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Thursday, November 21, 2024
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CÚCUTA: Operadores “suspenden” compra de bolívares



CÚCUTA, Operadores suspenden compra de bolívares, la gente con bolívares corre a cambiarlos por pesos

La gente con bolívares corre
a cambiarlos por pesos
…”


 

El sistema cambiario ilegal institucionalizado.

Un ciudadano que se dirige a un establecimiento cambiario en “La Parada” con Bs. 10.000 en efectivo, regresa a Venezuela con 10.378 bolívares, pero electrónicos.

El contrabando de bolívares en efectivo es un negocio que, por su evidente rentabilidad, ha acelerado la entrada de moneda venezolana en Colombia y, por ello, ha disminuido la tasa de cambio. Con esta situación, las personas reciben más bolívares al cambiar pesos.

San Antonio.- Como una “pandemia”, si es válido el término, podría calificarse el fenómeno del contrabando de extracción desde Venezuela a Colombia. Lo que antes inició sólo con la fuga de combustible de un lado al otro, hoy dio un viraje que hasta los mismos 360 grados se “quedaron cortos”.

Desde un cepillo de dientes hasta reses beneficiadas pasan la frontera “como alma en pena” por las ganancias que generan en suelo neogranadino. Los productos de la canasta alimentaria en Venezuela se consiguen entre 10 y 20 veces más baratos que en Colombia, lo que representa un atractivo para quienes se dedican a este oficio, al margen de las leyes de ambas naciones.

Diferencia de precios:

Para tener una idea de lo que se expone, el salario mínimo en Colombia quedó fijado, durante el 2014, en 610 mil pesos mensuales. Un kilo de carne de segunda cuesta, allá, alrededor de 12 mil pesos. Eso, al cambio ilegal, representa unos 500 bolívares. El mismo rubro lo consigue en Venezuela, en el mercado privado en 150 bolívares, en Pdval se ubica en 75 bolívares y en Mercal 16 bolívares.

Esta diferencia en los precios hace que los contrabandistas prefieran comprar los alimentos en Venezuela, para luego incrementarles el valor en el vecino país, obteniendo “jugosas” dividendos por estas operaciones. Sin embargo, el colombiano común, para poder “estirar” su sueldo, opta por comprarle a las mafias, ya que éstas venden hasta 40% más barato que el comercio formal neogranadino.

De acuerdo a diferentes fuentes económicas, las pérdidas para Venezuela oscilan entre cinco y ocho mil millones de dólares al año, entre fuga de combustibles y alimentos. Pero la cosa va más allá: cauchos, baterías, repuestos, lubricantes de todo tipo, cemento, medicinas y hasta papel moneda son “bachaqueados” hasta los límites fronterizos, que agrupan unos cinco millones de personas, según estimaciones gubernamentales, aunque la situación ya trascendió, también, hacia otras provincias centrales.

Desde el pasado fin de semana y el comienzo de la presente, la moneda venezolana ha perdido varios puntos ante el peso colombiano, según los cambistas, debido a la sobreoferta de bolívares que hay en el mercado cambiario fronterizo, donde la cotización se rige según la oferta y demanda de divisas.

A comienzos de semana, el bolívar se cotizaba a 24 pesos para la compra y 25 para la venta, pero este jueves la conversión se hacía a razón de 22,5 pesos por moneda venezolana para la compra y 23,5 pesos para la venta. Algunos operadores cambiarios fronterizos de San Antonio se abstuvieron este jueves de comprar bolívares, para prevenir posibles pérdidas, si se mantiene la tendencia a la baja.

Sobre las razones de la caída del precio del bolívar, varias son las conjeturas que hacen los operadores cambiarios, comerciantes y usuarios. Hay quienes sostienen que la devaluación obedece a la sobreoferta de bolívares que hay en el mercado fronterizo, cuya dinámica depende de las actividades comerciales formales e informales que se dan en la zona, y que actualmente se están viendo impactadas por las acciones contra el contrabando aplicadas por los Gobiernos de Venezuela y Colombia.

Como se sabe, la cotización del bolívar con respecto al peso en el mercado cambiario fronterizo se rige por el precio del dólar en el mercado paralelo, que a su vez es manejado por particulares. Algunos cambistas indicaron que la baja, en parte también obedece al repunte que experimentó el dólar en Colombia durante los últimos días.

Asimismo, creen que los controles que están ejerciendo las autoridades militares en la frontera han alejado a los visitantes y compradores colombianos, y por consiguiente no hay demanda de bolívares. De allí que las agencias de los operadores cambiarios de San Antonio luzcan desoladas durante gran parte del día.

“Si no hay quien drene los bolívares que hay en la zona, el precio baja. Con las requisas que hay en la frontera, la gente del vecino país se abstiene de venir a comprar en el comercio de San Antonio, Ureña, San Cristóbal, o más allá, por temor a que le quiten lo poco que pueden comprar aquí”, expresó un cambista, al evaluar la situación.

Agregó que la poca gente de Colombia que entra, es porque va de viaje hacia el interior de Venezuela, porque los visitantes habituales que compran o demandan servicios en el comercio de la frontera venezolana, se han alejado.

Operadores cambiarios de San Antonio también señalaron que cada vez hay tendencia a la baja, la gente que trabaja con bolívares “corre” a cambiarlos por pesos, y eso hace que la oferta de la moneda venezolana incremente aún más. Dijeron que la tendencia de la cotización del bolívar ante el peso es impredecible, porque depende de la oferta y demanda que haya en el mercado.

La materia prima:

Para que el “bachaqueo” pueda ser efectivo se requiere poner en práctica un conjunto de factores que hacen viable esta modalidad delictiva. El principal de ellos es la adquisición de billetes de altas denominaciones. Como en las zonas limítrofes en los estados Zulia y Táchira la circulación de 50 y 100 bolívares ha escaseado, los contrabandistas pagan 40 bolívares por cada billete de 100 que le consigan desde otras regiones y 20 por uno de 50.

Este plan también es materializado a través de trasferencias bancarias desde distintas “casas de cambio” ilegales que operan en la zona y que, asimismo, conforman una ramificación de las mafias organizadas, las cuales establecen el diferencial cambiario, a favor de sus intereses, mediante la oferta y demanda.

De esta manera pueden comprar en suelo venezolano los rubros que serán objeto de contrabando, sobre todo los que reciben subsidio del Estado, como Mercal, Pdval, Abastos Bicentenario, además de sobornar a determinadas autoridades civiles y militares para que se hagan de la “vista gorda” cuando pasan por las alcabalas.

Pese a los controles binacionales impulsados desde hace dos semanas atrás, en Cúcuta, a pocos metros del Puente Simón Bolívar, los “maneros” (agitan las manos con pacas de billetes) aún “adornan” las calles de esa provincia. “Cambio pesos por bolívares.”, dígame papito, ¿cuántos quiere?”, son algunas de las expresiones que lanzan los sujetos dedicados a este oficio, quienes de un lado a otro, abanican sus manos ostentando dinero de ambas naciones, bajo la mirada indiferente de algunos funcionarios de la Policía Nacional de Colombia.

“Aquí mucha gente vive de eso”, asegura un señor de tez morena, de unos 55 años de edad, quien sentado al frente de su casa reposa el almuerzo que acaba de “meterse”.

“¡Venga, vea! Detrás del bachaqueo están los ‘paracos’ (paramilitares) y a quien se le ocurra tocar a un “manero”, no amanece para contarlo”, refirió aquel hombre, quien confesó que dos de sus tres hijos viven de la reventa de “gasolina veneca” (expresión para referirse a todo lo proveniente de Venezuela), aunque reconoció que se les ha hecho más difícil adquirir el carburante, debido a la presencia activa de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Cuestión de modelos:

De acuerdo a la percepción del diputado a la Asamblea Nacional, José Ávila, el problema radica en los modelos político-económicos que prevalecen en ambas naciones.

“El contrabando de extracción es el impuesto que la oligarquía colombiana le impone a Venezuela, como forma de paliar su resolución a no hacer una justa distribución de la riqueza en ese país”, argumentó el parlamentario en conversación con Ciudad VLC.

Ávila consideró que Bogotá debe abordar el tema “en su justa dimensión” y, de esta manera, emular políticas de inclusión social que ayuden a mitigar este flagelo, más allá del despliegue armado.

El representante del Poder Legislativo sostuvo que se debe establecer un patrón que les impida a las mafias que operan en los límites entre ambas naciones sacar provecho de esta realidad que afecta a la economía nacional, de manera de generar una dinámica con mayores controles que, a su vez, asigne un precio a los rubros comercializados en la frontera, en función de hacer poco atractivo esta práctica delincuencial.


Por:José G. Hernández
Oswaldo López Martínez
siguels@gmail.com
@OswaldoJLopez
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La Nación/Aporrea
domingo 31 de agosto, 2014