LUIS ALFREDO RAPOZO: La mamá de Augusto (I,II)

March 23, 2019

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Definitivamente hay que sacarlos
a puñetazos limpio del poder…

El avión de bandera costarricense posaba sus cauchos en la pista del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en Maiquetía. Sin retraso, a la hora estimada y yo me presté animadamente a recibir a mi primo Augusto, a quien tenía dos décadas sin verle…”.

■ El hombre venía a darle el último adiós a su madre, quien había fallecido cuatro días antes. Tuvo mucha suerte de participar en su velatorio, porque la vieja -mi tía- estaba en cola para ser incinerada y con el bendito apagón, pues, la cosa se puso más difícil para culminar el proceso.

[C]omo suele suceder en estos casos, le di hospedaje al primo para que no realizara gastos de ese tipo durante su corta estadía en Caracas, además de la lógica solidaridad familiar de ubicarle espacio y darle atención.

No les voy a mentir. Augusto parecía un niño, impresionado por la Caracas que se consiguió. Estaba muy excitado y además no dejaba de comparar el antes y el después de las cosas que recordaba y observaba desde la ventana de mi pequeño toyota; desde el mismo aeropuerto, subiendo por la autopista y entrando a la ciudad con el inmenso cordón de pobreza que nos esperaba en el barrio Gramoven y por el necesario paso por Catia y 23 de Enero, desde la autopista. Atravesamos la autopista Francisco Fajardo y Augusto quiso ir directamente a la funeraria a ver a su madre y re-encontrarse con sus hermanos. Así lo hicimos y le puse al tanto de los constantes apagones, la carencia de agua y las penosas actividades que hacemos los venezolanos, cargando botellitas de agua y todo tipo de envases para no morirnos de sed o hacer nuestras primeras necesidades…

Nadie esperaba la muerte de la tía. La señora estaba compartiendo en forma normal, aunque últimamente se le observaba deprimida por la falta de efectivo; por los precios de los alimentos y las medicinas; y por el ambiente general que se vive en Venezuela. “Un día se le subió la tensión y lo demás pasó tan rápido que se nos murió como un pajarito, con tanto problema que vivimos al mismo tiempo.” -así fue como murió tu mamá-le dije-, quizás antes de tiempo. Yo diría que fue victima del desmadre.

II

Cualquiera puede estirar la pata. Si alguien va a otro país se encuentra con ciudadanos buscando su pan; haciendo negocios, procurando mejoras y disfrutando su progreso. El año pasado viajé a Bogotá -le contaba a mi primo Augusto-, y me encontré una ciudad tranquila en pleno proceso electoral presidencial. La gente evaluaba sus candidatos y exponían sus aspiraciones. La prensa circulaba cargada de opiniones de todos los colores; los noticiarios exponían sus noticias e informaciones libremente y uno podía enterarse de lo que sucedía en Colombia. Me recordaba de la Venezuela previa a la revolución. Cuando estás en Caracas -querido primo-, descubres que cerraron a RCTV y la opción es una televisora gobiernera, mentirosa y acomodaticia al régimen. Se acabó la radio rochela; los programas de opinión que descubrían entuertos y hacían investigaciones políticas que podía quitarle la silla a un presidente corrupto. Tu podías ver en aquella Caracas previa a la revolución periódicos circulando con diversas opiniones e informaciones de todas partes. Ahora descubres -querido primo-, que muchos diarios cerraron y que muchas radiodifusoras difunden el mensaje del gobierno usurpador, que no pierde oportunidad en montar unas elecciones donde gana las elecciones sin echar un tiro.

III

No solo puedes conseguirte con esa Caracas dominada por un grupito de gente que se cree dueño del país y de las vida de los ciudadanos, cuando ilegaliza partidos, exila ciudadanos, prohíbe esto y aquello; sino que además, te darás de cuenta que le entran a golpes a un diputado opositor; le secuestran, le mean, le embadurnan de mierda y se ríen de él en un video echo con la directa intención de amedrentar a medio mundo y dejar ese sentimiento de desesperanza. Por supuesto, que muchos cristianos quieren que llegue un ejército extranjero y entre al país como si se realizara una película de un súper héroe que cual Rambo se entra a golpes, solo contra los opresores hasta sacarlos a puñetazos limpio del poder y hacerlos volar mar adentro hasta perderse en el horizonte. Esa es la sensación impotente que tiene mucha gente, de lo que pasa y lo que quiere.

IV

Evidentemente, han sido 20 años de resistencia. Bastante aguantó la tía, ese estado de opresión, de insultos, amenazas, humillaciones y un largo etcétera de acciones que hacen la vida de cuadritos a una persona profundamente democrática, que no acepta la razón de ser de una bolsa clap: que no acepta la carencia de medicinas; el partido único y sobretodo ese sistema indolente que no encausa las denuncias elementales como la falta de agua; y fundamentalmente la molestia de enterarse día a día, sobre el pillaje de nuestras riquezas y el enriquecimiento de unos sujetos que se vuelven no solo millonarios en dólares, sino mil millonarios en varas divisas.

Segunda parte:

“Chivo que se devuelve, se desnuca”/Augusto, regresa al exilio.

V

Fue en la mañana del día sábado que le dimos sepultura a la mamá de Augusto. Ella quería ser incinerada porque no quería podrirse bajo tierra, ni que los gusanos hicieran su agosto con ella y tampoco quería convertirse en una cosa fea y hedionda. Así era ella. Lamentablemente, no se pudo incinerar por la carencia de electricidad y los hornos en el cementerio del Este, no estaban disponibles hasta nueva orden. De esa manera, Augusto dispuso de sus recursos, compró una parcela y convino con sus hermanos en darle cristiana sepultura.

VI

Augusto es Ingeniero en Petróleo, con post grados en Alemania y Estados Unidos. Tenía una brillante carrera en PDVSA y fue el mismo Presidente Chávez quien lo despidió un domingo en su programa “Aló, presidente” sonando un pito. “Lo despidieron de una manera muy fea”-decía su mamá-, junto a 20 mil profesionales que habían modernizado la industria. Entonces, no consiguió más empleo formal. Estuvo sobreviviendo vendiendo sus cosas en varios mercados de los corotos; vendió sus propiedades de descanso, prendas, artefactos y finalmente decidió irse a Colombia donde contribuyó con la industria colombiana; luego se fue a Qatar; estuvo en Alemania, en México, en Houston, hasta que llegó a Canadá donde se siente bien con su familia, ofreciendo su experiencia y dando clases en Toronto y Montreal. En todos esos lugares fue a parar la mamá de Augusto, compartiendo su noble ancianidad y su inagotable maternidad varios meses al año; Era una vieja viajera, orgullosa de su hijo mayor, que se desenvolvía sola por los principales aeropuertos del mundo y machucaba el inglés -mejor que un principiante-; que entendía, aunque no lo escribía.

VII

Por supuesto, que Augusto sintió un gran dolor con la inesperada muerte de “la vieja”. La tía tenía más de 80 años y a principio de Enero había retornado a Venezuela para compartir con el resto de la familia y respirar aires venezolanos. Todos sus gastos eran costeados fundamentalmente por Augusto, con una remesa que llegaba puntual, porque los 18 mil bolívares que le pagaba el IVSS no alcanzaban ni para sus medicamentos. Entonces, atendía su casa como un sargento de tropa; le gustaba ver la televisión española, en su mecedora y sufrió primores cuando la narcodictadura de Maduro sacó del aire la misma, porque transmitió en vivo el acto aquel desde la ciudad de Cúcuta. Disfrutaba enormemente la paz de su hogar en Caracas, ella misma regaba sus plantas, le daba de comer a su guacamaya “Rosalinda” y a una pareja de loros parlanchines que la acompañaron toda una vida.

La tía pintaba al óleo, también con pintura fría…lienzos, que duraba semanas realizarlos. Poco a poco las imágenes iban tomando forma hasta que un día decía; “está terminado” y lo firmaba.

No es usual ver a una hermosa mujer anciana vivir sus últimos años con tanto sosiego y tranquilidad. Yo siempre dije que gracias al amor de sus hijos, “la vieja”-como todos le decíamos-, tenía buen nivel de vida: se alimentaba bien, descansaba, atendía sus intereses de vieja; tenía medicamentos y mucho amor.

VIII

La mamá de Augusto era cumanesa, con su piel cobriza y sus ojos claros; con su cabellera ensortijada, castaña en un tiempo y plateada, con el transcurrir del tiempo. La mezcla de sangre en sus venas era más que evidente, donde no faltaba tinte español, cumanagoto y negro. Una mujer hermosa que llegó a Caracas antes de la dictadura de Pérez Jiménez, tuvo sus hijos y vivió la Caracas que dejó atrás los techos rojos y dio paso a los súper bloques y autopistas, al pie de El Ávila. No quería morir sin ver el fin de la revolución, pero bajó la guardia y de repente se nos murió como en un descuido.

IX

Las pequeñas cosas que pasaban todos los días en Venezuela, le hacen daño a cualquiera. Les digo: que si no hay Internet, que si no tenemos agua, que los precios aumentaron esta semana, que no hay transporte público, que los nietos andan en la calle, que no hay efectivo, que le cerraron su canal favorito, etc., etc., pues todo eso hace un tumulto como un castillo de arena. El día que se dio el “mega apagón” fue fatal. La primera noche sin electricidad, tratamos de hacerle el mal momento lo más cómodo posible. Pero, el segundo día, la mamá de Augusto estaba acelerada, de mal humor, inquieta, desesperada y la verdad es…que no nos sentamos a ver las consecuencias que podían dejar la incertidumbre, la angustia, y todo el mal momento en la abuela de la casa. Fue ese domingo, que comenzó a sentirse muy incómoda y su tensión subió los niveles tolerables. Todo se complicó tan rápido que su corazón no aguantó las inclemencias del entorno. La vieja se nos murió en un terrible momento. La crisis hipertensiva se la llevó en medio de una oscuridad muy penosa.

X

Esa madrugada del domingo, llevé a Augusto al aeropuerto internacional. Se iría vía Miami e inter-conectaría, para seguir a Canadá donde lo esperaba su familia.

Le di un abrazo y me pareció que no le vería más nunca. No creo que Augusto retorne a Venezuela, después de haber alcanzado un nivel de vida excelente, paz para su familia y alegrías para su matrimonio. “Solo me falta mi madre”-me dijo-

¿Quién no se puede morir de una vaina en cualquier momento?.

*Luis Alfredo Rapozo, La Sociologia en aplicacion es mi vida. Escribo analizando el entorno en plena libertad de ideas. (Caracas-Anzoategui y en Uchire).

Por: Luis Alfredo Rapozo
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@luisrapozo
Caracas, sabado 23 de marzo de 2019 & 01 de abril 2019

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