Antonio Salas, cuándo estaba infiltrado. (Foto) El autor de ‘Diario de un skin’ publica ‘El Palestino,’ un libro en el que relata su vida durante seis años infiltrado en las redes terroristas internacionales.
“Si no vives 24 horas al día con
esta identidad, no funciona”
Antonio Salas, autor de ‘Diario de un Skin’ y ‘El año que trafiqué con mujeres’, recibe a Qué! en un pequeño cuarto. Acaba de publicar ‘El Palestino’, donde relata su vivencia como Muhammad Abdallah, un ficticio venezolano de origen palestino que entra de lleno en las redes del terrorismo ‘yihaidista’ internacional.
Salas lleva un gorro pese al calor que hace, grandes y oscuras gafas de sol y conserva la barba estilo árabe que luce desde que decidió comenzar este titánico proyecto, justo después de los atentados del 11-M de Madrid.
“Al principio, y como se decía que había sido ETA, decidí infiltrarme en la banda. Me apunté a euskera y me fui al País Vasco. Pero después, cuando se conoció la versión islamista, comencé a gestar este proyecto”, relata.
Salas aprendió árabe, se estudió El Corán transcribiéndolo a mano (“era un golpe de efecto muy bueno para mis infiltraciones el soltar citas del Corán de vez en cuando”, puntualiza) y hasta tuvo que circuncidarse: “Un día casi me descubren en unos baños árabes”.
Durante los seis años que duró la investigación, Antonio Salas, pseudónimo de este periodista de investigación, entró en contacto con terroristas muyaidines (terroristas islamistas), fedaiyines (guerreros árabes laicos), miembros de la resistencia palestina, miembros de Hezbolá, guerrilleros venezolanos, guerrilleros de las FARC y hasta etarras exiliados en Caracas.
“Todos tienen en común que creen que las armas son una opción lícita, una elección para llevar a cabo sus ideas y objetivos. Por eso se apoyan entre sí. Además, se necesitan: intercambian munición, detonadores, logística, adiestramiento, contactos, etc…”, relata Salas. “Lo único que les une es el arma, no la ideología”.
“Cuando me llamó ‘El Chacal’, estaba tan ‘acojonado’ que se me cayó el móvil”
El trabajo de Salas pone en riesgo su vida. Su verdadera identidad es desconocida, así como su origen y su ubicación. “Ni tengo muchos huevos, ni estoy loco, paso muchísimo miedo”.
“¿Las situaciones en las que más me he ‘acojonado’? Pues me puse nerviosísimo cuando me llamó a mi móvil por primera vez el célebre terrorista Carlos ‘El Chacal’. Me llamó una vez pero no me dio tiempo a coger el teléfono, así que me dejó
“No me volvió a llamar hasta el día siguiente”. “Otro momento de mucho miedo -continúa- fue cuando me encontré con los vascos (etarras) en Caracas. También cuando me registró en el aeropuerto del Líbano Hezbolá o cuando hizo lo mismo el Mossad en Israel”.
Salas no cree que se trate de inconsciencia el embarcarse en este proyecto. “Yo no hice ni la mili y de pronto me encontré con un AK-47 entre las manos. Pero es un proceso. Vas consiguiendo cosas, vas dando pasos y el instinto periodístico te hace avanzar. Juro que no es tan difícil, sólo hay que ir haciendo los contactos adecuados”, expresa.
De su valiosa y amplísima experiencia tras estar seis años infiltrado, Salas saca algunas conclusiones: “En Occidente existe islamofobia. Yo mismo la he sufrido al venir a España caracterizado como Abdallah. El problema es que metemos todo el Islam en el mismo saco: nos creemos que todos son terroristas o que son violentos. La realidad es que ni siquiera todos los musulmanes son árabes (ni siquiera son mayoría), ni todos los árabes son radicales, ni todos los radicales son terroristas”.
“Deberíamos ser más responsables con esto para que el mundo deje de polarizarse y dejemos de verlos con desconfianza, porque el problema es que en Oriente Medio está pasando lo mismo, y ven a todos los cristianos iguales: como machistas, sucios y violentos contra ellos. Deberíamos empezar a trabajar en la integración y en la comprensión porque si hay algo innegable es la expansión imparable del Islam, nos guste o no, lo queramos o no, la realidad es que las iglesias cada vez están más vacías y las mezquitas cada vez más llenas”, explica.
“ETA, Y TOCO MADERA, ESTÁ ACABADA”
Otra de las conclusiones que Salas extrae es la actual debilidad de ETA. El periodista entró en contacto con varios etarras en Caracas. “Allí los guerrilleros admiran a ETA, les fascina que sean el último grupo armado de Europa. Y ETA les vende una propaganda en la que les dicen que la situación de Euskadi es como la de Palestina. Por eso son bien recibidos entre las comunidades con cultura guerrillera”, analiza. “Pero la realidad -continúa- es que a día de hoy, y toco madera, ETA está acabada y tiene muy cerca su final. Si yo, que no soy nadie, he conseguido fotografiar al etarra Antonio Cubillas, ¿cómo no van a poder acabar con ellos? No tienen sentido, son el único grupo terrorista que padece Europa y caerán por su propio peso”, expresa.
Salas lamenta la instrumentalización política que, en ocasiones, se hace de su trabajo: “Los contactos que he presenciado en Venezuela entre FARC, guerrilleros venezolanos, islamistas y ETA son conexiones entre grupos armados que se apoyan, pero no es la política oficial de Chávez”. “Hay que entender que en Venezuela hay una cultura de decenas de años de los grupos guerrilleros, y por eso están presentes en muchos ámbitos de la vida pública. Pero eso no significa que cuenten con el respaldo ni la financiación de un Gobierno”.
El autor admite que cuando comenzó la investigación “no tenía ni idea de nada de esto, y me sorprendió el laicisimo de la resistencia palestina por parte de Al Fatah. Creía que eran islamistas pero su causa es nacionalista, no religiosa”.
“De hecho, cuando conversé con uno de los líderes de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa (brazo armado del partido Al Fatah) me descolocó completamente cuando me dijo que era cristiano. Ellos luchan por Palestina, no por el Islam”.
Salas se despide rogando un refresco para beber después de la intensa charla y admitiendo que la promoción del libro “es un tute”. Su identidad seguirá siendo desconocida y también su ubicación. Pero no su reconocimiento: “Si este libro sirve para que un solo adolescente árabe decida no arrojarse a la ‘yihad’, el esfuerzo habrá merecido la pena”.
Nacho Carretero |25 de mayo de 2010