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DAMIÁN PRAT C.: Sin Unidad no hay Paraíso



Mesa de la Unidad, MUD

Sin la MUD no hay sustituto
para la victoria completa
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Hace algún tiempo, en esta columna comenté que una de las claves en la caída de la dictadura de Pérez Jiménez y el inicio de la democracia, del único período largo de “república civil” ajena al caudillismo militarista, fue la conformación de la Junta Patriótica, suerte de MUD de entonces, que unió a los cuatro grandes partidos de la época: AD, PCV, URD y Copei.

Eso y la firma del Pacto de Nueva York entre los exiliados dirigentes Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera dieron la garantía al país, a los grupos disidentes dentro del perezjimenismo militar y a la FAN que un cambio no sería “un salto al vacío”. Que habría gobernabilidad y estabilidad.

Que, al contrario de lo sucedido en 1945-48 con el extremismo sectario y la intolerancia entre los partidos democráticos, en ese 1957-58 había madurez y conciencia para dirimir democráticamente las diferencias políticas e ideológicas y al mismo tiempo establecer un pacto de acuerdos básicos que todos defenderían y que poco tiempo después se concretó con el Pacto de Punto Fijo, un acuerdo para cerrar el paso a los golpes militares, solidificar la democracia y avanzar en un programa de transformaciones en el que había cosas comunes y otras donde cada partido tenía pensamiento político diferente. Sin esa Unidad, de nada habrían servido las protestas populares y universitarias, la rebelde Pastoral de la Iglesia por monseñor Arias Blanco y tantas otras luchas. O, en todo caso, la nueva democracia habría sucumbido en poco tiempo. La misma clave que haría posible en la España post- dictadura militar de Franco y en el Chile que derrotó a Pinochet, la transición a la democracia y el afianzamiento posterior de ésta.

Aunque nadie es imprescindible, yo lamento mucho que Ramón Guillermo Aveledo haya renunciado a la coordinación de la Mesa de Unidad Democrática. No es fácil encontrar a alguien para esa labor que reúna simultáneamente muchas características, como por ejemplo, su experiencia política, su talante democrático y buscador de consensos. Su probada honestidad. Su calidad política y humana y que además, al no ser aspirante a candidaturas futuras le permitían trabajar para todos. En su carta advierte algo importante: “No estoy aquí como obstáculo para nadie. Mi trabajo no es ganar discusiones, sino ayudar a generar consensos”. En efecto, el coordinador de la MUD no es ni debe ser “el líder” y mucho menos un tipo de líder que actúa en forma personalista. El coordinador es y debe ser el ejecutante principal o vocero de políticas debatidas y decididas -como consenso- por los integrantes de los partidos que conforman el organismo. Distinto es el rol de, por ejemplo, un candidato presidencial en campaña y, sin embargo, debe tener la inteligencia y habilidad para sumar en lugar de imponer. Se encontrarán esas capacidades.

La Unidad no es ni nadie puede pretender que sea, un “partido único con pensamiento único”. Justamente se trata de unir a partidos que tienen unas cuantas cosas esenciales en común, pero al mismo tiempo tienen diferencias políticas e ideológicas, son variados y plurales. Consensuar ese universo es más complicado que cuando hay un partido de pensamiento único o en todo caso con un líder mesiánico e indiscutido que decide ese “pensamiento único” en nombre de todos.

La MUD ha sido el logro más significativo de la oposición democrática venezolana en todos estos quince años. Nació a partir de 2007 para superar tantos errores del período 2002-2005. La definición de una inequívoca ruta democrática como estrategia de poder y crear la Mesa permitieron que años de lucha y resistencia de cientos de miles -quizás millones- de venezolanos dieran frutos y se lograra crecer hasta los 7 millones de votos de Capriles en abril de 2013. Acumular todo ese capital político con episodios claves como la derrota al intento de reforma a la Constitución del chavismo en 2007, las parlamentarias de 2010, las regionales que permitieron ganar unas cuantas gobernaciones y alcaldías son éxitos innegables.

No obstante, no hay sustituto para la victoria completa. También en el Chile del plebiscito convocado por Pinochet hubo grupos “extremistas radicales” que se negaron a participar, que acusaban a la Concertación Democrática (cuyos ejes eran el Partido Socialista y la Democracia Cristiana) de ser “colaboracionistas con la dictadura”, de “prestarse a la farsa de la dictadura asesina de miles, a la que es imposible ganarle el plebiscito”. Pero ganó el NO con la suficiente ventaja para impedir a Pinochet desconocer el resultado y los radicales extremistas fanáticos callaron. ¿Qué habría sucedido si el NO hubiera sacado, por ejemplo, 48% que era enorme, pero no la derrota del dictador Pinochet?

Lo que sí es cierto, es que la MUD tiene estructura de Unidad electoral. Y no tiene la otra estructura: la de conductora de las luchas políticas en el plano más allá de lo electoral. Tampoco a ser acompañante eficiente de las luchas sociales de las comunidades, de los trabajadores, los gremios, las universidades (aunque sin invadirles su necesaria autonomía) y aunque cuenta con magníficos equipos de especialistas en todas las áreas, no tiene la agilidad política requerida para dar respuestas a las situaciones críticas. Ese sí es un cambio indispensable.

Ahora vive una crisis de desencuentros que requiere ser superada. Sin Unidad no hay Paraíso. Sin Unidad responsable el país no tiene garantías de una alternativa con gobernabilidad. Lamentable que la comprensible angustia de miles sea aprovechada por grupitos que tienen laboratorios prefabricados en las redes para sembrar intolerancia y ataques destructivos como los que con total injusticia se hicieron contra Aveledo y varios dirigentes. Hacen creer que son “la gente” cuando no representan sino porcentajes muy pequeños. Ínfimos. Lamentable, también, que la MUD y los principales partidos no hayan podido enfrentar y corregir errores y desviaciones en algunas regiones. O más ágil y oportuna capacidad de respuesta. O que algunos hayan creído que la lucha política es cuestión de “voluntarismo” o “bolas”. En fin, es un tema más amplio sobre el que habrá que volver.

TIP 1: Esta tarde estaremos con Nelson Bocaranda y Mariela Celis en “La Cola Feliz” por Éxitos de Unión Radio conversando sobre el capítulo Guayana del libro “Del Pacto de Punto Fijo al Pacto de La Habana”. El martes estuvimos con Alonso Moleiro y Rocío Higuera en Onda con el caso de la crisis en Sidor. Y el miércoles por RCR con María Alejandra Trujillo y Chúo Torrealba con el tema del libro.

TIP 2: Público y Confidencial radio hoy, como siempre, de 9:00 am a 11:00 am por Pentagrama 107.3FM. Hoy seguimos vía teléfono desde Caracas mientras en los estudios conducen el programa José Prat, Marcos Valverde y José Escolano con Clavel Rangel en sus magníficos reportes desde los sitios de lucha y protesta.


Por: Damián Prat C.
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Caracas, Viernes, 01 Agosto 2014