nuestros comentarios sobre temas generales. Vimos la captura del general Raúl Baduel y después lo recibimos en Ramo Verde.

    Me atormentaban las noticias sobre secuestros, especialmente las del Zulia. Veía y tomaba apuntes para analizar posibilidades. A ratos me llenaba de angustias, viendo noticias tras noticias, el país por un despeñadero, y yo preso.

    Por su puesto, la vida te da recompensas.Eso fue lo que ocurrió el 23 de noviembre de 2008 cuando ganamos la Gobernación del Zulia y la alcaldía de Maracaibo, entre otras. Ganó Antonio Ledezma, ganó Hen-rique Capriles en Miranda; Pérez Vivas en el Táchira; Salas en Cara-bobo, y así por el estilo.

    Estábamos felices, y yo en lo particular le dí gracias a Dios y a La Chinita.Elevé oraciones al cielo por mi Zulia querido. ¡Qué pueblo tan valiente!. De nada valieron las amenazas.Esa noche pensé que era cierto lo que decía Manuel con eso de que ´el Zulia ni se compra ni se vende´.

    IV

    Una semana después el televisor me volvió a llenar de emociones encontradas. Al viernes siguiente de la victoria de la zulianidad, interpelaron a Manuel Rosales en la Asamblea Nacional, creo que por siete horas.

    No me perdí ningún capítulo. Fue genial que Manuel solicitara transmisión en vivo. Así le quitó la máscara a quienes querían sembrarle culpabilidades. Fue una sesión interminable, con agresiones verbales y abusos en el uso del reglamento.

    Pero Manuel jamás decayó, y al contrario salió victorioso. Yo había sabido que ese día se graduaba en la Universidad una de sus hijas. Y me dí cuenta que yo no era el único que padecía por las ironías de la vida.

    Manuel debía estar disfrutando un acto de grado, pero estaba ahí como en un banquillo acusatorio. Imaginaba lo terrible que se sentiría la joven que se estaba graduando con su padre sometido al tormento en ese momento tan relevante para todo universitario.

    También seguí el empeño de Manuel de presentarse en Fiscalía y me sentí orgulloso de ver cómo lo aplaudía el pueblo. Manuel dio la cara hasta lo último y les desmontó todo. No había forma de transformarlo en corrupto.

    Es más, yo ví la entrevista que él dio en Aló Ciudadano la noche del incidente a las afueras del canal. Fue la última vez que salió en un medio de comunicación antes de resguardarse. Oré mucho, pidiéndole a Dios que cuidara a Manuel en esas horas tan complicadas.

    Esos momentos fueron de sintonía total en Ramo Verde. Finalmente, nos alegramos cuando se anunció que oficialmente Manuel había llegado a Lima.

    V

    A pesar de las ventajas de tener un televisor, mi mayor felicidad se producía cuando me visitaban mi esposa, mi madre y mi hijo, entre otros. Los subí varias veces al quinto piso y les mostraba la vista que teníamos a través de la ventanita que daba a la montaña y por donde mirábamos la llegada o la salida de nuestros visitantes.

    Esa era una ventana mágica, de fe. Perdí la cuenta de las oraciones que hice desde ahí. A veces estaba ahí y alguien gritaba: ´Pongan Globovisión´. Veíamos las expropiaciones, las amenazas, las agresiones al alcalde Ledezma, los nuevos vejámenes al Zulia, la supuesta guerra con Colombia, la ideologización en las escuelas, el rapto de puertos, aeropuertos, autopistas y demás competencias regionales.

    Hubo algo que me costó entender. En los estados conquistados por la oposición, el gobierno nacional asumió el control de los estadios.

    Por ejemplo, el Luis Aparicio y el Pachencho Romero no son manejados por la Gobernación del Zulia. Lo mismo ocurre con el Táchira. Muchas noches reflexioné sobre mi condición de preso político moderno y me comparé con los presos políticos de las dictaduras.

    ¡Dios Santo!. Cómo soportaron tantos años de encierro los presos de los años cincuenta. No tenían televisión ni prensa a su alcance. Yo sufrí por el olvido de muchos amigos y por la tortura de mis audiencias suspendidas. Pero al menos el televisor y Directv me permitieron quitarle dolor a esta existencia de tres años y veintitrés días de injusticias.

    Son tantas cosas que me vienen a la mente.Y las voy a contar para que las generaciones futuras sepan lo que cuesta una democracia. Para que nunca más nos dejemos engañar por falsas promesas en nombre de un supuesto socialismo.Por fortuna el Zulia jamás doblará las rodillas.

    (Continuará mañana…)


    Por: Jorge Koussa González
    www.versionfinal.com.ve

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