“Los partidos andan de bajo perfil
rozando la invisibilidad..”
■ La MUD ha terminado por ser un frente político de creciente poder.
■ Pero habría que decir también que sus partidos, siguen siendo débiles.
Toda política frentista, en mayor o menor medida, representa una transacción entre los intereses y objetivos particulares de sus componentes y aquellos comunes que impulsan a la cohesión.
Esta definición bastante simplona podría servir para recordar que un tema esencial a debatir entre los participantes en la supraorganización, por demás complejo e inestable, es el de los límites entre ambas esferas.
Tan intrincado y semoviente que posiblemente no se pueda sino trazar líneas de demarcación bastante imprecisas entre éstos y en consecuencia nunca dejará de ocasionar roces y conflictos.
La MUD ha terminado por ser un frente político de creciente poder. Si no se cree recuérdese la última elección presidencial o la única sesión televisada del hasta ahora malhadado diálogo con el gobierno. O las tensiones que ha sabido resistir en meses pasados de crispados antagonismos. Pero habría que decir también que sus componentes, los partidos, siguen siendo débiles, al menos si los comparamos, para tener un parámetro, con el PSUV gobernante.
Ahora bien, dada esa relación y faltos de esclarecimientos suficientes sobre la frontera aludida, la MUD ha adquirido una centralidad hiperbólica y los partidos tienen un bajo perfil que a veces roza con la invisibilidad. Para el elogio o el agravio la Mesa es la oposición. Esto nos parece un problema y no menor.
Es verdad que, en el mundo presente, al menos en Occidente para no complicar, las diferencias ideológicas se han ido achicando incesantemente. Pero nadie puede negar que sobreviven, así algunas sean más adjetivas que sustantivas, numerosas y diversas contradicciones que justamente son las que dividen la sociedad en partidos y propician el jaleo político, muchas veces realmente rudo.
De manera que cada quien debe pelear por su identidad política, en lo que nos ocupa en los límites que marca el interés unitario, que no deben ser demasiados. Y debe hacerlo de viva voz y no temiendo demasiado algún porrazo, que para eso existe el árnica. A esto no es ajena cierta molicie que permite vivir a la sombra de un techo genérico, sabiéndose frágil. O, con signo contrario, siendo parte y pequeña querer teñir la ambiciosa acción partidaria con un falso consenso del resto.
De más está decir que el crecimiento de los partidos en esta hora propicia para ello no puede sino redundar en el fortalecimiento unitario y en aproximarnos a salir de la barbarie.
Y mucho pueden hacer si usan su nombre y apellido, se definen claramente y no golpean a hurtadillas. Nosotros creemos que hacia allá deben comenzar a moverse las piezas, la hora es de urgencias. Nos parece bien, por ejemplo, que Datanálisis haya registrado que al menos cinco líderes de la oposición, ya no uno, estén casi a la par.
O que Falcón trate de convertir, con o sin razón, a Lara en un estado “progresista”. O que María Corina haga “su” congreso ciudadano. O que Capriles recorra el país en solitario. O que los líderes copeyanos se hayan vuelto hiperquinéticos. Por algo se empieza.
Como es igualmente sensato que luchemos, esta vez todos, por los presos políticos, el adecentamiento de los cancerosos poderes nacionales, el derecho a la protesta y programemos el año electoral.
Por: Fernando Rodríguez
Politica | Opinión
Diario TalCual
Caracas, miercoles 27 de agosto, 2014