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    Mazuco narra su historia como el preso político más emblemático del Zulia (Parte II)

    El diputado Mazuco cumple hoy 4 días bajo el régimen de casa por cárcel a la espera de la decisión final se conocerá el miércoles en sala plena del TSJ.

    “Dentro del avión me llevaban
    esposado y apuntado a la cabeza”

     

    Ayer el diputado José Sánchez nos contó intimidades del mes que estuvo preso en el Cuartel Libertador. Hoy nos narra cómo fue el traslado desde Maracaibo a la cárcel de Ramo Verde y comenta cómo lo recibieron. Mañana relatará hechos inéditos ocurridos en estos últimos tres años.

    Como te contaba: Llegué al Cuartel Libertador creyendo que sería una corta pasantía y que la justicia me declararía inocente, pero me equivoqué.

    Estuve un mes preso ahí, diagonal a Grano de Oro. Una de las cosas que más dolió fue que precisamente el día que tenía prevista una reunión familiar con mi madre, mi esposa, mi hijo y mis sobrinos. me trasladaron desde Maracaibo a la cárcel de Ramo Verde.

    ¿Sabes quién sufrió con todo esto?. Mi nana. Es una viejecita a quien debo buena parte de mi formación y de mi crecimiento personal.

    En fin, yo jamás me acostumbré a ese mes de reclusión en el Cuartel. Llegó ese día 14 de octubre, hace tres años. Atrás quedaba la habitación que conseguí en pésimas condiciones y que dejé pintada, arreglada, limpia y con muchos recuerdos.

    Yo aún no terminaba de comprender la miseria humana ligada con política. Por lógica sabía que yo era una de las víctimas de quienes no han podido ponerle la mano encima al Zulia. Trataba de asimilarlo como un capricho político. Pero, fíjate. Ahora me sacaban de Maracaibo.

    Más que un capricho político, la cosa adquiría otras dimensiones. Mi ser interior, me daba fuerzas. Yo mismo me decía con mucho orgullo que soy zuliano y que no me doblegarían. Me sirvió mucho el ejemplo del pueblo, que a pesar de los insultos y las amenazas no les entrega el poder.Yo mismo me daba fortaleza.

    Me acordaba de la valentía, la inteligencia y el coraje de los zulianos. Yo no podía fallar. Bueno, atrás quedaba mi plan de cenar con mi familia.El 15 de octubre comenzó otra pesadilla, esta vez en plena madrugada mientras los zulianos dormían.

    Llegó un comando operacional semejante a los que escoltan a los presidentes de Estados Unidos, Rusia y demás potencias. El jefe de ese traslado habló poco.

    —Comisario, debemos trasladarlo a Ramo Verde. Ese es el sitio de reclusión que se ha dictaminado para que usted cumpla una detención mientras se comprueba o no su culpabilidad.

    Yo veía aquello y no lo podía creer. ´¿En qué cabeza cabe todo esto?¨, pensaba.

    Respiré profundo, miré al cielo, me inspiré en La Chinita, en mi familia y en mi pueblo. Y comencé a vivir la nueva etapa de la venganza política contra el Zulia.

    Un hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero en este caso la Ley estaba invertida. Me culpaban de algo que no cometí ni cometería nunca.

    Me llevaron mediante un gran operativo a la Base Aérea Rafael Urdaneta. Allí me montaron en un avión y me llevaron a La Carlota.

     

    Tortura psicológica

    Viví momentos que no voy a olvidar. Vi rostros que no voy a olvidar. Allí me encomendé de nuevo a mi Dios y a mi Chinita. Fue una situación incómoda que sólo resiste una persona con suficiente preparación para afrontarlo.

    Lo que ocurrió en el vuelo fue exagerado. Me sentaron en todo el medio del avión. Me esposaron a unas manillas. A mi lado había efectivos bastante armados.

    También detrás y delante iban hombres tipo Rambos. Comenzaron a torturarme con palabras soeces. ‘Ah, ¿te la tiras de arrechito,?’, me dijo uno. Otros me agredían con expresiones innombrables.

    Todo el tiempo viajé apuntado a la cabeza. ¡¡¡Dios mio!!!, pensaba yo. ¡¡¡Qué odio cargan encima estos individuos!!! Era un trato para un personaje macabro, vil, perverso.

    Y no cabía dudas que estaban equivocados de personaje. Desde luego, mi formación policial y científica me ayudó mucho. Ellos me decían cosas pesadas, me atacaban a la dignidad. Pero yo solo los miraba a los ojos. No les respondía. Para eso me ayudaba mi conciencia limpia.

    Ramo Verde, la pesadilla

    Eso era asombroso. La operación comando fue tal, que el mismo director del penal salió a recibirme porque pensaba que estaba planificándose algo, una toma, una rebelión.

    Fue algo asombroso, porque desde que me montaron en el avión en la BARU, estuve apuntado por todos los flancos. Apuntado directamente al cuerpo y con tortura psicológica.

    Y cuando llegué a Ramo Verde, pues aquello resulta algo inolvidable, tétrico, lúgubre.¡Dios mío!, yo no podía creer aquello. A mi llegada a Ramo Verde, iba en plan de explorar.

    Llevarme de un cuarto de un oficial en el Cuartel Libertador a una cárcel. Ahí llegué, me revisaron todo lo que llevaba en mi maleta, la misma maletica con la que volví a mi casa. Me subieron al quinto piso.

    Celda denigrante

    Cuando llegué al calabozo, pues, aquello era espantoso. Primero frío, pero oscuro, muy oscuro. No había luz. Super horrible y deprimente.

    El penal era feísimo. Condiciones muy deplorables. Eran como las once de la mañana cuando yo llegué. Pero ahí no hay hora, es decir, es lúgubre. Tú no sabes que hora es.

    Mi calabozo no tenía poceta. Era una letrina. No tenía agua, no tenía luz, me dieron una litera sucia, rota y oxidada, con una colchoneta vieja, hedionda, ruyida. Y al llegar, pues, de una vez le metieron candado a la puerta. Comenzó el horror y el tener que asumir vivir en esas condiciones.

    No obstante, me conseguí con gente solidaria, gente amable y gente que me ayudó a superar aquello, gente que pasaba por lo mismo que yo.

    (Continuará mañana…)

    Por: Ernesto Ríos Blanco
    www.versionfinal.com.ve

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