¡Es que tienen un imán
para las vainas malas!
■ La verdad verdadera es que este gobierno, además de malo, ineficaz, ruidoso, acomplejado, paranoico, botarata, corrupto, embustero, maluco, inepto, destructor, incapaz, absurdo, injusto, rencoroso, inquisidor, reaccionario, vengativo, antiguo, cizañero, cayapero, censurador, perseguidor, manipulador, megalómano, encadenante, expropiador, pacato, pantallero, camorrero, cursi, militarista, totalitario, populista, fascista y comunista –valga la redundancia–, trasnochado y dependiente del imperialismito cubano, es, sobre todo, pavoso, ¡pavosísimo! No hay cosa mala que no haya pasado o esté pasando en el mundo que no se venga para acá.
A lo largo de estos interminables y angustiosos 15 años de destrucción, atraso y ruina, he tratado de verle alguna cosa buena al gobierno… pero no lo logro, y no por fanático o enemigo irracional del Estado. No. Es que es imposible entenderlos, ya que todo lo que hacen pareciera que es ideado para destruir el país.
Desde el día que le vi la cara a los golpistas de verdad, dije: “¡Biiiichooo…!”. No entiendo a algunos seguidores del golpista mayor. Gente de izquierda, como fui yo, apoyando a un pichón de dictador de derecha, comunista y sociópata. El espacio no da para nombrar a quienes ahora están de este lado, lamentándose, sufriendo y avergonzados por haber caído en la trampa de semejante destructor.
Y uno se pregunta: ¿cómo es posible que ___ (ponga usted los nombres), alguna vez fueron rojos rojitos, burlándose y actuando como verdugos de quienes alertábamos lo que ocurría, y hoy, por esas vueltas del destino, están arrepentidos, presos, perseguidos, acusados de vendepatria, de agentes de la CIA o derechistas? ¡Qué ironía! Acusados de lo que ellos nos acusaron en su momento. Así paga el diablo.
No es hora de venganzas ni reconcomios, pero no tengo el don del perdón de Elba Escobar ni de Carlos Fraga. Me alegro de que hayan rectificado; lamentablemente, hoy ellos sufren y luchan junto con los demócratas que añoramos lo que teníamos antes y no nos gustaba.
La última desgracia que Dios nos ha mandado (debe ser que hace 2014 años un venezolano le negó posada a la Virgen María) es esa enfermedad con nombre de prostituta africana: “La Chicungunya”.
Nadie sabe realmente el significado de tan maléfico virus, pero hay algo curioso: esa epidemia que pareciera enviada por un diablo rojo desde el infierno, comienza con la letra “Ch”.
¿Pava o casualidad?