El gobierno pacífico pero
armado… (Chávez dixit.)
■ Nadie, lo que se dice nadie, puede creer en Venezuela que están cercanos tiempos de una mínima bonanza económica y, por ende, de sosiego social y político.
Por el contrario todos, lo que se dice todos, nos sentimos en una casa en que no hay día en que no se agriete una pared, explote una cañería, se multipliquen las goteras, la luz sea intermitente, cruja la estructura y hasta se oigan lastimeras quejas de fantasmas.
El caos pues.
Dada tanta precariedad y sus previsibles consecuencias el gobierno está debidamente equipado, armado, para enfrentar el proceloso futuro y defender lo que se debe defender ante todo, la perennidad de la revolución. Es más, ya nos ha dado una diáfana demostración de su arsenal y su decisión de usarlo sin mayores precauciones ni remordimientos.
Aquí habría que decir que si están tan preparados, nosotros, la creciente mayoría descontenta y maltratada, debemos empezar a pensar en lo que se nos viene encima y la manera de defendernos.
La defensa propia es un derecho universal.
El gobierno pacífico pero armado (Chávez) demostró a partir del 12 de febrero de este año y durante varios meses que a la hora de las chiquitas puede ser pura y duramente armado. Más de cuarenta muertos, centenares de heridos, torturados (Más de 150 casos acaba de documentar el Foro Penal para presentarlos en la ONU y hay muchos más en proceso) y la desmesurada cifra de más de tres mil presos, casi dos mil todavía sometidos a procesos judiciales, todo ello indica que la revolución bonita no cree en moderaciones y prudencias, ni es devota de los derechos humanos. A la fiereza de sus cuerpos policiales y militares hay que sumarle los escuadrones paramilitares que actúan sin Dios ni ley frente a los protestones.
Pero, como se sabe, las batallas no sólo se dan modernamente en los frentes de combate sino también en los cerebros de los implicados, es decir, en los medios de comunicación masivos. Allí tienen prácticamente todos los cañones: un escuadrón estatal de enormes dimensiones que bien desearía cualquier país abiertamente dictatorial, unos medios privados o comprados (literalmente) o asustados y autocensurados, el control del papel dolarizado e instituciones ejecutivas y judiciales sin escrúpulos para castigar a los que alzan la voz. Sin ir más lejos este diario sometido a la más grotesca acusación penal imaginable. Casi la soñada y programada hegemonía comunicacional.
Queda, por último, un tercer ámbito esencial del temible e inmediato escenario. El horror económico, que se va a repotenciar por la ignorancia, el delirio ideológico y esa falta de ética al jerarquizar los objetivos económicos, donde las abismales carencias del pueblo son postergadas, como tan inequívocamente demuestra el comentado artículo de Hausmann y Santos. La necesidad de sobrevivir también puede ser un arma que individualiza y paraliza la respuesta política, no es cierto que las cosas van bien porque todo está cada vez peor como pensaban muchos comunistas, de los de antes.
Lamentamos perfilar ese oscuro panorama, pero es la condición primera para poder evitarlo.
Por: Fernando Rodríguez
Politica | Opinión
Diario TalCual
Caracas, miercoles 10 de septiembre, 2014