El verdadero día a día
de los venezolanos
■ Hace rato que la gente dejó de hablar de política profunda, si es que alguna vez la polarización lo permitió. Hace rato que la gran mayoría del país solo piensa en tres cosas: el trabajo, el alto costo de todo y, claro está, la escasez. Es la vida en revolución. Es lo cotidiano en la Venezuela de casi 16 años de socialismo pirata. Vale la pena revisar cada uno de los puntos.
La política ya no es punto de conversación. “En ese ámbito se escucha más o menos esto. Esta gente, con todo lo malo, se atornilló. No hay manera de sacarlos de ahí. Y menos con elecciones”. Ese es un punto de vista. Otro: “esta gente está en tercera. Los problemas los superaron y no tienen ninguna posibilidad de sacar al país adelante. Lo que viene es un colapso”. Eso por una parte. Pero, igualmente, por la otra el cuento es más o menos éste. “Los escuálidos están fritos. Ni unidad ni gente. Lo que quedan es un grupo de loquitos en el Este quemando cauchos una vez cada tres meses. No hay más nada”. También hay variables: “estos escuálidos están pensando en ir a elecciones y sacarnos ganando la Asamblea Nacional. No tienen vida. Para empezar no van a votar. Eso está cantado. Y si van, les cambiamos la ley y los fregamos otra vez”. No más que eso. El verdadero día a día del venezolano está en otras cosas más mundanas, más relacionadas con la sobrevivencia natural de una sociedad sumida en la miseria.
El trabajo. Para empezar las cifras son así: entre 7% y 8% se ubica la desocupación según la pupila oficialista. Más o menos 45% está vendiendo peroles en las calles o comerciando ilegalmente con los productos regulados que alguien encopetado les hace llegar fuera de los mercados establecidos. Y, la cifra negra de más o menos 20%, aquella que se encuentra supuestamente trabajando, pero que se encuentra en las nóminas aunque no se necesiten por obra y gracia de la inamovilidad legal, verdadera figura eterna en la legislación venezolana. Pero, más allá de los tétricos numeritos la preocupación de los venezolanos que todavía tienen algún trabajo de calidad está justamente en la estabilidad. ¿Cuánto tiempo le queda a la empresa? ¿Cuánto tiempo puede seguir operando sin mercado y sin insumos? ¿Podrá la empresa resistir en medio de la peor crisis económica de la historia nacional?
El salario. En cualquier mercado o farmacia se escucha: pero esto sube todos los días. La inflación se come los sueldos y todo parece indicar que no hay límite en esta comilona. No hay límite ni habrá límite. La solución que encontró el Gobierno para esto es muy sencilla: no ofrece información sobre inflación ni escasez. Fácil. Pero la gente lo siente directamente y eso sí que no tiene estrategia comunicacional que valga. A este tema del salario se le pega el de la escasez. A decir verdad están perfectamente relacionados y vinculados a las políticas del gobierno. Son justamente el efecto.
La inseguridad. No salga, quédese en su casa, traiga los videos quemados y no vaya al cine, no ande por ahí de noche. Cuidado con los motorizados. Mosca con los policías. No use el celular en las calles. Si le piden el teléfono en un atraco entréguelo o recibirá un plomazo. No deje el carro en la calle que como mínimo le roban la batería. Es la plaga.
Y es lo que se escucha en las colas.
*ELIDES J. ROJAS L. | Periodista graduado en la UCAB en 1979 y abogado egresado de la UCAB en 1985. Caracas. Venezuela. Jefe de Redacción de El Universal.
Por: Elides J. Rojas L*.
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Caracas, miércoles 24 de septiembre de 2014