China a la ofensiva para apoderarse de producciones
y materia prima en países del Tercer Mundo
Entre los asuntos que los representantes de la República Popular de China colocan en los tratados que firman con los países que están en su agenda de negocios, existe uno que aparece como inevitable: la “solidaridad” con los avances de globalización y de economía de mercado socialista que ellos impulsan, no sólo internamente sino en el ámbito internacional. Nadie los saca de allí porque es una política de Estado, en la que se funda la sobrevivencia de la extensa burocracia comunista china. Es decir, sin impulsar múltiples pero específicas y determinadas maneras de enriquecerse, la China de hoy sería un verdadero caos.
Dentro de esa megaebullición de intereses políticos y aspiraciones particulares de enriquecerse que se ha desatado en China, vale la pena detenerse en su ambicioso plan de apoderarse de los mercados capitalistas externos produciendo mercancías a bajo precio y explotando sin misericordia a los obreros chinos, con muy bajos salarios y sin protección sindical alguna. Con ello logran invadir los grandes centros comerciales del mundo en comandita con las marcas exitosas europeas y estadounidenses, que han trasladado a China sus manufacturas porque les resulta muy provechoso en sus costos.
Desde luego, China no quiere ser el país al que los capitalistas acuden a fabricar sus productos y aprovecharse de los bajos costos que la rígida normativa de esa nación le impone a los obreros.
Quiere ser, a no dudarlo, una potencia mundial que no sólo coloca sus productos en el mercado capitalista, sino que lanza una ofensiva para apoderarse de las producciones y yacimientos de materia prima en países del Tercer Mundo. En África ya conocen dolorosamente los métodos de los chinos, que no son diferentes de las compañías inglesas o estadounidenses.
De esa manera han ido incrementando su control de la producción de las materias primas en los países africanos y ahora vienen por los suramericanos. Se aprovechan de que aquí, en Bolivia y Ecuador hay tontos que creen que negociar con la República Popular China es viajar en primera clase al socialismo.
Cómo se ve que no conocen a China, sus políticas serias y muy duras, en defensa de sus propios intereses, como debe ser para su propio país.
Aquí tenemos a un gobernante militar tan ignorante que se atrevió a decir que admiraba la revolución cultural china, cuando el sufrido embajador chino establecido en ese momento en Venezuela había sido perseguido por Mao. Tales estupideces hacen que Venezuela desconozca a China y a sus proyectos, sean buenos o malos, lo mismo da, pero que en principio reflejan netamente una relación capitalista que debe tenerse en cuenta.
Cuando el Presidente de la República alardea de su solidaridad con China por mostrarse represiva con la entrega del Premio Nobel de la Paz al disidente chino Liu Xiaobo, nos dice que ya la disidencia no es bolivariana, sino enemiga de la rebeldía revolucionaria.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL