LUIS ALFREDO RAPOZO: El extraño caso de Mad Max

April 14, 2019

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Salí del centro comercial, rumbo a mi
casa donde no tengo Internet…

Allí estaba el viejo centro comercial, que en los años setenta concentraba diariamente a una multitud de personas, quienes asistían alegremente a los tres cines, donde se mostraban o exhibían las mejores películas en cartelera nacional e internacional; con diversos negocios para consumir bebidas, alimentos, papelería, vestidos, artefactos electrónicos, curiosidades, artículos, que te trasladaban a una ciudad del primer mundo; con sus sanitarios aseados, con personal de mantenimiento, vigilancia, control, etc.; que daba efectivamente tanto seguridad personal como para tus bienes…”.

■ Eran centros agradables, que le alegraban la vida a cualquiera, propicio para compartir, reunirse y realizar gestiones financieras, de viaje y todo lo que necesitara un ciudadano cosmopolita. “Éramos felices y no lo sabíamos” -me dice una señora- en la cola para pagar el estacionamiento y que escuchaba mis remembranzas de aquellos tiempos de la 4ta república, cuando siento muchacho, paseaba por esos pasillos con una nena, disfrutaba de una hamburguesa y de una película o el teatro; bailaba en mi PRE-graduación con una buena orquesta o adquiría cualquier bien con facilidad, siendo un estudiante, tan solo. Naturalmente, hay serias diferencias porque el dólar valía 4,30 bolívares; un verdadero “detallazo”.

I

[R]ecuerdo claramente al presidente del momento, inaugurando grandes represas en Guarico, en Mérida, en Táchira; tratando de ir adelante en el crecimiento de Venezuela que para ese entonces contaba seguramente con pírricos 13 millones de habitantes. No se la pasaban anunciando obras sin resultados como en tiempos de revolución. De ninguna manera. En esos tiempos se trabajaba pensando en el crecimiento. En esos tiempos la poca gente que viajaba, lo hacía por el disfrute; para estudiar una carrera de PRE o post grado y regresaban; se viajaba para comprar productos, maquinarias, para tener contacto con el mundo y sus innovaciones. ¿Quién va a querer irse del país en ese momento,

cuando había empleo para un recién graduado en cualquier parte del país con empresas ofreciendo desarrollo; con apartamentos para los jóvenes parejas que se ofrecían a precios accesibles y un carro popular costaba 25 mil bolívares? Hoy en día, se nos está yendo la juventud buscando oportunidades de estudio y trabajo; se nos van para huir de este ambiente asfixiante; se nos van para buscar recursos y ayudar a sus padres, que no se mueren de hambre y de mala atención médica. Eso lo sabe todo el mundo. Pero, resulta que para este año, se espera que la cifra de venezolanos que se van a buscar esperanzas, alcance los 10 millones de personas.

II

Pasear por el valle de Caracas, generaba una expectativa tremenda porque de oeste a este se observaba el crecimiento de las obras del subterráneo (el metro) y todo indicaba que su culminación sería cumplida en la fecha propuesta-y así lo hizo el gobierno verde en el año 1982-. La orquesta de Billo no los recordaba y las noches de Caracas, Maracaibo y otras ciudades eran vividas con alegría en discotecas, piano bares, donde se presentaban artistas de todas partes del mundo.

III

En revolución, parece que viviéramos en tiempos de Mad Max. Ustedes saben… esa película que muestra una guerra por el agua en espacios polvorientos, secos y donde se conducen chatarras transformadas para sobrevivir entre gentes que se mueren de hambre, de sed y todo es miserable, con la vida sin valor alguno.

IV

Después de 20 años de revolución, descubrimos que en cuatro lustros se han robado inmensas cantidades de dinero. No me refiero a bolívares sino a dólares y euros. Miles de millones de dólares pueden estar escondidos en una cuentita de un ex ministro, de un presidente, de un ex presidente rojo. Dinero “extraviado” que hace falta para comer… eso lo sabe todo el mundo y es una necesidad jurídica- existencial-social recuperar ese dinero y sentar precedentes penales como nunca. Cuando

estos degenerados y resentidos sociales llegaron al poder-siempre lo digo- eran unos pela bolas. Yo recuerdo a Elías Jaua –por ejemplo- con su chaqueta de cuero percudida y mal vestido y ahora tiene niñera que pasea por el mundo, su mujer se consulta en Sao Paulo y su suegra va de acompañante. “La pinga-como decía Bolívar-, eso merece Contraloría, que el Sr. Amoroso-otro bicho de uñas sucias- debería resol ver –pero, no lo hará y todos lo saben-.

V

Entrar a un hospital es tener la vida pendiendo de un hilo. No tienen recursos. Increíble. No tienen una inyectadora, algodón, soluciones y mucho menos medicamentos. El paciente debe contar esos recursos que le permitan adquirir el tratamiento y además, mucha suerte de no adquirir una bacteria que puede llevar al cementerio a un descuidado.

VI

Por todas partes hay gente cargando botellones de agua. Carruchas cargando envases de todo tipo, cuyo líquido es recogido de riachuelos que bajan del cerro El Ávila. El mismo gobierno ilegal de Maduro ha difundido los lugares donde se puede recoger agua y ofrece camiones cisternas que no se dan abasto para atender a millones de hogares. Lógicamente, en los hogares, la carencia de agua cambia la vida, hasta el hábito de bañarse diariamente…

VII

Entonces, el racionamiento de electricidad, la carencia de agua, los hospitales en mengua, con otros elementos de subsistencia hacen que el ciudadano parezca un extraño fenómeno viviente que deambula por la ciudad como monstruo demacrado, débil, amarillento, empobrecido y comiéndose un cable. Y les digo una cosa, he visto gente buscando cocinas a kerosén, que no se usan en ningún lado y que tal vez existan en un museo. Entonces, tienen en sus patios, parrillas improvisadas para cocinar en tiempos de dificultades para conseguir el combustible. No es una

película, pero parece que la revolución nos ha expulsado al pasado.

VIII

Salí del centro comercial, rumbo a mi casa donde no tengo Internet. A pesar que me he quejado en innumerables gestiones, no hay quién me ponga el servicio. En plena Av. Andrés Bello, allí dónde está la iglesia Chiquinquirá-ustedes saben-, la hediondez a cloaca es insoportable. Parece que el estiércol se quedara atorado en sus cañerías por insuficiencia de agua. Subo por Maripérez y veo un viejito orinando en plena vía pública, quizás para no hacerlo en su casa y protestar al mismo tiempo. Busco la Av. Cota Mil o Boyacá y efectivamente puedes encontrarte con vehículos estacionados a un costado, al pie del cerro, cargando sus envases como si fuera el fin del mundo en plena guerra por el agua.

*Luis Alfredo Rapozo, La Sociologia en aplicacion es mi vida. Escribo analizando el entorno en plena libertad de ideas. (Caracas-Anzoategui y en Uchire).

Por: Luis Alfredo Rapozo
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luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo
Caracas, sabado 13 de abril de 2019

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