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    HomeVenezuelaMaracaibo: Mazuco empieza a narrar intimidades en prisión (Parte I)

    Maracaibo: Mazuco empieza a narrar intimidades en prisión (Parte I)

    Hoy presentamos el primer capítulo de la historia de
    Mazuco el preso político más emblemático del Zulia
    (Parte I)

    “Fue un aparataje asombroso”

     

    ■  Tras la borrascosa liberación, el diputado José Sánchez Montiel trata de acomodarse en su casa.

    ■  Atiende visitas y abraza a sus afectos del alma.

    ■  Pero halló espacio para contar cómo se produjo su detención y cómo transcurrieron los 3 años y 23 días en Ramo Verde.

    ■  Hoy arrancamos esta serie periodística con el testimonio en primera persona sobre aquella tormenta que lo mandó directo al Cuartel Libertador.

    ■   Mañana les brindaremos la segunda parte con hechos asombrosos nacidos de la injusticia.

    ■ Con sentimientos encontrados y varios flash de imágenes cruzando una y otra vez por su cabeza, Mazuco, ya en casa, sólo disfruta de su pequeño hijo Gabriel.

    ■   Después de yo acudir varias veces al Ministerio Público a defenderme, la respuesta que me dieron fue que se me dictó una orden de aprehensión de un día para otro.

    El viernes 14 de septiembre se me imputa y el sábado 15 me privan. Yo estaba en mi oficina. Eran las siete de la noche, me llama el comisario Wilfrido Vargas, jefe de la subdelegación del CICPC en aquel entonces y me lo dijeron:

    -Comisario tenemos una orden de aprehensión en su contra-.

    Yo le respondo y le digo que me espere que yo voy hasta la delegación y me presento.

    Él me ataja y me dice:

    -No, no hace falta, nosotros vamos para allá-

    Me preguntan dónde estoy y les digo ‘aquí en mi oficina’.

    Yo comencé a preguntarme cosas, pero no me moví de la oficina.

    Aquí los esperé y siendo las 10:40 de la noche, llegó a mi oficina una comisión mixta de Polimaracaibo, el ejército, la Guardia Nacional y la DISIP.

    Fue un aparataje asombroso que me impactó.

    Yo estaba con mis escoltas, mis abogados y les dije claramente ‘no hay problema’.

    Les puse mis brazos:

     ‘si me quieren esposar, aquí estoy, espósenme pues’. No me esposaron, me dijeron que no hacía falta y me llevaron.

    Traslado tormentoso:

    Mi primer destino fue el Cuartel Libertador. Me montaron en la patrulla de Polimaracaibo, en medio de un rebulicio, un aparataje, muchas patrullas, convoyes militares.

    Yo pensaba ‘pero bueno, ¿Qué es esto?.

    Por qué tanto alboroto como si yo fuera un terrorista’ Fue difícil, pero uno está preparado para estas cosas y sobre todo decidí asumir esto con la frente en alto.

    Yo sólo pensaba en mi hijito, en mi esposa, en mamá.

    Llegué al cuartel y recuerdo que me recibió el comandante en aquel entonces del Cuartel Libertador, de apellido Mogollón.

    Me trató con mucho respeto y recuerdo sus palabras:

    -Comisario es un honor para mí conocerlo, disculpe que sea en estas circunstancias, usted sabe que estamos cumpliendo un mandato judicial. Esa noche yo estaba atónito, me sorprendía lo que estaba viviendo, jamás en la vida me lo imaginé.

    Yo no asimilaba nada, me preguntaba una y otra vez, buscando entender, interpretar, porque se trata de que lo acusan a uno de algo que uno no ha hecho.

    Asumió con aplomo:

    Era tarde ya, de madrugada, allí me acompañaban mis abogados y mi esposa. Me pasaron a un cuarto feísimo, era el cuarto de un oficial, pero en muy malas condiciones.

    Yo asumí mi cosa con mi conciencia tranquila, con serenidad, con aplomo. Ahí conversé unos breves minutos con mis abogados y Mariita, mi esposa.

    Yo les dije ‘Bueno tranquilos, esto es una cuestión política, esto lo vamos a superar, esto lo vamos a solventar rapidito’

    Tal vez, fui ingenuo en pensar eso, incluso cuando fui para el tribunal que conversé con un juez que no voy a mencionar ahorita, y me dijo, que no me preocupara que eso era político y pensamos que todo se iba a resolver en los lapsos que son 30 días y los 15 de prórroga, es decir 45 en total.

    Y resulta ser que hasta ayer tuve tres años y 23 días en prisión, sin juicio. Pasaron diez jueces y nueve fiscales por mi causa y nunca decidieron nada. ¿Cómo es posible eso, que uno pase tres años preso y sin juicio?.

    Separación dolorosa:

    Me sintió mucho porque me separaron de mi bebé que tenía ocho meses de nacido. Hicimos un tratamiento de fertilidad mi esposa y yo, casi dos años para concebirlo y de la noche a la mañana me arrebataron de su lado, no lo disfruté.

    En eso era que yo pensaba más desde aquella noche funesta que pasé en aquel cuarto del cuartel, que me tocó arreglar. Yo mandé a comprar la pintura, lo pinté, mandé a comprar una cama, acomodé mis cosas en ese pequeño baño, un televisor y mis documentos.

    Pero ahí los descontrolé:

    En el Cuartel Libertador tienen su régimen que se vio alterado por las manifestaciones de afecto hacia mi persona y por las visitas constantes que yo recibía.

    Iban hasta más de diez personas a verme todos los días y tuvimos que llegar a un acuerdo con el comandante del cuartel. Acordamos una visita de diez minutos y que pasaran de cuatro en cuatro personas.

    Eso eran pancartas, consignas, concentraciones frente al cuartel, eso tenía su lectura, se trataba de un pueblo pidiendo la libertad de su comisario, haciendo constancia de la inocencia de su amigo y al final eso tenía que prevalecer.

    Madrugonazo hacia Ramo Verde:

    Otro episodio de impacto. Fue un mes exacto el que pasé en el Cuartel Libertador (15 de septiembre al 15 de octubre). Un madrugonazo, sin aviso, sin explicaciones, bajo estrictas medidas de seguridad y sometido a fuertes torturas psicológicas.

    Me dolió mucho porque el 14 de octubre había planificado cenar con mi mamá y con mi esposa, eso es un recuerdo nítido, y me había visitado la Hermana Francisca, que me dio este rosario que llevo en el pecho conmigo y no me dio chance pues.

    Me sacaron en la madrugada del día siguiente en una caravana presidencial prácticamente. Esa madrugada se presentaron y me dijeron que me iban a trasladar al penal de Ramo Verde porque habían dictaminado como sitio de reclusión ese lugar.

    Me trasladaron:

    Nuevamente un gran alboroto policial, de nuevo regresaron aquellos momentos de tensión de cuando a uno lo trasladan como un preso en una patrulla, y más aún cuando activan un comando de esa naturaleza, todo con el propósito de intimidarme, porque no había ninguna razón que justificara tal escándalo.

    Pero no lo lograron:

    Yo soy un hombre preparado para estas cosas, yo tengo mi preparación como funcionario de la Disip, soy del Grupo Comando, soy explosivista y soy inocente pues, y contra eso no hay intimidación que valga. Nuevamente me encomendé a Dios y a mi Chinita y asumí mi situación con mucha serenidad y con? anza de que iba dispuesto a comprobar mi inocencia.


    Por: Ernesto Ríos Blanco
    www.versionfinal.com.ve

    (Continuará mañana)

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