Insistiendo en el tema de la corrupción, ahora explotando el
ángulo de carne sin carne, es decir, importación de papeles.
Importaciones Invisibles
y Mercancías Fantasma
Noticia Criminis.
En abril de 2009, Jesús Villanueva, Auditor General de PDSA le remitió al ministro de energía y petróleo Rafael Ramírez un Memorándum, donde señalaba irregularidades administrativas que podrían constituir indicios razonables de corrupción en la adquisición de 5000 toneladas de carne. Del Memorándum se desprenden presuntas violaciones al ordenamiento jurídico que rige la materia. A demás de no haber licitación se adjudico la compra a una empresa que oferto a un precio superior casi en el 50% la tonelada. Ello significo un acuerdo entre las partes para facturar, 24,7 millones de US$ en lugar del precio pactado, 14,7 millones de US$. Por último la carne negociada nunca ingreso a Venezuela. El Memorándum señala además el incumplimiento por parte de los proveedores del cronograma de entrega, pautado como urgente e inmediato.
Señala también, el incumplimiento de parte de los proveedores de pollo y leche importadas por los cuales PDVSA cancelo 577 millones de US$.
Y como toda torta tiene su guinda, dada la urgencia para ofrecer en Mercal leche a los consumidores, se sustituyo la contratación del flete marítimo (6.556 toneladas/39 millones US$) por un flete aéreo que incremento del costo de transporte en 71% (67 millones por la misma cantidad de toneladas).
Last but not least, contrataron también 105.000 toneladas de leche en el 2008 que no llegaron al país en el 2009. También se desprende del Memorándum del auditor interno, que en esas compras internacionales de mercancías a importar se constato falta de transparencia, ausencia de soportes e insuficiente información sobre el destino de los alimentos, es decir, una documentación incompleta de las operaciones financieras y logísticas.
Como en todos los oscuros negociados en las compras internacionales del régimen, participaron filiales de PDVSA, en estos caso Bariven y PDVSA Services Inc.
La carne nunca llego, el pollo no voló y la leche se perdió, no hubo licitación, hubo sobreprecio en las mercancías, hubo sobreprecio en los fletes, al final un negocio mafioso, solamente existen documentos y pagos, en un entorno de incumplimiento de la legislación.
La institución aduanera
La aduana es la primera policía del país, técnica, científica, multidisciplinaria, polivalente. Ejerce la “potestad aduanera” definida como la competencia de intervención sobre las mercancías, vehículos, locales, pasajeros y tripulantes que arriban, ingresan o están en el territorio nacional para concederle el régimen legal para el cual se declara.
La aduana moderna es facilitadora y contralora, se basa en el control del riesgo de las y de los operadores económicos. Las realidades de la globalización demandan de los países competitividad en la compraventa, estas operaciones internacionales se realizan mediante documentos exigibles internacionalmente. Constituyen la prueba de la legitimidad de la operación en origen y destino.
Las aduanas disponen de información y bases de datos que les permiten conocer las características de las mercancías, sus calidades, su especie y clase, sus precios y especialmente su valor en aduana.
En Venezuela el único responsable ante la aduana por las mercancías que importa, por el pago de los derechos de impuestos, y cumplimiento del régimen legal es el importador o consignatario aceptante.
Lo anterior lleva a la conclusión que si existen las documentaciones de importación y exportación en los países de origen y destinos de las mismas, el análisis de ambas documentaciones permite conocer en principio los términos de la compraventa concertada.
Las mafias en las aduanas.
En las aduanas se pueden concretar ilícitos aduaneros, corrupción, evasión e impuestos directo e indirecto, ilícitos cambiarios, legitimación de capitales, contrabando y tráfico, como crimen organizado.
Interesa centrar el análisis en las importaciones invisibles de mercancía fantasmas, operaciones delictivas que generalmente ocurren cuando existen subsidios a las importaciones y regímenes de control de cambio, los primeros como corrupción administrativa y los segundos como corrupción política.
La destrucción del entramado institucional del Estado y la proliferación desmesurada de organismos y empresas públicas han diluido el control previo, in situ y posterior de la gerencia publica, no ajustada a la normativa de control interno, lo cual estimula la corrupción.
La aduana en la “zona primaria y secundaria” tiene la competencia exclusiva y excluyente de intervención, no puede entrar ni salir de sus instalaciones las mercancías que no hayan cumplido con todos los requisitos establecidos en la normativa para su importación, transito o exportación, así tampoco se pueden realizar las actividades de trasbordo, almacenamiento, despacho directo, reconocimiento en destino, sin su autorización y cumplimiento de los requisitos legales.
Si en la aduana se infesta, infecta o contamina un alimento, la aduana debe llamar al funcionario sanitario para impedir su desaduanamiento, lo mismo sucede con las medicinas vencidas, los pesticidas prohibidos, etc. Aun cuando las mercancías se encuentren en almacenes autorizados o los gravámenes o impuestos a la importación hayan sido liberados, la aduana tiene potestad sobre estos.
Lo anterior nos lleva a la conclusión que en los escándalos de Pudreval y compañía, la aduana por acción u omisión, dolosa o culposa, o por culillo o jalabolismo, incumplió sus obligaciones legales y reglamentarias.
Al hilo de lo señalado debe resaltarse que las aduanas han venido sufriendo en estos doce años una profunda descapitalización intelectual y profesional, violatoria de la ley, que se concreta en que las jefaturas de los niveles normativos y operativos están dirigidos por militares o civiles sin ningún conocimiento en la materia y que solo acreditan en el currículo su militancia psuvista, lo que en estricto derecho hace nulos todos los actos administrativos que subscriben.
Las importaciones del régimen.
Como lo hemos señalado en otras oportunidades, el escándalo bautizado como “PUDREVAL” es solo la punta de un iceberg, dado a dos circunstancias fundamentales; una, que las importaciones del régimen no requieren del otorgamiento de divisas por parte de CADIVI o su adquisición en el Sitme, son producto de un presupuesto de divisas paralelo no transparente, inauditable, sin control posterior ni rendición de cuentas, y por la otra debido a la promulgación de Decretos y Resoluciones, que en general liberan las importaciones del régimen del cumplimiento de requisitos arancelarios y para-arancelarios y la cancelación de derechos, impuestos y tasas. Añadido lo anterior la modificación de la ley Orgánica de Aduana reduciendo el plazo del abandono legal, constituye de hecho la confiscación de las mercancías sin el debido proceso para adjudicárselas al estado, que con frecuencia las utilizan para fines partidistas y proselitista .
Más tarde que temprano explotara la bomba de las importaciones de carne sin carne, las empanadas sin relleno, de la corrupción política, destruida la fabricación nacional, el Presidente ha convertida a PDVSA y sus filiales en un oligopolio importador, con todos sus vicios y ninguna de sus virtudes. PDVSA ha creado numerosas filiales dedicadas a las compras internacionales a partir de Bariven, se crearon PDVAL, PDVSA Services Inc., Corporación Venezolana Agrícola, Almacenes y Depósitos Agrícolas y un largo etc., los cuales tienen como misión ultima el abastecimiento alimenticio del país, y que ha terminado convirtiendo “el Sucialismo del Siglo XXI” en la “Robolución Conteiner”.
Los negocios sucios que pensaron constituirían “el crimen perfecto” tiene antecedentes desde el año 2004, por la comisión que tenían que pagar los argentinos. En el caso de Ascensores Serbas, preguntaban en la Embajada de Caracas con quien había que arreglar, ya habían cerrado acuerdo por medio de Uberti con los Ministerios de Comercio, Salud y Defensa de nuestro país. Pareciera que el Postgrado de Coimas lo fundaron De Vido y Uberti que tenían como agente a Álvarez Tufillo.
El Fiscal General Policita, según Luis Majul, transcribe el párrafo más picante de la denuncia de la diputada Elisa Carrio: “Cuando todos los papeles estaban listos para la habilitación, tanto en Argentina como en Venezuela, Álvarez Tufillo o Uberti se contactaban con los gerentes de las empresas o agentes de exportación para confirmarles que Claudio Uberti pasaría a conversar. La habilitación estaría condicionada al pago del diez por ciento de la exportación en la Argentina y el quince por ciento al cobro del fideicomiso en Caracas. Lo que daría un total de 25 por ciento en coima por cada operatoria de exportación”. Entre las medidas de prueba Policita solicito al juez Ercolini que “se le tome declaración testimonial al ex embajador de Venezuela en la Argentina Roger Capella, y también al actual, Arévalo Enrique Méndez Romero”. Ese día en su clase de Derecho Penal en la Universidad de Buenos Aires, en el marco de la honestidad intelectual dijo el prof Ercoloni: ”el poder solo puede ser investigado a fondo cuando los que lo detenta empiezan a perderlo”. Majul piensa que en Argentina; “quizás ese momento ha llegado”. Aquí está por llegar.
El negocio de las compras internacionales.
Cuando la corrupción política se ha adueñado del comercio internacional y la autocracia controla todos los poderes, los mercaderes toman las riendas de la economía externa e interna. El Memorándum de Auditor Interno de PDVSA, permite percibir los entresijos y la profundidad de la misma. No se puede olvidar el escándalo de los bonos de exportación, típico de la corrupción administrativa que comprometía a exportadores, funcionarios de la aduana y agentes de aduana, que comparado con PUDREVAL, caso de corrupción política, con la participación de altos funcionarios del régimen, era juego de niños. Resulta el primero insignificante a no ser por el daño ético.
Lo señalado por Jesús Villanueva revela la profundidad de las transacciones del oligopolio importador gubernamental. Las mercancías que se importan son fantasmas, no existen, son solo una descripción en la documentación, en la declaración de aduana, en la factura, en el documento de transporte, en los registros y certificados sanitarios. En realidad no se exportan mercancías si no papeles, un agente, comisionista o traders organiza una operación virtual, se emiten, pero las mercancías nunca son transportadas. En connivencia con la aduana, dada las facilidades señaladas y al poder que tienen los importadores gubernamentales, se realiza un falso procedimiento de reconocimiento a partir de la presentación de la Declaración. Al final hay un pago al exportador, que organizo la operación mafiosa por unas mercancías inexistentes, solo hay un traslado de divisas de Venezuela al exterior.
Cuando existen mercancías en las transacciones se dan los sobre precios o sobrefacturaciones mediante la utilización de un intermediario que adquiere mercancías vencidas, saldos, remates, quiebras, a precios írritos, que no son de mercado en el país de exportación, y el intermediario las refacturas con los sobreprecios para su despacho e importación en Venezuela.
También puede ocurrir que se imponga una clausula de revisión de precio, y a las mercancías antes del despacho en origen se le alzan los precios de un 20 a un 100% del valor convenido, lo cual conlleva la evasión de capitales.
En estas operaciones se suele utilizar también a un operador logístico carente de principios éticos, o de maletín para organizar el tráfico hasta la aduana venezolana, el cual se encarga de emitir documentos falsos, adulterados o que no correspondan a las mercancías contratadas.
El régimen ha manejado tradicionalmente las compras gubernamentales descartando el procedimiento establecido en la Ley de Licitaciones, lo cual permite todo género de manipulaciones dolosas y corruptelas, las relaciones que se dan, se desarrollan dentro de las condiciones capitalistas de los negocios internacionales, se dan en el marco de lo peor del capitalismo salvaje y no dentro de los conceptos de las relaciones de intercambio socialistas. Al final del día lo que importa es el enriquecimiento, en estos casos ilícito. Estos Komunistas de pacotilla decostruyeron El Capital y el marxismo, para ellos el valor de las mercancías no tiene como fuente el trabajo, si no la compra, como compradores no le agregan valor a las mercancías, las ganancias corruptas que obtienen se la expropian no solo a los obreros, sino a toda la población, y no en el marco de la explotación del “el hombre por el hombre” sino de una mafia política a un pueblo. La plusvalía que genera la corrupción, que empobrece al país, que causa inflación, pobreza y desempleo, está justificada amoralmente en la concentración del poder, por un liderazgo ignorante, ineficiente, inadecuado, obsoleto y corrupto y en la utilización de mecanismos para-legales con fines anti democráticos. Si este régimen tuviera un rescoldo siquiera de ética socialista hubiese adelantado un sistema de compras de gobierno a gobierno, por lo demás de difícil transparencia si se realizara con los Castros, Ortega, Evo, Correa o los Kirchner.
Freddy Rios Rios.
friosrios@gmail.com
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