LUIS ALFREDO RAPOZO: La muerte de Saldaña.

August 23, 2020

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Vivir (o Morir) en
Venezuela…

Cuando me dijeron que habían visto a mi compadre José Saldaña en Chacao, caminando doblado del dolor, no me pareció extraño porque desde que le conozco cuando no se daba un golpe montado en una tarima armando el escenario de una obra de teatro, se caía de un andamio, o se daba un martillazo en una mano…”

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AUDIO: Encontrar medicamentos en Venezuela no es nada fácil. Comprar una píldora y un antibiótico es imposible por el alto costo que estos representa. Según varios venezolanos, morir se ha convertido en un lujo…”.

■ Esa es su vida. Si bien, el hombre es un artista natural con sus manos, también era cierto que arriesgaba mucho en su trabajo, y muchas veces terminaba lesionado. Así, que me lo tomé con soda.

[L]uego, mi amigo Chuíto Salazar me dijo que el compadre estaba vendiendo sus herramientas -lo más preciado que tenía por encima de su mujer-, que era con lo que se ganaba la vida. Allí se me prendió la luz de alarma. Lo digo, porque asi estuviera pasando hambre, este hombre no vendería un taladro, una sierra, un percutor, un martillo. De esa manera, traté de localizar a mis dos ahijados -los hijos de Saldaña-, para que me pusieran al tanto de la situación.

I

Entonces, contacté a mi ahijada -la mayor-, que es una hermosa mujer; alta, de cabello negrísimo, con sus largas pestañas y su cara de pinta árabe, que no puede renegar de sus antecesores. Me informé que efectivamente, Saldaña se sentía enfermo desde que comenzó el año 2020. Desde Enero, sus dolores en el abdomen aparecieron, lo cual ameritó una visita urgente a Salud Chacao, la atención municipal de su comunidad, para que le atendieran con urgencia. Muy poco pudieron hacer allí por el hombre, sin embargo descubrieron que su dolencia venía del páncreas y que debía darle continuidad a una serie de exámenes de laboratorio en una clínica que estuviera bien dotada y disponible para continuar con la investigación.

II

De esa manera, fue a parar, a una de las mejores clínicas de Caracas, ubicada en Macaracuay, donde disfrutar de su recepción se cobra en dólares. En su laboratorio se determinó claramente, que el compadre Saldaña sufría de un tumor cancerígeno en el páncreas, con malas intenciones. Durante ese tiempo, que coincidió con el comienzo de la pandemia mundial, sus hijos estuvieron pendientes del compadre Saldaña y dejaron sus pingues ahorros de unos pocos cientos de dólares, entre médicos especialistas, exámenes, medicamentos, alimentos, etcétera.

III

Finalizando el mes de julio, se acabó el dinero de las emergencias, y los médicos llegaron a la conclusión que no había oportunidad de recuperar la salud del compadre. Entonces, le pusieron el sello a su expediente médico de DESAUCIADO.

IV

En los últimos días, la historia del compadre, parece sacada de una película mexicana de los años cincuenta, donde Pedro Infante se luce descubriendo la pobreza en que vive y un cuadro familiar marcado por el hambre y la muerte de sus hijos por falta de atención médica. El estado, no garantiza suficientemente la salud de cualquier ciudadano. Una enfermedad crónica, que en países del primer mundo es atendida en sus servicios de salud, aquí no hay manera que el enfermo tenga una atención digna. Sin embargo, el compadre Saldaña ha asistido al Hospital Domingo Luciani donde le llevan un tratamiento y le conducen a punta de calmantes en sus horas de despedida.

V

Saldaña con sus dos hijos están llevando estas tristes horas, con mucha resignación. Impresiona. Entonces, ha dejado indicaciones sobre su modesto patrimonio, incluyendo su vehículo, los bienes que dejará a su esposa y sus valiosas herramientas que permitirán lo que decidan sus hijos… si lo creman o le sepultan, “…lo que menos salida de dólares genere”, -dijo Saldaña-.

VI

En mi última conversación que tuve con el compadre, este me dijo que se sentía mejor, que le han bajado los dolores y ha podido dormir. Aunque sigue vendiendo sus peroles y ordenando sus cosas. Yo le pregunté si no tenía fe, sino se acordaba de Dios. Y Saldaña me dijo, que Dios ya se acordó de él, al punto que ha mandado a buscarlo por cuotas y cada día se lo lleva poquito a poquito.

*Luis Alfredo Rapozo, La Sociologia en aplicacion es mi vida. Escribo analizando el entorno en plena libertad de ideas. (Caracas-Anzoategui y en Uchire).

Por: Luis Alfredo Rapozo
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@luisrapozo
Caracas, sabado 22 de agosto de 2020

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