Ni se llama Antonio Salas ni pudo dar
explicaciones durante seis años
El hombre bajo este seudónimo es un conocido periodista de investigación implicado en un proyecto que le ha llevado por trece países y cuatro continentes. Todo para convertirse en uno más dentro de varias organizaciones criminales.
En el primer capítulo de El Palestino, cuyas primeras páginas publicamos aquí, el autor ofrece su gratitud: “A los amigos que han sabido comprender mis ausencias, durante meses, sin darles explicaciones y han seguido estando aquí. A los que nos las han comprendido, mis disculpas. Ésta es la explicación que esperaban”.
La primera vez que la vida de Antonio Salas corrió peligro fue en 2003, cuando publicó Diario de un skin. Es la historia de un reportero que se infiltra durante casi un año en el movimiento neonazi. Es la historia del skin llamado Tiger88. Es la historia de Antonio Salas.
Un año más tarde, publica una nueva investigación, esta vez sobre la trata de blancas: El año que trafiqué con mujeres. Este libro se centra en las redes internacionales de tráfico de niñas y mujeres para su explotación sexual. Las amenazas vuelven a sucederse.
Y a la tercera desaparece:
Seis años más tarde, Antonio Salas vuelve a enfrentarse a nuevos enemigos. A quienes le consideraron su hermano en la lucha, a sus confidentes en distintos grupos terroristas, a quienes le veían como uno de ellos. Es la historia de El Palestino.